Por Felipe Benavides
@felipeQhubo
En el fútbol hay deudas que van quedando sin saldar. Cuentas pendientes que solo las cambia el presente, revanchas que han quedado aplazadas después de tantas amarguras en los últimos años en los torneos internacionales. Esta noche, contra Atlético Mineiro, por la tercera ronda de la Libertadores, el verde deberá ponerle fin al suplicio copero y ratificar que está para volver a ser uno de los grandes del continente.
Quienes crecieron entre los finales de los 80s y los principios de los 90s se acuerdan de la jerarquía que tenía Nacional. No era extraño ver estadios llenos, jugadores con amor propio que le compitieron de tú a tú a equipos de la talla como Sao Paulo, Peñarol, River Plate, Boca Juniors, Argentinos Juniors, Independiente, entre otros. Pero de repente, la magia internacional quedó sepultada en lánguidas presentaciones que sacaron al ‘rey de copas’ de la escena copera, en la vitrina en la que están los grandes.
Basta recordar que desde 1995 no pasamos la segunda ronda, certamen que acabó con el subcampeonato a manos de Gremio. Las otras presentaciones, por casualidad del destino, han estado enmarcadas en medio de crisis de resultados y relevos de técnico que han perjudicado al equipo. En 2000, los dirigidos por Luis Fernando Suárez quedaron de últimos en el grupo que compartió con River Plate, Atlas y Universidad de Chile.
En 2006, ‘Sachi’ Escobar dejaba al club en medio de problemas por la salida de ‘Chicho’ Serna y Carlos Navarrete caía goleado 4-0 por Liga de Quito. En 2008, después del bicampeonato con Quintabani, no se pudo contra Fluminense y en 2012, después de que Santiago Escobar fuera sacado del equipo, Norberto Peluffo, con los consejos de Juan Carlos Osorio, quien estuvo en el estadio en el que Nacional empató con Vélez, se quedaba otra vez por fuera de una tercera ronda.
Hoy el presente es muy distinto: hay solidez institucional, el equipo recuperó su memoria futbolística con el triunfo en Argentina ante Newell´s, y sin amago de crisis existen motivos para darle vuelta a la dispareja serie contra los brasileños. Eso sí, debemos aprender de lo pasado, que es reciente y que dejó lecciones grandes: Sao Paulo en Suramericana 2013 y Gremio en la actual Libertadores.Hay que privilegiar el resultado por el juego bonito, ese que la tribuna pide; se necesita concentración para no recibir gol que es determinante en el desempate en caso de tener los mismos puntos; ese último punto preocupa porque Nacional en 24 partidos jugados en el semestre, solo en seis no le hicieron gol, distinto a lo que ocurrió el año pasado. Otro aspecto por mejorar es ser contundente, de tres llegadas marcar una, convertir ser eficaces, cosa que los brasileros saben hacer muy bien. Por último, tener control de partido, es decir, llevar el ritmo de juego, no dejar que el rival quite la pelota y confunda al equipo como sucedió con Gremio.
Es un rival difícil, sí, el actual campeón, pero en esta instancia están los 16 mejores clubes del continente, ¿algo bueno?, sí, pero era lo obvio, Nacional sin estar ahí era casi fracaso. Ahora, el verde deberá acordarse de su historia, del 1-0 en semifinales contra River Plate; del 2-0 a favor contra Olimpia, de ese 3-0 como visitante ante Peñarol, de noches llenas de gloria en la que a punta de garra, el equipo verde desvia las miradas hacia su estadio. Ya se ganó todo a nivel local, de eso no hay discusión, pero los grandes los forman las copas, las salidas del país, la vitrina de estar sonando en otros países, y hoy, Nacional, jugadores, tienen una deuda que saldar: poner un pie en cuartos de final después de casi 15 años. Hay con qué, recuperen la memoria y jueguen con jerarquía. Y nosotros, hinchas, a creer, a alentar y a tener paciencia, porque antes que el juego lindo, importa el resultado.
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