Luis Eduardo López Rosero –el hombre que se quedó con el millonario contrato de los carrotanques para La Guajira de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo– perdió la oportunidad de acceder a un principio de oportunidad con la justicia. “El pastuso”, como también es conocido, habría dicho mentiras e imprecisiones a la Fiscalía.
EL COLOMBIANO conoció que el contratista fue escuchado en dos ocasiones por la Fiscalía y que, en ambas, encontraron “inconsistencias” y “mentiras”. Con esto, el ente investigador le dio las gracias al que pudo ser un testigo estrella y le cerró la puerta a un principio de oportunidad.
En mayo pasado, el contratista fue escuchado por una comisión de fiscales por más de diez horas. Esa vez aseguró que había entregado hasta 7.200 millones de pesos para pago de sobornos a Sneyder Pinilla, exsubirector de la UNGRD. Su versión distaba a la entregada por Pinilla, que siempre ha afirmado que fueron 4.000 millones.
“El pastuso” es el dueño de la empresa Impoamericana Roger SAS, la misma que se quedó con el contrato de 46.800 millones de pesos para la compra de 40 carrotanques que pretendían llevar agua a La Guajira. López Rosero presentó la oferta más cara y terminó pagando hasta 1.280 millones por cada carrotanque.
El empresario buscaba la manera de lograr beneficios ante la justicia a cambio de contar la verdad en el escándalo. López dice tener todos los detalles de los esquemas de corrupción dentro de la entidad. La UNGRD envió una invitación de competición a tres empresas: Luket SAS, BRAND SAS e Impoamericana Roger SAS. En su orden, la primera presentó una oferta de valor por unidad para cada carrotanque de 1.087 millones de pesos; la segunda de $1.152 millones; y la tercera, que se ganó el contrato, de 1.280 millones de pesos. Aquí comenzaron las dudas.
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Pese a que Impoamericana Roger SAS presentó la oferta más costosa, no pidió ningún anticipo, tampoco tenía experiencia en el sector, y su capital era de poco más de 200 millones de pesos. Estas conclusiones anómalas aparecen en un informe posterior que hizo la Contraloría General.
Luego, cuando se conoció que los carrotanques estaban guardados en un parqueadero, sin ser utilizados, las conexiones no tardaron en conocerse. Los representantes y directivos de las tres empresas que compitieron estaban conectados. Como sucede en muchas licitaciones públicas, hubo un presunto pacto para que las tres compañías simularan competir, pero estaba decidido que el contrato se lo iba a ganar Impoamericana Roger SAS. Y así ocurrió.