Por ChepeVerde
@chepeverde

No hay mañana, Nacional se juega el todo o nada en la Copa Sudamericana. FOTO ARCHIVO.

Apenas despuntaba mis primeros pasos cuando de la mano, mi viejo, el artífice y cómplice de toda esta historia, dibujaba el camino por el que religiosamente cada ocho días como fiel devoto debería pasar.

“Me aplastó ver al gigante”, como canta Andrés Calamaro. No tenía capacidad de dimensionar lo que había ante mis ojos y menos lo que pasaba en su centro. Solo unos hombres de verde y blanco revoloteaban contra otros y el chip quedó grabado como marca indeleble: ATLÉTICO NACIONAL.

Han pasado mucho años desde esa cita en el Atanasio Girardot, nuestra casa. Vida para vivir con pasión, lágrimas y sonrisas. Cosecha de momentos memorables, taciturnos y otros de máxima excitación. Verde y blanco, dos colores que se apoderaron de una mente y un corazón. Una enfermedad epidemiológica que mueve a millones de seguidores nacionalistas y a otros millones a los cuales les remueve la gastritis y el dolor ajeno. Todos sufriendo y gozando gracias al mismo equipo.

Llega el momento definitivo. Sin mañana, sin alargues y con solo el traje de guerra, una camiseta con los colores más hermosos de la existencia: verde y blanco. Guerreros que con el corazón en la mano están dispuestos a todo. Una historia por escribir sin puntos finales. Solo momentos de gloria en capítulos de grandes proezas en páginas doradas.

Estamos ante el momento más importante de la era Juan Carlos Osorio en Atlético Nacional. Símbolo de tenacidad, profesionalismo y seriedad. Hombre corajudo que gracias a los resultados demostró a los incrédulos que el fútbol no solo es como cada quién cree que es.

Noche que esperamos se convierta en fiesta para el alma verde, para el hincha obrero, el oficinista, el reciclador, el jornalero, el campesino, la viuda, el secuestrado, el enfermo, el militar, el que piensa diferente, para la vieja, el viejo, para el niño, para usted, para mí, para todos…

Si usted es creyente sin importar el credo eleve su mejor oración. No hay mañana, no hay otra oportunidad, nos jugamos el alcanzar la gloria o el “gracias por participar”. Vístase de verde, bese la camiseta, saque pecho y con orgullo diga: ¡verde de mi vida, acá estoy de nuevo!

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