Cuando en la madrugada del 23 de noviembre los hombres de la Policía, del CTI y de la inteligencia del Ejército entraron a la zona que había sido bombardeada, estaban seguros que no habría sobrevivientes y dieron por descontado que alias Ramiro, comandante de la disidencia del Frente 18 de las Farc, había muerto junto a sus hombres más cercanos.
El campamento principal del grupo armado, ubicado en la vereda Blanquizal, de Ituango (Antioquia), quedó convertido en un lodazal, con tres grandes cráteres en la tierra que rápidamente fueron llenados por la lluvia, lo que dificultó la recuperación e identificación de los cadáveres.
“El clima no dejaba aterrizar en la zona, había llovido mucho en los días previos y siguió lloviendo durante la recuperación de los cuerpos y del material de intendencia”, contó uno de los agentes de inteligencia militar con los que habló EL COLOMBIANO.
Con el pasar de las horas, el cuerpo de alias Ramiro, el objetivo de alto valor de la zona, no fue encontrado, aunque los militares aseguran que es muy posible que esté muerto y sus despojos hayan sido recuperados por algunos de los sobrevivientes.
Esta hipótesis la respaldan elementos personales que quedaron en la zona: la prótesis que usa para caminar y que tiene dibujados al Ché Guevara y la Virgen de Guadalupe (ver foto), elemento que usaba porque hace 8 años perdió su pierna al huir de un operativo militar y caer en un campo minado. También hallaron su pantalón y documentos personales, todo con perforaciones y sangre.
Pero en la mañana de ese lunes 23 de noviembre interceptaciones telefónicas de la Fiscalía generaron serias dudas: “Alias Macho Viejo (uno de los cabecillas que también se creía que habían muerto en el bombardeo) se comunica por voz con un colaborador y le pide que coordine con alias ‘Peludo’, el cual sabe del lugar donde está el ‘Papá’, haciendo referencia a ‘Ramiro’ por que se encuentra enfermo de un ‘ala’ (brazo), agrega que se encuentra con otras dos personas las cuales también están lesionadas”.