El municipio valluno de Jamundí ha sido históricamente el escenario de violentos actos de terrorismo, pero la aparición de las disidencias de las Farc ha agudizado su situación de orden público.
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El atentado con una moto-bomba que dejó tres heridos en su área urbana, y el hostigamiento a la subestación policial del corregimiento Potrerito, perpetrados en la mañana de este miércoles, son apenas una muestra de las atrocidades que padece la población a manos de los disidentes del Estado Mayor Central (EMC).
La escalada terrorista se disparó el segundo semestre del 2023, en plenos acercamientos exploratorios de paz con el Gobierno Nacional. Entre el 19 y el 20 de julio hubo tres ataques con granadas y explosivos improvisados, que dejaron un muerto y 10 heridos (tres de ellos policías) en una gasolinera del sector La Circunvalar, la zona rosa del barrio El Portal de Jordán y una vía del barrio Anturios.
El 20 y el 22 de septiembre explotaron dos carrobombas junto a las subestaciones de los corregimientos de Timba y Potrerito.
La comunidad gozó de un periodo de tensa calma entre octubre de 2023 y marzo de 2024, por una tregua entre las partes, que se rompió cuando el EMC incumplió el compromiso de no atentar contra los civiles.
El Gobierno suspendió el cese el fuego y regresó el terrorismo a Jamundí. El pasado 7 de junio, por citar un evento cercano, detonaron un carrobomba en el parque principal del corregimiento Robles, que por suerte no dejó heridos.
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¿Pero por qué el ensañamiento de los disidentes con Jamundí? ¿Cuál es la relevancia de este municipio para los intereses del EMC?
Fuentes militares explicaron que tiene una posición geoestratégica, en un corredor que comunica a los departamentos del Cauca y Valle, y más específicamente con Cali, la ciudad más importante del Pacífico colombiano.
Desde Jamundí también se accede al Distrito de Buenaventura, que cuenta con una zona portuaria que administra el 60% de la mercancía que entra y sale al país.
Esto implica que Jamundí hace parte de un triángulo estratégico para las economías criminales, con acceso a plataformas de exportación (el puerto), áreas de cultivos ilícitos de cocaína y marihuana (el norte del Cauca), y centros de logística y lavado de activos (Cali).
Topográficamente, los combatientes tienen rutas de movilidad por la Cordillera Central y el parque nacional natural Farallones de Cali, que les sirven para camuflarse y eludir la persecución de las autoridades.
Además, el municipio concede acceso a importantes ríos, como el Cauca, Claro, Timba y Jamundí, que no solo sirven como corredores fluviales para mover armas, drogas y personal, sino que algunos tramos tienen yacimientos de oro, que son explotados de forma ilegal por esa organización.
En la zona hay un enclave importante para el narcotráfico, según el monitoreo de la Oficina de la ONU contra las Drogas y el Crimen. Este enclave concentra en un territorio toda la cadena del estupefaciente, es decir, siembra, laboratorios de producción, corredores de transporte y acopio para la exportación final.
Ese enclave está en el eje conformado por el corregimiento de Timba, el área general de Jamundí y el vecino municipio de Buenos Aires (Cauca). Allí hay 1.436 hectáreas de coca, que los disidentes defienden a sangre y fuego.
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