Por: May

En Nacional los buenos momentos se convierten en espejismos
Recuerdo un episodio de Laurent y Hardy, también conocidos como Stan y Ollie y por estos lares como el gordo y el flaco, la famosa pareja cómica de los años 30, que enrolados en la legión extranjera, pretenden olvidar un amor reciente. En sus peripecias por el desierto, sin agua y a punto de desfallecer, avizoran un oasis, su salvación, solo que era una creación de la imaginación.
Caso parecido nos hizo experimentar nuestro amado Nacional, en esta final del torneo colombiano. Primero, se coló en los cuadrangulares, haciéndonos olvidar una campaña de altibajos. Más bajos que altos. Con una expresión del juego para nada satisfactoria, más cercana al sufrimiento que a la dicha, e incluso, en muchos casos, de comida de uña.
Comenzó bien las semifinales, pero la exigencia del pobre torneo colombiano fue demasiado para su misérrimo esquema de conjunto, al decir del perro esquelético repleto de pulgas y garrapatas. Digo pobre torneo colombiano, pues al compararlo con ligas nacionales (y no me atrevo con las europeas) que en la reciente eliminatoria mundialista, quedaron por debajo de nuestro pobre desempeño; sin embargo, ellas colman estadios, tienen orgullo y ofrecen, como mínimo, una linda jugadita para beneplácito de la afición, que es la que se sacrifica en nombre de un puñado de malos profesionales.
Malos, porque no cumplen a cabalidad sus funciones rutinarias como empleados del espectáculo del fútbol, y profesionales, porque es la excusa de cualesquiera con un titulo y oportunidad, para atiborrarse los bolsillos. Y estos, ni siquiera cumplen con este axioma, pues lo que hacen es perder la guita de los premios, perder valor en el mercado bursátil y lo que es peor, la tirria de la hinchada.
En mi recuerdo, Laurent y Hardy escapan del ejército, y después de muchas tribulaciones, satisfacen sus querencias. La suerte, el azar y nuestro fútbol que son más extraños que la ficción, no permitieron esta vez que el verde llegara a clasificar. Si esto hubiera sucedido, lo catalogaría de espejismo. En caso contrario, también hubiera sido otra ilusión. La ilusión de una hinchada que es más grande que el objeto de culto, el amado Nacional.