Por: Susana Restrepo Velásquez
Colegio Marymount
Había una vez una niña bastante insegura de sí misma que decidió participar en un taller en la Universidad Pontificia Bolivariana. Ella consideraba que esta oportunidad beneficiaría su futuro, o eso decía, le daba vergüenza admitir que le fascina escribir.
Tenía miedo de que le pusieran apodos y de que lo que hiciera fuese juzgado. Ella vivía en una película, muy lejos de la realidad. No tenía ni idea de que este taller le cambiaría la perspectiva sobre muchas cosas.
El detestable viernes en el que iniciaría todo llegó. Ella se había vestido cuidadosamente: llevaba una camiseta de Guns n’ Roses, esperando charlar con alguien sobre esa banda. Su madre le dijo que se veía muy bien, y salieron para el taller.
Al llegar a la Universidad, la mamá dejó a la hija con una tallerista y otros estudiantes que iban a ser sus compañeros. Ella quería hablarles, conocerlos y hacer amigos, pero la vergüenza la derrotó. Pasó el rato aburrida. Quería hablar, pero las palabras no salían. Y así fue como ella vivió el taller hace un año, queriendo que se acabara, que su mamá la llamara para salir corriendo a la portería. El problema no era el taller, ni los compañeros, sino su timidez. Y aunque ella parecía débil, nunca lo fue, solo estaba convencida de que lo era: al final del taller del 2022, su texto fue publicado. ¡No se imaginan cuánta emoción la embargó en ese momento!
Esa niña era yo. Soy una persona bastante sociable, extrovertida. Ando feliz por las calles e intento hacer bromas para animar a cualquiera. Doy cumplidos, y hablo hasta por los codos. Por eso es difícil creer que una vez fui esa niña. Ella ya no existe, claro, solo fue una versión de mí que no me enorgullece, aun así, no la quisiera borrar, es más, cada vez que veo al pasado me siento feliz de que ya no soy así, de que me convertí en una persona mejor y más segura. Pero lo que más me alegra, es que después de horas gastadas en el celular, llegó ese mensaje que estaba esperando: volvería a El Taller Prensa Escuela 2023. Estaba muy feliz; nerviosa, pero no como antes. Estaba segura de que iba a hacer amigos. Pero entonces, ¿por qué seguía con nervios?
El viernes llegó más rápido que nunca, como si me estuviera esperando. Salí temprano de clase, lo cual fue un alivio. Pero cuando el bus llegó, mis nervios volvieron. Me senté atrás, miré de reojo, y comencé a admirar cómo el conductor había decorado su puesto, me imagino que todos hacen lo mismo. Algunos tendrán dados gigantes colgando del retrovisor, pero este tenía un dije de la Virgen María bien puesto. Abstraída en esos pensamientos, el dichoso bus empezó a dar pasos con timidez hasta aproximarse a la entrada de la universidad. Salí y sentí un deja-vu al instante, pero eso no me iba a derrumbar.
Caminé y caminé hasta llegar a mi bloque. El ascensor se demoró demasiado, y apenas llegó, una cantidad de gente se lanzó para entrar. Llegué a mi salón, no había nadie, entonces esperé. Sentía que esta era la única oportunidad de crear una buena impresión. Me senté atrás y muy pronto comenzó el taller. Me sorprendió el entusiasmo con el que nos saludaron nuestros talleristas, ya veía un buen comienzo.
Los talleres se convirtieron en una de mis cosas favoritas. Salir en mitad de clase los viernes, montar en el bus con mis amigas del colegio para encontrar a las amigas que hice en el taller. No era fácil confiar en el tiempo, porque para mí las sesiones se acababan muy rápido y esto me encantaba porque era señal de que no la paso mal.
Al final, logré voltear las cartas completamente. El año pasado no hablé con nadie, y era de las más calladas del salón, pero aun así conseguí crear un texto increíble. Ahora soy de las más sociables del taller, pero no he escrito nada. Salí a caminar para ver si algo llegaba a mi cabeza y lo único que encontré fue un par de cigarrillos aplastados en la acera. Volví y me encerré en mi cuarto pensando en cómo haría esta historia lo suficientemente interesante. Entonces decidí hablar de Prensa Escuela: de cómo conseguí cambiar el juego para, en serio, divertirme.