Por José Fernando Serna Osorio
@jofesos

Que la alegría y el ímpetu del equipo celebrando los goles se mantenga también como actitud en la cancha. Foto Juan Antonio Sánchez-El Colombiano
¡El baile está bueno! Me gusta. En el fútbol nunca las cosas han sido fáciles. Solo para Australia en Oceanía. Bueno el baile y mejor la música. Los ancestros hablaban de “cañaña” y ya veremos si este Nacional, modelo 2019, versión Paulo Autuori, la tiene para llegar a la final.
Deportivo Cali, Deportes Tolima y Atlético Junior suponen unos partidos altos en adrenalina, preocupaciones y algunos sinsabores, pero también requiere que el cuadro verdolaga presente un nivel medio-alto para superar los seis duelos camino a la estrella 17.
¿Cómo jugar? Se abre la puerta del suspenso. La montaña rusa en la que se convirtió Nacional a lo largo del torneo pone un sinnúmero de variables sobre la balanza para analizar. Un sube y baja de niveles entre partidos con aspectos sobresalientes y otros con actuaciones paupérrimas tanto individual como en conjunto.
Los cuadrangulares arrancan con borrón y cuenta nueva, pero no se puede esconder el antecedente reciente que tenemos ante los tres rivales. En la fase del todos contra todos a ninguno le ganamos. Con Cali empatamos 2-2, Tolima nos derrotó 2-1 y con Junior empatamos 0-0.
Cali no es un equipo boyante ni que pasa por encima al rival, es un partido mano a mano y con juicio se pueden sacar resultados positivos. Tolima es nuestro “coco”. Es un cara y sello desde hace algunos años y tenemos encima una final perdida con ellos. Alberto Gamero nos tiene la medida, y entre todos, hablando de fútbol hoy, sería el duelo más complejo.
Junior es uno que va y viene. “Estrena” por novena vez cuerpo técnico con Julio Comesaña y pone siempre un punto de equilibrio como partido parejo de ida y vuelta. Un valor extra es que para los del Atlántico, Nacional es un clásico con la escasez propia del fútbol ausente de su región en las últimas décadas.
Nacional tendrá que definir si apela a un fútbol emocional o uno táctico. El primero le ha funcionado de mejor manera. Lo vimos en el 2-2 ante el Cali en Medellín, después de ir perdiendo 2-0. Lo vimos en los duelos ante Medellín y contra el América. Triunfos empujados por la adrenalina y la hinchada.
En el otro se ve carencia de muchas cosas. Una defensa consolidada pese a los movimientos de nómina y la juventud, un medio campo con ganas, pero extrañando un 5, ese raspador que ayude a cortar juego. Una creación nula con poca generación y más de movimientos explosivos y al vacío por las bandas. Y arriba, una delantera que cumple a medias con poca contundencia.
Ajustar nómina esperando los ausentes: Henríquez va para finales; me la juego con Andrés Perea en vez de Bryan Rovira, es más clásico en su papel de limpiador; que vuelva Sebastián Gómez; ojalá que Ceppelini tenga mejores tardes y que Barcos afine (también que salte).
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