Donald: ¡No juegues con los TLC que te quemas!

donald trump

Giovanny Cardona Montoya (marzo 18 de 2018).

El  muy conservador gobierno de los Estados Unidos (Donald Trump) ha mostrado una posición poco neoliberal en materia de comercio exterior. Todo lo contrario, con las primeras medidas que ha tomado, ha abierto la puerta a guerras comerciales derivadas de una política neo-proteccionista. ¿Qué es lo que está en juego?

Las reglas del juego.

El comercio internacional se rige desde finales de la segunda guerra mundial por un régimen multilateral que establece dos reglas fundamentales. La primera es la de No Discriminación, que consiste en aplicar las mismas barreras aduaneras a todos los países por igual. O sea, si bien, no hay libre comercio, por lo menos las reglas de juego son las mismas para todos.

La segunda regla es la de Previsibilidad y Transparencia, la cual significa que las barreras tienen “techos” predefinidos y que, por ende, los productores de los demás países saben “qué es lo peor que les podría pasar” ya que los aranceles máximos son conocidos.

Estas reglas nacen con el GATT y ahora son gestionadas desde la OMC, organismo creado a finales del siglo XX. El propósito de estas reglas era estimular el libre comercio (gracias a la no discriminación y a la previsibilidad) y, así, evitar las guerras comerciales, lo mismo que los bloques proteccionistas -antes de la segunda guerra mundial, el comercio se daba intra-imperios con guerras comerciales entre ellos-.

Las excepciones a las reglas del juego.

Con la creación de acuerdos comerciales como el Mercado Común Europeo, hoy Comunidad Europea; el Pacto Andino -hoy CAN- y otros convenios de integración regional, las reglas de juego cambiaron. Desde entonces, los países deben aplicar los principios de No Discriminación del sistema GATT-OMC, pero pueden ofrecer preferencias a sus vecinos de bloque. Por lo tanto, el sistema mundial de comercio se volvió dual: unas reglas preferenciales para los vecinos (CAN, Mercosur, NAFTA, UE, ASEAN) y otras generales para el resto de países del planeta.

Con el regionalismo abierto de finales de la década de 1990, los TLC se multipllicaron por cientos. Por ende, para muchos países el comercio preferencial es altamente significativo.

La OMC vs. los TLC

Si el Sistema Multilateral del GATT-OMC se creo para que hubiera No Discriminación y Previsibilidad y Transparencia, ¿por qué en los últimos tres lustros se han firmando cientos de TLC mientras que la OMC no logra cerrar una nueva ronda de negociaciones que baje las barreras al comercio mundial?

El Sistema Multilateral hoy reune más de 160 países, los cuales representan el 95% del comercio mundial. Las rondas de negociaciones de la OMC exigen que haya consenso para que un acuerdo sea aprobado; por lo tanto, es muy difícil que se llegue a nuevas reglas más libres y transparentes. Con el espíritu de “Nada está aprobado hasta que todo esté aprobado por todos“, la ronda de Doha de la OMC ya cumple 17 años sin cerrarse.

Debido a lo anterior, los diferentes países y bloques han venido desplegando una agresiva estrategia de “regionalismo abierto“, desarrollando una diplomacia de TLC con naciones y grupos subregionales de todo el planeta. Este ha sido el camino para liberalizar, no de manera generalizada sino a través de una “operación avispa”, con cada país en particular.

La razón de esta masificación de TLC: las Cadenas Globales de Valor.

El desarrollo científico y tecnológico ha desencadenado una ola de innovaciones que se evidencia en productos, servicios y procesos. Dicha tendencia se caracteriza por la super-especialización en la producción y por las economías de escala. En consecuencia, ninguna empresa hace una mercancía, sino que hace parte de una gran cadena productiva que se extiende a lo largo del planeta: las empresas no hacen bienes, sino que, realizan tareas en las Cadenas Globales de Valor.

cadena global de valor, avion

Esta nueva realidad hace que el comercio mundial se multiplique, ya que de un país a otro viajan materias primas, bienes intermedios y componentes, los cuales pasan de una fábrica a otra para irse integrando gradualmente, hasta que en alguna nación como México o China se ensamblan definitivamente. En consecuencia, esta producción planetaria requiere un comercio más libre, sin barreras de aduanas, lo que estimula la firma de TLC especialmente de las grandes potencias con los países en vía de desarrollo.

¿Y Donald Trump qué está pensando?.

Estados Unidos tiene muchas de las mayores empresas que lideran Cadenas Globales de Valor. Las empresas automotrices, Apple, Microsoft, Boeing y muchas otras compañías, distribuyen su producción por todo el planeta. Un neo-proteccionismo que desencadene guerras comerciales también afectará a estas firmas estadounidenses.

TLC de Estados Unidos

Estados Unidos es un país con un crónico déficit comercial, éste se financia en gran medida con las utilidades repatriadas que sus firmas obtienen en todos los países donde tienen procesos productivos. Por lo tanto, el proteccionismo a la vieja usanza, especialmente para países industrializados, puede ser un gravísimo error. Estos países producen en el planeta, sus fronteras, en términos comerciales son difusas o, tal vez, líquidas, como diría el gran Zygmunt Bauman.

Este nuevo “comercio mundial de tareas” vuelve aliados a los, otrora, rivales; pero parece que Trump no se ha dado cuenta. Si Estados Unidos no hace parte del TPP (Trans-Pacific Partnership), la competitividad de sus empresas se verá afectada por la de otras naciones que gozarán de las preferencias comerciales. Si Estados Unidos rompe su NAFTA con México y Canadá, muchas firmas automotrices estadounidenses elevarán sus costos de producción. Las maquilas mexicanas las hacen más competitivas, esa es una realidad.

El propósito del gobierno norteamericano es lograr que las firmas estadounidenses repatrien sus capitales y retomen la producción en el propio país. Hay una añoranza del “viejo Detroit“. Pero esto no es un tema sencillo. Las cadenas globales de valor se apoyan en la explotación de la mano obra del planeta. Países como México, China, Turquía, Brasil, entre otros, han elevado su competitividad cualificando y elevando la productividad de su mano de obra, a pesar de ser mucho más barata que la europea, japonesa o norteamericana.

Con la más reciente medida -subirle el arancel a las importaciones de acero y aluminio- Estados Unidos pretende proteger a su sector siderúrgico, especialmente buscando afectar a los productores chinos. Falta ver qué efecto tendrá esta medida sobre el sector automotriz norteamericano, consumidor esta materia prima.

 

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