No quiero hablar de política. Quiero hacer unos comentarios argumentados sobre las relaciones económicas de Colombia con Venezuela. Es necesario reflexionar sobre la importancia del mercado venezolano para la economía colombiana.
Cuando estudias el comercio exterior te das cuenta que se señala a los países del Norte como los grandes mercados de las naciones en vía de desarrollo. Por eso, Estados Unidos, La Unión Europea y Japón se han convertido en los principales objetivos de las exportaciones de América Latina, Asia y África. Bueno, ahora China se erige como el nuevo gran mercado.
Sin embargo, todos estos mercados tienen en común que son nuestros compradores de productos genéricos, la mayoría fundamentales para el desarrollo de sus economías industrializadas: combustibles y materias primas de origen vegetal, mineral y animal. Digamos que son productos “básicos” y que, por ende, difícilmente los dejarán de comprar.
Caso contrario es lo que sucede con Venezuela. Para Colombia, los patriotas no sólo significan el segundo comprador de nuestras exportaciones, sino que eran (antes de la crisis) nuestro principal consumidor de bienes manufacturados (ver gráfico de Fedesarrollo).

En pocas palabras, Venezuela nos compraba valor agregado, o sea, productos procesados que tienen un mayor precio en el mercado, que ocupan más mano de obra y, por ende, generan más riqueza. Si miramos los mercados mundiales, notaremos que la mayor parte del comercio mundial se da entre las economías industrializadas (ver mapa del Sciences Po). Y esto no es gratuito. El comercio mundial creciente es el de productos de alto valor agregado, por ende es el de productos que se hacen con avances de ciencia, tecnología e innovación.

Lo anterior explica que sean Europa, Norteamérica y el Este Asiático los principales exportadores del mundo. Por lo tanto, ante la crisis de relaciones con Venezuela, que ha traído como consecuencia la caída en las exportaciones al vecino país, la compensación que se ha logrado por el aumento de los ingresos por las ventas de petróleo, carbón, ferroníquel y otros commodities hacia Europa, Estados Unidos y China, no es equivalente, cualitativamente, a la pérdida del mercado venezolano.
En conclusión, la decisión del nuevo gobierno colombiano de tratar de mejorar las relaciones con Venezuela, la cual ha sido muy polémica desde el plano político, tiene asidero en la lógica económica: tener reglas claras con el vecino país para seguirle exportando e, incluso, tratar de preservar las preferencias arancelas de la CAN, -organización a la que éste país renunció-, debe ser un objetivo de las autoridades políticas y económicas colombianas, de cara a la recuperación de la economía y el empleo.
No entiendo porque entonces si en venezuela hemos logrado tener tantas riquezas dependemos tanto de las importaciones.
Gracias por tu aporte.
Venezuela es otro ejemplo de una economía latinoamericana que no deja de ser un exportador de materias primas, y no aprovecha las bonanzas para crear industrias manufactureras sostenibles o fortalecer el agro. Situación similar se ve en Colombia, Bolivia, Ecuador, especialmente.
Sin embargo, el caso venezolano tiene matices particulares. La revolución del presidente Chávez mantiene una confrontación con el sector privado, lo que desestimula a los capitalistas para invertir en ese país. La otra dimensión de este problema es que el gobierno del “socialismo dle siglo XXI” no está creando un sector manufacturero alternativo y eficiente, que supla la ausencia de capitales privados. O sea no hay un nuevo sector económico (digamos cooperativo o del ámbito público) que sustitiya a la decreciente inversión privada.
Por lo anterior, Venezuela es un país monoexportador, dependiente de importaciones de muchos bienes y servicios que no se producen en la economía doméstica.
saludos
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