¿Educación Presencial o Virtual? Falso Dilema.

Giovanny Cardona Montoya, 5 de abril de 2020 -tercera semana de la cuarentena por el Covid-19-

 

1. El detonante.

Enfrentamos un virus que ha alterado el ritmo de nuestras vidas. No hubo tiempo para preparar un “Plan B”. A las escuelas y universidades les sucedió lo mismo y la respuesta fue: ¡vámonos a la virtualidad!

Las instituciones educativas dieron un virage de 180 grados a sus procesos formativos al trasladar las clases de las aulas a las plataformas digitales. La medida era necesaria, eso no se discute, y la respuesta de docentes y estudiantes  ha estado a la altura de las circunstancias: todos hacen lo que está en sus manos para que esta experiencia salga lo mejor posible.

niño con computador y abuela en el campo

Sin embargo, aunque este cambio ha sido necesario, la premura con la que se tuvo que dar el cambio conlleva que lo que está sucediendo se distancie de un proceso formativo virtual estructurado.

 

2. El contexto.

Alvin Toffler en sus reflexiones sobre el futuro señala que los fenómenos tecnológicos, sociales o económicos van a una gran velocidad, la escuela lo hace a una velocidad mucho menor, mientras la legislación es como una tortuga.  Y esa contradicción es la que actualmente se vive en la relación entre la comunicación a través de ambientes virtuales, las escuelas y la legislación de educación superior en Colombia.

La legislación colombiana diferencia las carreras universitarias según la mediación que conecta al docente con sus estudiantes: presencial -face to face-, distancia tradicional y distancia virtual. Tanto la distancia tradicional como la virtual se pueden complementar con encuentros esporádicos entre el docente y sus estudiantes. De hecho las normas establecen que la educación virtual puede tener encuentros presenciales equivalentes a, máximo, 20% del curso.

 

3. La realidad.

En la Sociedad del Conocimiento y con el desarrollo de las tecnologías de información y comunicaciones -informática, computadores y dispositivos móviles, Internet, redes, softwares, plataformas, etc.-, la creación, preservación, utilización y transferencia del conocimiento no tiene barreras, ni de tiempo, ni de espacio. La época en la cual el estudiante iba al aula de clase para “ilustrarse”, o sea, para recibir información y conocimiento, es ya pretérito; el aula de clases debe cumplir propósitos superiores.

La biblioteca global funciona 7/24, los docentes publican en la web sus contenidos -textos, videos, presentaciones, fotos-, las comunidades de conocimiento comparten todo tipo de dudas y respuestas en Internet. Un sinnúmero de softwares permiten simular realidades laborales -laboratorios financieros, simuladores jurídicos, sanitarios o ingenieriles, etc.-

Every time, everywhere learning es el nombre del juego.

En síntesis, la educación no sólo sucede en el aula de clases. Hoy quienes aprenden, quienes enseñan y quienes ponen en práctica los conocimientos profesionales se encuentran todo el tiempo en Internet, en las redes y en plataformas especializadas; conviven virtualmente intercambiando conocimiento.

De hecho, es tan claro que el aula de clases es sólo uno de los ambientes de aprendizaje, que la legislación habla de formación por créditos académicos. Y el crédito académico mide el tiempo que el estudiante dedica al aprendizaje -dentro del aula y fuera de ella. ¿Y fuera del aula qué sucede? Fuera de sus clases el estudiante consulta bases de datos bibliográficas, interactúa con sus compañeros, visita páginas web, entrevista expertos, hace simulaciones, ve videos, visita lugares de práctica, publica sus trabajos, etc.

En consecuencia, lo que hoy llamamos educación presencial es un proceso continuo de aprendizaje en ambientes discontinuos.

enseñando en el bosque

Ahora, así como la educación presencial no se reduce al aula de clases, la educación virtual no se puede simplificar como un encuentro docente-estudiante mediado por una plataforma de video-conferencia aunado a unos e-mails de ida y vuelta.

 

4. La Educación Virtual.

Cuando se habla de educación virtual o presencial, siempre estamos haciendo referencia a un proceso curricular, lo que no se reduce a unas clases magistrales o a unas conversaciones entre estudiantes y profesores.

El currículo es un sistema de relaciones entre diferentes actores  -docentes y estudiantes- que se llevan a cabo alrededor de un objeto de estudio con el fin de lograr ciertos aprendizajes. En términos simples, el currículo se compone de objetivos, contenidos, metodología, participantes, mediaciones y evaluaciones.

La educación virtual es la estrategia didáctica que permite la materialización del currículo, sin barreras de tiempo o espacio.

Hay dos corrientes de pensamiento que tratan de explicar la naturaleza de la educación virtual. Según Wedemeyer, Garrison y otros, la educación virtual es la nueva etapa de la educación a distancia que nació con el correo hace siglo y medio. Sin embargo, otros autores -Keagan, Moore- consideran que la educación virtual (al igual que la educación a distancia en general) tiene su propia naturaleza y ésta puede explicarse a.) desde las mediaciones, b.) desde los contenidos o c.) desde el nivel de autonomía de los participantes.

Para explicar de una manera básica, se puede decir que la educación virtual se mueve entre dos extremos: el autoaprendizaje o el aprendizaje colaborativo. El primero caracteriza a procesos de formación virtual que se centran en las plataformas y los materiales alojados para que el estudiante gestione de manera autónoma su formación (a qué horas estudio, con qué ritmo). En cambio en el aprendizaje colaborativo se privilegia la comunicación entre los actores (videoconferencias, debates, asesorías, correos). Entre estos dos extremos hay multiplicidad de opciones que implican encuentros sincrónicos, exámenes en línea, materiales de estudio en plataformas virtuales, intercambio de correos, asesorías a los estudiantes, etc.

Lo que deben hacer los colegios e instituciones de educación superior en la actual crisis no es trasladar el aula de clases a una pantalla de computador o de un dispositivo móvil. No, su reto es darle continuidad al proceso curricular adecuándolo a las nuevas mediaciones, reconociendo las particularidades de sus estudiantes y conservando las metodologías y objetivos propuestos.

Las plataformas digitales gestionadas bajo principios pedagógicos y metodológicos claros facilitan procesos de aprendizaje complejos, tal y como lo ha demostrado la educación virtual con sus dos décadas de experiencia. Así, por ejemplo, la Institución Universitaria CEIPA ha venido monitoreando en los últimos cinco años el desempeño de sus egresados en las pruebas Saber Pro -tanto los presenciales (40%), como los virtuales (60%)-. Los análisis estadísticos demuestran que en este caso no hay brechas significativas de desempeño entre ambas modalidades (diferencias inferiores al 5% en todos los casos y no siempre a favor de los presenciales).

 

 5. El futuro: la educación blended (híbrida).

La educación presencial ya tiene cualidades de una modalidad blended. Las aulas de clase son invadidas por estudiantes que llevan sus computadores conectados a Internet, el correo electrónico es un canal de comunicación entre docentes y estudiantes y entre estos últimos; algunas universidades utilizan plataformas digitales para alojar sus contenidos curriculares, los estudiantes visitan escenarios de prácticas, se dictan video-conferencias con expertos internacionales, los estudiantes utilizan más el material bibliográfico de las bases de datos digitales que los libros o revistas impresos.

Sin embargo, a pesar de esta realidad y del hecho de que la educación se mide en créditos académicos -con una gran relevancia del trabajo autónomo de los estudiantes-, los docentes, el gobierno y la misma comunidad de estudiantes no han entendido que la frontera entre la virtualidad y la educación presencial se ha diluido. No hay calidad educativa en el presente sin computadores, sin redes, sin softwares especializados, sin comunidades virtuales, sin bases de datos digitales. No, no la hay.

El paso que sigue es darle coherencia pedagógica y didáctica al potencial que ofrecen las TIC. El estudiante no siempre puede ir al aula de clases -movilidad, trabajo, distancia- y no todo el conocimiento se gestiona en un aula de clases -también se logra en los centros de prácticas, en comunidades virtuales, en plataformas LMS, en virtualtecas, etc.-

Por lo tanto, el futuro de la educación es una simbiosis pedagógicamente bien concebida entre los encuentros presenciales y las mediaciones digitales, en el marco de una clara propuesta curricular que reconozca las necesidades de los que aprenden, las oportunidades que ofrece el desarrollo de las TIC y las posibilidades limitadas del entorno socio-económico.

 

 

 

1 comment

  1. SERGIO IVAN ZAPATA SIERRA   •  

    Profesor Giovanni, excelente artículo

    En esta coyuntura que ha presentado el mundo, de la cual la educación en todo nivel no ha sido ajena, se han replanteado muchas estrategias, metodologías, labores, formas de hacer las cosas y en la mayoría de los casos se ha presentado la palabra “crisis”, aunque para otros el concepto pueda ser oportunidad o responsabilidad de actuar.

    En el caso de la educación, la crisis para enseñar a través de plataformas virtuales se presenta por el mismo contexto de la frase, ya que el tema no es como enseñar a través de plataformas virtuales sino como tener Modelos Pedagógicos mediante ambientes virtuales de aprendizaje, lo cual involucra modelos, metodologías, estrategias, formación docente, acompañamiento de otros personajes importantes, contenidos, mediaciones pedagógicas, utilización de herramientas virtuales sincrónicas y asincrónicas, de manera que cuando se involucre al protagonista principal que es el estudiante, este no conciba un cambio en el objetivo primordial que es el logro de la competencia, sino que sienta un cambio en la metodología pero con el mismo objetivo, solo que debe ser en ambientes agradables, ajustados a sus condiciones, en su ritmo y espacio sin perder un acompañamiento permanente, una estructura del modelo académico, contenidos y actividades evaluables y no evaluables, plataformas que permitan una navegación con disfrute y con un hilo conductor adecuado.

    Es así como algunas Instituciones de Educación Superior como el CEIPA han venido trabajando más de 20 años en esta modalidad y tienen una gran experiencia que inclusive están compartiendo con todos los docentes que requieran, adoptando algunas universidades y hasta colegios en la responsabilidad social que tienen, por lo cual para sus estudiantes el cambio no ha sido drástico, solo que los presenciales se cambiaron de mediación y continúan con sus clases en la modalidad virtual siguiendo contenidos, modelo y actividades, aunque obvio cambiando el aula de clases por plataformas como Zoom o Teams para sus sesiones.

    Mientras tanto, hay otras universidades que no le habían apostado a la virtual, por eso en tiempo récord de dos semanas, tomaron sus plataformas, llamaron a sus docentes para que hospedaran contenidos, buscaron herramientas de conexión sincrónica como hangout, Teams, Zoom, entre otras para hacer sesiones en tiempo real, colocaron condiciones, bases de datos, libros virtuales y vamos para adelante. El riesgo es que hay que crear ambientes para docentes, para coordinadores y sobre todo para estudiantes. Este ambiente parte de conocer al estudiante, sus características, condiciones, tiempo, espacio, recursos que tiene en su hogar, acceso a internet y computador, familia, capacidad de utilizar herramientas informáticas, muchos aspectos que pueden hacer que la sesión de clase se afecte por variables externas y el aprendizaje no cumpla su objetivo.

    En las que no tenían metodología y modelo ha sido bastante complejo, se requiere que se entienda que el protagonista es el estudiante, que su aprendizaje se deriva de su dedicación, agenda, compromiso, participación activa, de analizar el contenido, los casos empresariales compartidos, los foros de discusión, participar en sesiones sincrónicas, debates, actividades evaluables y no evaluables, grupos de discusión con compañeros, leer contenidos, complementar con libros virtuales, visitas a páginas web, videos complementarios, herramientas de simulación, entre otros apoyos para el aprendizaje, es decir, no es cambiar el aula de clase por una plataforma virtual… es llevar el modelo pedagógico a ambientes virtuales de aprendizaje, donde el protagonista no es el docente y las directivas…. Es el estudiante.

    Si todos ponemos lo mejor, si todos entendemos nuestro rol y compromisos, el objetivo de tener una mejor educación, de calidad, con acceso a todos y con excelentes egresados, se puede lograr.

    Un abrazo.

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