El Bajo Cauca antioqueño es un pequeño purgatorio, atascado entre el infierno de las bandas criminales y el cielo de la paz que sus habitantes esperan alcanzar.
Por mucho tiempo, ese cielo se traducía en la bonanza cocalera. Era la época en la que los comandantes paramilitares ‘Macaco’ y ‘Cuco Vanoy’, con sus bloques Central Bolívar y Mineros, hacían lo que les daba la gana en los seis municipios de la subregión y el vecino departamento de Córdoba.

Las amenazas entre cada bando criminal afectan a la población, que en medio del problema es acusada de ayudarle al uno o al otro bando.
Entonces, tal cual lo explican sus propios habitantes, había coca por todas partes. Miles de hectáreas del área rural estaban repletas de ese cultivo maldito y de los laboratorios para procesar la pasta y trasladarla a Urabá, donde era embarcada hacia el exterior.
Las autoridades reconocen que el 80 por ciento de la economía del Bajo Cauca era ilegal. Los campesinos ganaban plata cultivando o raspando, los conductores transportando la mercancía, la gente tenía dinero para comprar y el comercio floreció. Pero la bonanza nunca es eterna y el espejismo de la coca comenzó a disolverse.
Primero fue el proceso de desmovilización de las sanguinarias autodefensas, y después la mala hora de ‘Cuco’ y ‘Macaco’, quienes fueron extraditados a Estados Unidos en 2008.
El Estado se acordó del Bajo Cauca y comenzó un intento de recuperar la subregión. La bonanza cocalera llegó a su fin, la economía se desmoronó y el desempleo, como un enorme caimán, comenzó a tragarse a los pobladores como si fueran pecesitos indefensos.
El problema fue que el Gobierno envió policías y soldados, pero no aplicó planes acertados para fomentar el empleo, la salud y la educación. El comercio se marchitó y los paros y protestas organizados por agricultores estuvieron a la orden del día, porque antes vivían de cosechar la mata de coca y ahora los cultivos legales no alcanzaban para los gastos.
Hace un años visité la zona, recorriendo los municipios de Caucasia, El Bagre y Tarazá. Noté entre sus gentes una gran desesperanza y desdén contra las instituciones estatales, porque les quitaron la bonanza cocalera pero no se las reemplazaron por algo mejor, según ellos. Hoy el panorama ha empeorado.
Como había descontento, desempleo y hambre, fue muy fácil que las bandas criminales volvieran a surgir. Antes se llamaban bloque Mineros y bloque Central Bolívar, ahora se denominan ‘Los Paisas’, ‘Las Águilas Negras’, ‘Héroes de Castaño’, ‘Autodefensas Gaitanistas de Colombia’ y demás, pero siendo lo mismo en el fondo: ‘paracos’.
Esta gente, con nuevos patrones como ‘Don Mario’ y ‘Sebastián’, comenzaron la guerra por el señorío de los territorios para producir la cocaína. No hablo de simples pandillas, sino de ejércitos criminales con arsenales enteros e integrados en su mayoría por desmovilizados de las Auc. Las matanzas, una tras otra, comenzaron a azotar los pueblos, tanto en los cascos urbanos como en los campos.
Para citar algunos casos recientes, el pasado 19 de febrero un comando armado ilegal llegó a una finca de la vereda La Virgen, en el municipio de Nechí, y asesinó a plomo a tres hombres y una mujer.
Y el 23 de febrero en un billar ubicado en Pueblo Loco, un caserío entre Nechí y Caucasia, los sicarios mataron a cuatro hombres y dejaron a otro herido. Después arrojaron granadas a dos graneros, mientras les gritaban a los vecinos y víctimas que eran “unos sapos”.
El propio secretario de Gobierno de Antioquia, Andrés Julián Rendón, reconoce que podrían meterle decenas de batallones al Bajo Cauca, pero si la gente no colabora con información, será imposible prevenir los actos de violencia.
Y lo que dice la ciudadanía también es lógico. Nadie les reemplazó la bonanza ilegal por algo efectivo. Es verdad que en esa zona hay muchos programas gubernamentales aplicándose, hasta la ONU ha metido la mano, pero aún no funcionan como deberían.
Por ahora, el Bajo Cauca es más infierno que cielo, por culpa de la plata: porque a unos les falta, porque a otros los corrompe y porque a los demás los impulsa a matarse por órdenes de sus patrones.
El Inspector.
“…porque les quitaron la bonanza cocalera pero no se las reemplazaron por algo mejor, según ellos…”.
Eso quiere decir que a un desmovilizado el gobierno debe darle un trabajo que normalmente reciba el mínimo por lo mismo que ganaba al margen de la ley?
Hay que ser consecuente con los actos. Sembraban una planta ILEGAL y les pagan con dineros manchados de sangre. Una vez el gobierno les da para cultivar papa, arroz, yuca, o cualquier otro cultivo LEGAL deben ganar dinero limpio (que aunque es menor el monto por lo menos es honrado).
Gran problema de nuestro país… se prefiere el dinero fácil sin medir consecuencias. Todo fruto de la ignorancia.
Es muy cierto que la gente poco colabora para desmantelar estas estructuras criminales que se valen del narcotráfico, pero también es cierto que entre más miembros de la fuerza pública se ubican en la zona del Bajo Cauca, más droga se produce en la región. Según dicen los pobladores algunos miembros de las instituciones del Estado permiten las acciones criminales de estos delincuentes. Se dice que alias valenciano se pasea por Caucasia, El Bagre, Nechí, como pedro por su casa y pasa los retenes de la Policía y el Ejército que hay en toda la troncal a la costa sin ninguna requiza.
Yo pienso que si nosotros los pobres queremos salir adelante, tenemos que seguir luchando y sembrando coca. Los campesinos no quisieran sembrarla, pero es que les toca.