Así viví la vigésima vuelta olímpica del Verde

Por Sebastián Aguirre
@aguirresebas

FOTO EL COLOMBIANO

 

Fue una final emocionante. No era un título más el que nos jugábamos en el Atanasio: en disputa estaba, más que una copa e independiente de su relevancia, el orgullo de decir Yo soy el más ganador del país. Al frente Millonarios, nuestro máximo rival histórico (No, señores, no lo es el DIM, con el cual el asunto no va más allá de ser un clásico regional), en un mano a mano por la mayor cantidad de títulos y de hinchada en el ámbito nacional.

Al estadio arribé una hora antes del inicio del partido. Me sentía tranquilo. En el partido del miércoles pasado en Bogotá, y en el que se había jugado antes allá mismo hace poco más de un mes, observé un Nacional muy superior a los azules, tanto en el juego como en los planteamientos tácticos de Juan Carlos Osorio. Claro, el empate a dos goles hacía ver la serie abierta, pero estaba seguro que mi equipo impondría su jerarquía, pese al gran nivel de los bogotanos, con muy buenos jugadores como Dayro Moreno, Mayer Candelo, Wason Rentería, entre otros.

Me ubiqué en Preferencia baja, pero por fortuna luego hallé un buen lugar en la parte alta, porque sino la mojada hubiera sido tremenda, como en efecto lo fue para quienes no tuvieron la fortuna de resguardarse bajo el techo de esta tribuna. El ambiente, inmejorable: a pesar del respeto que le tenemos a Millos, los hinchas confiábamos en nuestros jugadores, quienes día a día nos han demostrado en este semestre su fortaleza mental para los grandes desafíos. Y aunque la caída ante Sao Paulo dolió, no afectó los ánimos de unos y otros.

La salida del equipo a la cancha fue impactante. Los extintores de colores, los globos verdes y blancos y los coros de la afición imponían un marco excepcional para un clásico de este tipo.

Me molestó, eso sí, y antes de comenzar el juego, cómo fueron retirados algunos hinchas de Millos del estadio. Si bien estaban avisados, creo que el fútbol no debe llegar a esos extremos de intolerancia, y no creo que a alguno de nosotros nos gustaría que nos sacaran de un escenario en otra ciudad, solo porque vestimos la camiseta verdolaga.

Dejando de lado este detalle, el partido comenzó, y los nervios, que ya estaban instalados en nuestros organismos desde el día mismo en que se supo que la final sería ante Millos, comenzaron a incrementarse. La lluvia, que dificultó el estado del terreno de juego, le dio connotaciones casi épicas a las acciones. Por más que la Copa Colombia sea un torneo todavía en maduración, en la cancha no se notaba esta realidad, y los 22 jugadores lo daban todo.

Llegó la falta sobre Sebastián Pérez, y lo confieso: desde la tribuna le grité, como si Juan David Valencia me pudiera escuchar, para que le dejara el cobro a Daniel Bocanegra. Siquiera no me hizo caso (?), pues el hombre se fajó semejante golazo, para garantizarnos un descanso tranquilo culminada la primera etapa.

En la gradería, algunos nos preguntábamos si Osorio volvería a hacer lo de Bogotá: sacar a los dos delanteros, Uribe y Duque. ¡Y sí que lo hizo! Esta vez, sin embargo, el planteamiento fue distinto, y el equipo no se resguardó, aunque sí mantuvo el orden en la defensa. Los últimos diez minutos fueron electrizantes, sobre todo esa ráfaga en la que Sherman tuvo el gol y envió la pelota al palo, y Juan David Valencia no supo definir ante el rebote que dejó el arquero Delgado en el área azul.

Los tres minutos de adición pasaron como si los hubieran multiplicados por tres, hasta que el árbitro Ímer Machado (puntos suspensivos para su actuación) levantó sus manos, y fue festejo total. Mesurado, eso sí, pues sabíamos que éste objetivo estaba en la tercera escala de prioridades en este semestre. Se notó en la vuelta olímpica, tranquila, con caminata y sin celebraciones eufóricos, y con un merecido levantón en hombros para Juan Carlos Osorio, el profe al que muchos criticamos (Sí, reconozcamos nuestros pecados, ahora que está de moda echarles la culpa a los demás por los insultos al entrenador), y que hoy nos tiene en la cúspide del fútbol nacional.

¡Salud verdolagas! Ah, y eso no acaba: ahora vamos por la estrella 13. ¡Soy del Verde, soy feliz!

 

2 comments

  1. victor manuel   •  

    llevo 13 años en españa,soy de pereira y desde que tengo uso de razon,mi corazon ha sido verdolaga,aunque me considero privilegiado por haber vivido la era maturana,una de las eres mas gloriosas,hoy siento nostalgia,no poder estar alli,para compartir tantas alegrias que nos da,nuestro rey de copas,en la distancia se sienten mas los colores,ahora me doy cuenta,felicitaciones a mi equipo y sus seguidores.

  2. OSCARBOOM   •  

    NO MEGUSTA EL TECNICO OSORIO ASI GNEMOS TODO

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>