Armando Benedetti debutó como ministro del Interior en el Congreso, generando una fuerte división. Mientras algunos congresistas lo recibieron con apoyo, otros protestaron con pancartas y críticas debido a denuncias por violencia de género.
Pese a que aún no ha asumido en propiedad, el exembajador Armando Benedetti se estrenó este martes como nuevo ministro del Interior. Su escenario no podía ser otro que el Congreso de la República. Como pez en el agua y como toda una celebridad –en medio de elogios, pero también de una ola de rechazo–, el exsenador arribó a la plenaria de la Cámara.
Su llegada se da horas después de que un grupo de congresistas mujeres radicó una carta en la que expresa su descontento e indignación por el nombramiento de Benedetti en la cartera política. Lo anterior, teniendo en cuenta las denuncias por presunta violencia contra la mujer –ante los airados reclamos contra la hoy canciller Laura Sarabia–, así como por las acusaciones por violencia de género realizados por su esposa, Adelina Guerrero.
Lo cierto es que la presencia de Benedetti en la Cámara despertó toda una dualidad: por un lado, entusiastas estrechones de mano y gestos de apoyo. Incluso, durante un buen rato permaneció resguardado entre las representantes petristas María Fernanda Carrascal, María del Mar Pizarro y la antioqueña Susana Gómez, conocida como Susana Boreal.
A pocos metros, desde la independencia, la representante Jennifer Pedraza –conocida por sus luchas a favor de los derechos de las mujeres– levantó la voz y alzó una pancarta con un mensaje contundente: “Fuera Benedetti”. Incluso, fue secundada por otras mujeres que también levantaron una pancarta que rezaba: “El machismo no nos gobierna. Fuera Benedetti”.
En paralelo, otras mujeres como las representantes Katherine Miranda o Catherine Juvinao optaron por retirarse del recinto ante la presencia del exsenador. “Es lamentable, triste y revictimizante ver la actitud con la que llegó. Una actitud de regodeo, de burla y desprecio por las mujeres que hemos sido críticas con él. Ya dio declaraciones y dijo que éramos un grupo chiquito, que no éramos nada. Eso solo ratifica lo que nosotras decimos sobre él: las mujeres para él no somos nada”, sostuvo a EL COLOMBIANO Juvinao.
Fue tal el revuelo que generó la participación de Benedetti, que desde la oposición el representante Hernán Cadavid (Centro Democrático) pidió orden y que la Mesa Directiva actuara: “¡Me da pena con la vedette de la política, Armando Benedetti, pero esta plenaria la tienen que respetar!”, señaló.
Previamente, sobre las 3:45 de la tarde, Benedetti hizo presencia en los pasillos del Congreso. Fue abordado por una decena de periodistas y, entre risas, contestó con evasivas las preguntas de la prensa. “No voy a hablar nada (...) déjame posesionarme”, sostuvo mientras un grupo de comunicadores intentaba ‘picarle’ la lengua. Consultado por el voto de las mujeres en el Parlamento el próximo ministro levantó ampollar al contestar: “Esos voto nunca los hemos tenido”.
Posteriormente, el exsenador se desplazó a la Presidencia de la Cámara, donde se reunió con el jefe de esa Corporación, el representante de tendencia petrista Jaime Raúl Salamanca, así como con otros congresistas, como el conservador Ape Cuello y los senadores Julio Alberto Elias o Julio Elías Chagüi (ambos del Partido de La U).
“Fue una reunión muy breve de presentación. Nos saludó. Está en ese ejercicio de saludar y ponerse a disposición de trabajar articuladamente con el Legislativo”, manifestó el presidente de la Cámara.
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Inclusive, al encuentro arribó el recién posesionado ministro de Trabajo, Antonio Sanguino. “No sé qué está haciendo el ministro del Interior. Yo sencillamente vine a discutir un asunto muy puntual con el presidente de la Cámara. Me saludé con él, pero fue una absoluta coincidencia estar acá”, declaró.
Al final, pasados 20 minutos de su arribo a la Cámara –donde estuvo acompañado por la directora del Dapre (Departamento Administrativo de la Presidencia), Angie Rodríguez–, Benedetti decidió abandonar el recinto en medio de sigilo y sin el ruido que generó su arribo. Sin embargo, es un hecho que cada una de sus intervenciones subirá los decibeles en el Parlamento.
