Los peligros del antifútbol

Por: May

"Ya no se espera con ansia el siguiente partido"

"Ya no se espera con ansia el siguiente partido"

En los años 80s y 90s, aparejados con la naciente e insipiente identidad del fútbol colombiano, y con Atlético Nacional  como su iniciador y mejor exponente, se evidenció el incremento de espectadores, hinchas, seguidores o como se quiera llamarlos, en los barrios, ciudades y estadios colombianos.

El ascenso y reconocimiento social de los nuevos “profesionales” del fútbol, aupados por Marroquín y sus Selecciones Antioquia de ensueño y, Zubeldía, Cubilla y Maturana con el verde profesional; el compromiso de directivos visionarios como León Londoño y otros; el mayor número de transmisiones por televisión; la participación internacional y la obtención de títulos, la organización de las “barras” y la potencial identificación de nación a través del fútbol, hicieron posible que el patrimonio primordial del equipo de fútbol, sus hinchas, aumentara considerablemente. No importaba la edad, sexo o condición social,  todos fuimos hinchas.

Los estadios se quedaron chicos para la cantidad de almas que los colmaban.  El fervor aumentaba y los futbolistas concientes de su nuevo rol, respondían, y cuando era difícil la situación, la hinchada con su empuje movía la redonda, impulso fundamental para el gladiador de la cancha.  Las satisfacciones eran superiores a las decepciones.

Casi como ahora, pero al contrario. Desilusión, pena e insatisfacción son  la constante del otrora equipo más ganador y ejemplo del fútbol colombiano, Atlético Nacional.  Verlo “jugar” es un martirio. Ya no se espera con ansia el siguiente partido. La ilusión cedió su espacio a la tensión y la desesperanza. Las excusas y explicaciones desbordan la creatividad del más avezado. El trabajo no se evidencia en la cancha. El aliento de la tribuna es lo único rescatable.

Lo que considero fundamental de esta etapa, es que el NO FÚTBOL del “equipo” atenta contra ese patrimonio ganado en décadas pasadas. La hinchada, que de su pecunia aporta para el sostenimiento de la institución a cambio de satisfacciones, no está siendo retribuida. ¿El resultado? Un gigante cada vez más solo y a diferencia de la evolución, sin nuevos cimientos que perpetúen su esencia.

2 comments

  1. Manuel Felipe Álvarez   •  

    Una reflexión que manifiesta la nostalgia de muchos hinchas, que ven en su equipo una escuadra investida de olvido, donde la memoria de muchos que sudaron la camiseta y aGOLparon en sus corazones un grito de gol, se ha visto atiborrada.

  2. Alexandra Vega Rivera   •  

    Mejor no ha podido ser dicho, y -por que no- compilado! Esos procesos progresivos que no indican progreso. Ser hincha indudablemente es una de las vocaciones más arriesgadas frente a la retribución, de hecho creo que como en ninguna otra, la vocación misma depende tanto y tan directamente de una serie de cosas, factores, sucesos y voluntades que en absolutamente nada dependen del hincha mismo, es decir, ser hincha, ser hincha de verdad es voluntariamente ceder gran porcentaje de la tranquilidad y el amor mismo al azar, que en ultimas no es otra cosa que amar y confiar en el club.

    Yo le sigo apostando a la paciencia -de parte nuestra- y a la vergüenza -de parte de tantos de ellos-, por que solo cuando aquellos que pueden circunstancialmente generar cambios a favor del club, sientan la verdadera vergüenza del juego en el campo, solo ahí -quizá- se verán los cambios.

    Saludos!

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