Por Sebastián Aguirre
@aguirresebas

Palabras de agradecimiento se tienen para el profesor Juan Carlos Osorio que en un año nos dio tres alegrías. FOTOS EL COLOMBIANO.
Hasta hace un par de años, me preguntaba porqué Atlético Nacional, con las inversiones que año tras año realizaba en sus estructuras deportiva y administrativa, no lograba consolidar un dominio absoluto en el fútbol colombiano, al nivel que lo tienen, guardando las proporciones, el Real Madrid y el Barcelona en España; Peñarol y Nacional en Uruguay; PSV y Ajax en Holanda; o en latitudes más cercanas la U y el Colo Colo en Chile, o el Universitario, Alianza Lima y Sporting Cristal en Perú, por poner solo algunos ejemplos conocidos. Todos equipos con estirpe ganadora, siempre finalistas en sus torneos locales y clasificando a las copas internacionales.
Para ser grandes, hay que establecer dinastías. Y Nacional, pese a su rica historia, no había alcanzado un periodo de dominio tan aplastante como el que está experimentando desde finales de 2012, cuando ganó la Copa Colombia y estuvo a punto de clasificar a los cuadrangulares semifinales. Desde entonces, el Verde instauró una era de superioridad que nadie, por ahora, ha podido discutirle. Ni Santa Fe, ni Junior, tampoco Pasto, Millonarios y Cali. A todos, nuestro equipo los ha debilitado, maniatado, desmantelado de sus virtudes, para pasarles por encima con una propuesta arriesgada que trajo el entrenador Juan Carlos Osorio, y que demoró en ser aceptada por la hinchada, para finalmente ser aclamada y recompensada con títulos y mucha, mucha gloria para la familia verdolaga.
Persistir, resistir y nunca desistir, un lema que copio para reflejar lo que ha sido la tarea de Osorio al frente del Campeón. Con su rotación, que a veces es injusta pero necesaria; con sus papelitos, motivo de burla para muchos pero efectivos en su comunicación con los jugadores; con su terquedad, vital en la hoja de vida de un buen entrenador; y con su humildad, para aceptar las críticas que arreciaban sobre su labor, pero también para responderlas con trabajo y respeto.
La era Osorio, la dinastía Verde que promete extenderse, quisiéramos todos que por varios años más, refleja la labor de un entrenador que ha ganado varias batallas. Dijo que Juan David Valencia era el mejor lateral izquierdo del país, y aunque aún Pékerman no le copia este mensaje, el moreno nos ha regalado varias alegrías con su zurda. Trajo a Sherman, eterno suplente en Millos, Junior y Equidad, y le dio la responsabilidad de ejercer como Mcnelly Torres, cuando éste emigró al Medio Oriente. Conformó un bloque de mediocampistas centrales en el que todos fungían como verdaderos capos: Alex Mejía, Diego Arias, Sebastián Pérez, Alejandro Bernal y John Valoy. Y metros más atrás, creó una muralla infranqueable, capitaneada por Alexis Henríquez, y secundada por Diego Peralta (para mí la mejor contratación del Verde en este año), Daniel Bocanegra, Steffan Medina, Francisco Nájera, Miller Mosquera, y el mejor jugador de Nacional en la temporada: Óscar Murillo.
En el arco, Franco Armani y Neco Martínez no sintieron los efectos de la rotación, y adelante, Wílder Guisao y Orlando Berrío se revitalizaron con la confianza de Osorio, para concretar las opciones que tuvieran y asistir a Juan Pablo Ángel, Fernando Uribe y la “Fiera” Jefferson Duque.
Además, nutrió la plantilla profesional con unos jóvenes que prometen: Daniel Galindo, Rodin Quinónez, Luis Muriel, Julián Franco, Déiver Machado, entre otros, que dieron una mano valiosa cuando los más grandes estuvieron ocupados en la faceta internacional, y que seguramente en 2014 tendrán un protagonismo más activo, dado la copada agenda que se avecina.
El manejo del grupo, darles a todos la posibilidad de jugar partidos importantes y definitorios, otorgarles la oportunidad de demostrar sus condiciones en cualquier torneo, y lo mejor, de engrosarles sus hojas de vida con títulos, fue una de las fortalezas de Osorio.
Termina una temporada exhuberante, emocionante, pero atentos, que se nos viene un año vibrante, con seis campeonatos en la ruta, y la gloria internacional como botín mayor. ¡Gracias muchachos, gracias, gracias, miles de aplausos, nos vemos en 2014!
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