Reconozco que la pasamos bien, teñimos este amor de color rojo y azul y vestimos de gala para brillar por sexta vez juntos. Me regalaste ilusión, viajamos juntos por el continente, le trajiste magia a nuestra historia,  a tu lado conocí gente que aportó a nuestra causa, volví a creer en el amor. Por lo anterior, gracias.

Pero hoy contamos más días grises que de costumbre, se nos inundó el corazón de rutina, el tedio se hizo dueño del espacio que antes ocuparon la sorpresa y las promesas de gloriosos horizontes. Ya no somos los mismos Raúl, nuestra casa está vacía, los sueños rotos y las heridas abiertas. El Poderoso, la razón que nos une, se ve triste, falto de espíritu, demacrado. Es mejor que ya, cuando algún buen recuerdo nos queda, des el paso al costado, no quiero ubicarte en esa lista de los ex que pasaron por mi vida y dejaron desastres en la memoria.

No damos para más Raúl, dejemos aquí, el Medallo es más grande que vos y yo. Ya nos haces más mal que bien, más ausencia que presencia, más enojo que alegría. Esto es tan simple o tan complicado como el amor, así de crudo o de directo: no te quiero más, te quiero, lejos, para recordarte en unos años con algo de cariño. Lo mejor, para todos, es que empaques y tomes nuevos rumbos. En un futuro, seguro serás bienvenido para recordar las sonrisas que nos supimos regalar.

Entiendo si esta historia te superó, te habrás dado cuenta de que es un peso difícil de cargar, de que necesitamos renovar el amor en cada encuentro. Porque si se pierde la alegría, lo perdimos todo. Y hoy ya la emoción nos parece haber abandonado por completo, se nos hizo agua la confianza, nuestros colores no brillan, en mi familia ya no eres bienvenido.

Te suplico, que empaques pronto. O que si quieres hacer algo por nosotros, le des un giro radical a tu actitud y traigas de nuevo aquello que me hizo escribirte palabras de amor en otros tiempos. Hoy todas mis canciones, por tu culpa, son de desamor.

Gracias por lo bueno Raúl, vete, ya no te amo más.