Por: Jonny Sampedro
@jonnysampedro
La semana anterior analizamos en Pulso Verde las virtudes y defectos del Sporting Cristal, ahora el turno es para Peñarol de Uruguay, rival que no atraviesa un buen momento, que viene con varias bajas, y que futbolísticamente está, por ahora, muy lejos de aquel que apodaron “Campeón del Siglo”.
Las distancias deportivas se acortaron. De camiseta, mitos y leyendas ya no se gana hoy en día, menos en esta parte del mundo, y difícilmente lo logra un rival que proviene de una liga que ha perdido poderío.
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Y esto sucede, en parte, por la garantía que brinda el jugador de ese país. El fútbol uruguayo es preso de su fama, se acostumbró a ser una nación exportadora de futbolistas, que poco disfruta sus jóvenes promesas, y si los mejores están por fuera, pues no abunda el talento en el ámbito local.
Le pasa a Nacional de Montevideo, a Danubio, Defensor Sporting y a Peñarol, el rival de esta ocasión. Por eso su máximo referente es Diego Forlán, estrella del futbol mundial que en sus últimos años de carrera deportiva quiso terminar en el club de sus amores, pero con un nivel distante del que se le conoció en sus años mozos.
El delantero, quien se destacara en Sudáfrica 2010, no jugará este compromiso por una distensión en el isquiotibial; igual sucede con los zagueros Carlos Valdez, por desgarro en el muslo izquierdo; y Guillermo Rodríguez por contractura en los músculos posteriores.
Si se mira el “vaso medio vacío”, una hecatombe porque son tres hombres habituales en el once titular de Jorge Da Silva. Ya si el vaso se ve “medio lleno”, una oportunidad para tomar un respiro de los errores recientes, de probar variantes y opciones con otros elementos que no sean tan lentos en la parte posterior, y de igual manera en la parte delantera.
A esto se le suma que en duda estarán hasta último momento el lateral derecho Maximiliano Olivera (por una ampolla en un callo), y el volante ofensivo Nicolás Albarracín (golpe en el tobillo). Una serie de contratiempos que sumados al futbol actual de Peñarol, no le brinda muchas esperanzas al hincha “Mirasol”.
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Este Peñarol juega desde hace buen tiempo un 4-4-2. No varía mucho su módulo, pero en caso de darse en este compromiso estaría entre un 4-3-2-1 (ver foto) y un lejano 4-1-4-1.
En la zona defensiva la velocidad escasea. Ya dijimos antes que no son las virtudes de Carlos Valdez (#23) y Guillermo Rodríguez (#2), pero tampoco las de sus remplazantes Emilio MacEachen (#4) y Gianni Rodríguez (#22).
Por los costados sucede lo mismo con Matías el “Vasquito” Aguirregaray (#13) y Maximiliano Olivera (#15), por lo que Nacional tendrá ventajas en este aspecto, pero ojo, habrá que aprovecharlas porque este equipo podría replegarse, cerrarse y estas reducirse a algunas cuantas, entonces no podrá repetirse la mala definición ante Huracán.
En los duelos Copete le ganaría sin inconvenientes a Aguirregaray, Ibarbo a Gianni Rodríguez, Marlos a MacEachen y un Bocanegra lanzado al ataque tendría una interesante lucha con Olivera.
Por la altura y talla de sus defensores, sería bueno no jugar con un nueve definido como Ruiz. No “clavarlo” en esa zona, y hacerlo desgastar con dos hombres que lo referenciarían y le limitarían opciones.
Por el centro Nacional tiene chances de tener buen fútbol interno. A Freitas (#18), Costa (#28) y Nández (#25) les costó contener el mediocampo de Sporting Cristal en su debut copero. Perdieron en velocidad, en la recuperación no andan bien y con un Mejía, Pérez, Guerra o Macnelly inspirados, las sociedades aparecerían y las llegadas también.
Si por el contrario, Da Silva toma más recaudos e instala un 4-1-4-1 con Marcel Novick (#5) como cabeza de área, y otros dos de los tres recuperadores mencionados, el tránsito por esa zona se complicaría bastante, el juego sería más cortado, y los indicados para estar en el campo serían Guerra, Marlos, o Sherman, quienes llevan la dinámica en su adn.
¿Y buscando el arco contrario?
En ataque tampoco le va bien al “Carbonero”. Las transiciones que hace son lentas, no hay fútbol fluido, más de tres toques, y no sorprende en velocidad. Hasta ahora todo suena como si el rival fuera poca cosa, no valiera un mango, pero en serio, este gigante continental la pasa mal en estos momentos.
Así las cosas, no sería descabellado exponerse y arriesgar un poco más si el partido está embolatado, o si el rival está corto en defensa, pues su falta de sorpresa permite jugar un poco más con “candela” y no temerle en ese aspecto.
En lo que sí hay que tener cuidado es en la pelota quieta. Fundamental evitar las faltas cercanas al arco de Armani. Ya sabemos de sus virtudes en este aspecto, de los buenos cabeceadores que son, de los puntos a mejorar que tiene el equipo de Rueda en esa faceta, pero si un tipo se estira con facilidad por encima de los 2,10 metros y hay otro que le pone el balón en la cabeza la cuestión se complica.
Aquí es donde entra el hombre que juega con el número 14, un “tal” Luis Aguiar, nada menos que el corazón del equipo. Un volante de ataque pero con una voluntad notoria, de ida y vuelta, mucho sacrificio, pegada con las dos piernas y centros con alto grado de precisión, como los que se cansó de esperar Fernando Uribe cuando tuvo de compañeros en el “Verde” a Micolta y compañía.
Con Aguiar, el volante que juegue por derecha, sea Marlos o Berrío, tendrá que estar atento para evitar su salida y que levante el esférico, así se controlará en parte las virtudes que tiene el rival, que también inquieta con el fútbol directo que proponen sus centrales a Miguel Murillo, el exDeportivo Cali quien gana por arriba y en potencia se lleva al que no le dé la talla.
En resumen, las condiciones favorecen a Nacional y una nueva victoria se ve posible. Lástima que el juego no haya sido primero en Montevideo, porque viendo la necesidad del cuadro Charrúa por ganar en estos momentos, las ventajas que otorgaría encajarían a la perfección con las virtudes del cuadro antioqueño. Por ahora, paciencia, no sobrar al rival y pelear cada balón a muerte.
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