Giovanny Cardona Montoya (marzo 10 de 2018).
Como es de esperarse, no voy a decirles el nombre de los canditados de mi preferencia. No es para eso que tengo este blog. Mi propósito genuino siempre ha sido el de extender mi labor docente, llevándola a otros “estudiantes”.
Así que lo quiero es sugerirles algunos criterios que deberían ser tenidos en cuenta para decidir el voto. Ahí voy:
1. ¿Votarás en las presidenciales? entonces, debes votar para Congreso.
El presidencialismo que caracteriza a este continente (a diferencia de los regímenes parlamentarios que priman en el Viejo Mundo) ha estimulado una cultura del caudillismo que se nota mucho en las elecciones. Es frecuente encontrar amigos que quieren votar por un NN que “va a salvar al país”, sin embargo, no tienen idea de quienes son los congresistas que lo apoyarán. Luego esperan que “su presidente” todo lo pueda. Eso no es así. Un presidente necesita aliados en el legislativo que promuevan sus proyectos de ley para materializar el programa de gobierno.
Por lo tanto, busque los candidados a Senado y Cámara que mejor se acoplen a las ideas que Ud. espera que su candidato presidencial defienda. Si aún tiene dudas sobre quién es “su candidato presidencial”, entonces, juegue como en el baloto, busque las “aproximaciones”; o sea, candidados serios que le generen confianza y con ideas que Ud. comparta. Si no, votar en blanco siempre es una opción.
2. Hay que renovar, votar por “nueva sangre”. ¿Será así la cosa?
Está de moda (creo que es moda cada cuatro años) decir que se debe renovar, votar por jóvenes, personas con una “nueva forma de hacer política” -la primera vez que me dijeron eso fue hace como 25 años-. Pero yo creo que es necesario recordar que hay jóvenes que nacen viejos y hay veteranos que siempre están vigentes.
¿A qué me refiero?
El clientelismo es parte de nuestra realidad política. Es abominable pero es real. Y una de las peores manifestaciones de esta cultura clientelar es la existencia de “negocios electorales”. Son familias que “montan” un movimiento o partido y con recursos del Estado alimentan su “emprendimiento”. Así cada cuatro años renuevan los votos de sus seguidores para seguir “exprimiendo” los recursos públicos, para beneficio privado. Bueno, hoy, muchos de los jóvenes candidatos -supuestos representantes de una “nueva generación”-, simplemente son herederos de una vieja y rancia clase política que no va a cambiar nada.
Así que si va a buscar “sangre nueva” no se deje engañar por la cédula. Pueden ser personas con poca trayectoria política pero adultos honestos con una hoja de vida impecable en su trayectoria social o empresarial. Además de sus antecedentes, analice sus ideas, qué proponen (que sean buenas ideas), y piense si sus propuestas son viables (no compre globos inflados).
3. Vote por ideas buenas y realizables, expuestas por personas confiables.
Un candidato que diga que va a bajar los impuestos y que va a aumentar el gasto social es un ser sospechoso; el Estado necesita más ingresos para más gasto o debe reducir este último para poder ofrecer una reducción de impuestos.
En campaña, todos los candidatos muestran su mejor cara y presentan sus mejores ofertas. Pero hay dos riesgos reales para que lo que se ofrece no se materialice: es una idea inviable y/o es un candidato que no tiene intenciones de cumplir. Así de sencillo.
Tener cultura política implica estudiar, conocer un poco la complejidad de lo público. La política es un “show” con el que nos seducen, pero la factura de este espectáculo la pagamos durante varios años, hasta que nos montan otro “show electoral”. ¿Conoces tu candidato? ¿Ha sido investigado por la procuraduría o algún otro ente de control? ¿Ha sacado adelante proyectos de ley? ¿cuáles?
Procura votar por una persona sincera y unas ideas realistas.
4. Vote por el país, no sólo por Usted.
Somos seres complejos: un abuelo, además de jubilado es esposo, hincha de un equipo de fútbol, sufre alguna enfermedad, quiere su ciudad natal, le gusta viajar, le preocupa la seguridad en las calles, tiene valores, convive con vecinos, etc.
¿Por qué digo esto?
A veces nos dejamos obnubilar por candidatos que hacen énfasis en una de las dimensiones de nuestra personalidad: ¡voy a transformar el ICETEX!, y el estudiante universitario baila; ¡No voy a subir la edad de pensiones! y los abuelos celebran; ¡Voy a invertir en autopistas 4G! y los transportadores entran en éxtasis, etc. etc.
Nuestra vida está marcada por decisiones políticas que afectan lo social, lo económico, lo cultural, lo tecnológico, etc. Tenemos que tener una visión de país, somos seres sociales y la calidad de vida que buscamos, al igual que el bienestar sostenible que queremos para nuestros hijos y nietos, dependen de una diversidad de decisiones.
No nos focalicemos en candidatos que nos ofrecen beneficios puntuales o personales. Así no se trate de “clientelismo”, los electores tenemos una responsabilidad social.
¡Somos todos los que construimos país, no sólo nuestros gobernantes!
5. Voto en blanco. ¿Qué hacer?
Hay muchos mitos y realidades sobre el voto en blanco. Pero algunas ideas sí son claras:
– El ausentismo electoral no cuenta. Por años más del 50% del censo electoral no va a votar, y nadie dice que eso significa “que la población está protestando”. Sencillamente se les ignora. En cambio el voto en blanco, aunque no tiene mucho eco, si es analizado y tiende a ser reconocido como una posición crítica. ¿Les suena romántico? Lo es; pero prefiero eso más que la apatía.
– Todos los votos válidos cuentan, incluidos los blancos, para calcular el número mínimo de votos con que se gana una curul o el umbral para que un partido siga vivo.
Así que, si un político corrupto compra votos, entre más electores haya, más votos tiene que comprar para alcanzar su curul. Pero, a la vez, los partidos pequeños corren el riesgo de perder su “ficha” si el umbral se eleva. Así que, si te preocupan los corruptos, ve a votar y vota en blanco (o por un buen candidato). Y, si te preocupan los partidos pequeños (generalmente de oposición), entonces ve y vota por uno de sus candidatos.