Por Pulso Verde
Fue agónico, sufrido, peleado, sudado y llorado. El triunfo en cuartos de final ante Rosario Central, además de histórico sumó otra cantidad de condimentos deportivos y extradeportivos. El gol que desató la euforia lo gritó un estadio colmado de impotencia por el tiempo perdido de los jugadores “canallas”. En la noche del Atanasio, los rosarinos lucieron con orgullo su “apodo” y vieron diluir una clasificación ganada con marrulla y poco fútbol.
Grito de fútbol, grito de desahogo, grito por la reivindicación del color de piel, grito de lucha, grito pujante, grito de aquellos que son considerados minorías, pero son mayoría. Orlando Berrío la embocó, celebró en la cara de Sebastián Sosa, lo propio hizo Marlos Moreno. Conducta reprochable para muchos, aunque no la justificamos desató la locura y ese momento el haber sido tratados de “negros de mierda”, “micos”, “monos”…
Lo cobraron así…
Excelente artículo. No importa que la prensa colombiana solamente nos quiera pordebajear.