Por: Mario Fernando Castaño Díaz
Esta es una película estadounidense de 2013 escrita y dirigida por Spike Jonze (Donde viven los monstruos) y protagonizada por Joaquin Phoenix. Theodore es un hombre de mediana edad, introvertido, que escribe cartas personales para una empresa y que aún no puede superar el trauma de su divorcio. Con el tiempo conoce a alguien que cambia el rumbo de sus días y es la presencia de Samantha, la entidad de un desarrollado sistema operativo que se comunica a través de la hermosa voz de Scarlett Johansson, de quien Theodore se enamora al sentir día a día que no tiene cabida en la sociedad que lo rodea y al vivir constantemente en el pasado, “una historia que nos contamos a sí mismos”.
Esta es una cinta romántica y de ciencia ficción en donde los dos géneros tienen una cabida muy lógica y factible, puesto que las relaciones personales cada vez se pierden más en la falta de confianza, la frialdad y en el que la ausencia del “sentir la vida” es cada vez mayor.
Sin grandes pretensiones presupuestales, la sencillez de Her en medio de su manejo del color, su exquisita fotografía y su atmósfera tan personal nos deja un mensaje sobre el cómo llevamos nuestras vidas, nos invita a reflexionar acerca de cómo las palabras pueden dibujar un universo de sensaciones y en donde el mismo sexo puede ser algo más que el lenguaje corporal. Es una historia en la que el amor se abre camino en medio de circunstancias que para muchos no es concebible, pero que sí lo es para esos seres que viven inmersos en la soledad de un mundo que no los comprende, en la necesidad de amar y ser amados sin importar la raza, el género o en este caso (y por qué no?) en una inteligencia artificial.
La manera sutil en qué se narra la trama de la película insista a conocer el desenlace de la historia, dejando la idea de una historia cotidiana con una reflexión de fondo, a interpretar desde cada matiz del televidente.