Ahora ya no estás, Nany

Por: Jhonny Alejandro Maya

I.E Benedikta Zür Nieden

Grado Décimo

Tallerista Valentina Areiza Ramírez

Licenciatura en Humanidades y Lengua Castellana

Universidad de San Buenaventura

 

Desde el principio pensé que siempre te iba a tener para toda la vida, que seríamos como la uña y la mugre, el dúo perfecto. En todo momento tú eras la que me levantaba el ánimo y yo siempre te brindaba compañía, éramos unos niños inocentes enfrentando el inicio de nuestras vidas. Mi nacimiento y el tuyo fueron pura casualidad. ¡Quién pensaría que dos integrantes de nuestra familia nacerían el mismo día! Por eso siempre pensé que éramos mellizos de padres diferentes.

Mi madre y la tuya en todo momento fueron mejores amigas; si una asistía o era anfitriona de algún evento siempre tenía que estar la otra, creo que eso fortaleció nuestro vínculo. Mi hermana amaba jugar contigo aunque ella te llevara 4 años de ventaja, por eso mi tío cuando pensaba que tú te aburrías siempre tenía en la mente a mi hermana. Todos mis familiares te amaban, fuiste una niña bondadosa y generosa sin que el mundo vil te corrompiera. Sé que para mi tío eras el sol de cada mañana, su razón de vivir, le alegrabas el día a día. Lo sé por su manera de hablar cuando te menciona.

En mi mente quedaste grabada como una prima hermana. Tu piel blanca la adornaban tus lunares, y tus ojos color marrón acompañados de un cabello castaño embellecían tu rostro angelical. Siempre me apoyabas, sobre todo en los momentos que sentía vergüenza o pánico ante una situación. Recuerdo nuestro primer día de clases juntos como si fuera ayer; tú estabas emocionada y yo asustado porque era algo muy raro para mí, pues ya no tenía la protección y seguridad de estar rodeado de personas con las que pasaba mi vida cotidiana; sin embargo, tú estuviste presente. Ahora ya no estás.

El año 2013 fue un año duro para mi familia ya que pasábamos por una pérdida de un tío muy querido cuatro meses atrás. Luego, un domingo cualquiera, recuerdo que yo estaba jugando en mi casa al lado de mis dos hermanas y mi madre; mi padre estaba pescando en San Pedro con mi tío, buscando la manera de relajarse de los problemas que tenía, ya que se estaba separando de su esposa y eso implicaba luchar por la custodia de mi prima. Mientras estaba allí, le entró una llamada de un conocido, contándole que hubo una masacre en la casa de mi prima -su hija- por lo que contactó a mi mamá y le pidió que fuera a ver si era cierto. Ella fue y al llegar a la casa se dio cuenta de lo que había sucedido. 

De inmediato mi madre empezó a llamar a todos mis familiares. Algunos decidieron ir a la casa de mi prima a corroborar, pues lo que les decían era algo muy inverosímil. Una de esas llamadas entró a mi casa, y mi hermana mayor la atendió, lo que le dijeron simplemente la dejó atónita y empezó a llorar a cántaros. Yo le pregunté qué había ocurrido y me dijo algo que, hoy por hoy, sigue resonando en mi mente: “Murió su prima”. Esas pocas palabras fueron suficientes para dejarme pasmado por todo un día. A partir de ese momento, nada sería igual.

Cuando se enteró de la noticia, mi tío no la pensó dos veces para ir a la casa de mi prima y, aunque estuviera a 36 kilómetros de distancia, no tardó. A su llegada, todos comenzaron a decir: “Llegó el papá, llegó el papá” y cuando empezó a avanzar se encontró lo peor…

Este era un cuadro difícil de olvidar; mi tío vio cómo alrededor de la casa había policías, mucha gente y familiares. Para ese momento él ya había confirmado lo que había pasado. Tantas emociones lo invadieron en un mismo instante que no se logró controlar: se colgó de las rejas de la casa y empezó a gritar, se sentía como un hombre abandonado por Dios. Solo había una persona que se había salvado de ese fatídico día: él. 

Toda mi familia ese día estuvo desolada sin saber qué hacer, mientras la policía buscaba culpables. Es que ¿quién podría haber matado a toda una familia tan despiadadamente con un machete, a una niña inocente con todas las de vivir, a su madre y a unos señores de edad considerable queriendo disfrutar sus últimos años?

Tres personas eran sospechosas. Una de ellas era mi tío por las constantes peleas con la mamá de mi prima. Las otras dos eran unos hermanos. vecinos de mi prima, que se habían enamorado de su madre, pero ella no les correspondía. ¡Y justo ese día ellos estaban desaparecidos! Después de una investigación severa dieron con los culpables, efectivamente eran esos hermanos. Los metieron a la cárcel por bastante tiempo.

Para mi familia nada siguió siendo lo mismo, habían perdido el sol que los alegraba cada vez que los veía. Ella nos dejó un vacío que nadie puede llenar. Ahora solo hay ilusiones y pensamientos de cómo sería si aún te tuviéramos, para poder volver a decirte: “Nanny” y que tú voltearas con una sonrisa en tu rostro. Para mi tío fue como si le hubieran quitado gran parte de él, y que todo en su vida hubiera perdido el sentido por unos momentos. Como si el resto del mundo ya no importara; teniendo que luchar por un futuro sin poder volver a ver a su hija, creyendo que todo era culpa de él.

Por mi parte nada fue igual, al no tener una persona de mi edad que me comprendiera, ni tener pareja de juegos, no me sentía a gusto con nadie. Sigo asistiendo al colegio, afrontando la realidad de que ya no estés a mi lado. Siempre me pregunto por qué una inocente niña sufrió actos que no tenían nada que ver con ella… Ahora mi tío y yo compartimos algo, y es que no te tenemos al lado para celebrar un año más de vida en cada cumpleaños.

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