Fuerte terremoto sacudió la sabana de Bogotá

Sucedió hace 95 años

El Colombiano, Septiembre 3 de 1917

Terrribles desastres por terremoto en la Sabana de Bogotá


A  las seis y treinta de la mañana se produjo un nuevo y fortísimo temblor que causó grandes estragos en las poblaciones circunvecinas a Bogotá y en la misma capital, especialmente en la región oriental, donde numerosas casas y varios templos fueron gravemente deteriorados. Las torres de las iglesias de Chapinero, Monserrate, Guadalupe, Soacha, Cáqueza y Ubaqué han sido parcialmente dañadas, lo mismo que la iglesia de El Espinal, Tolima.  El pánico se ha apoderado de los habitantes de Bogotá, de una manera indescriptible. Las oficinas públicas y los almacenes han sido totalmente cerrados. Numerosas familias emigran a los campos, donde levantan toldas y se agrupan en derredor.

Los parques públicos han sido invadidos  por la multitud, que en masas enormes buscan refugio. Los enfermos de los hospitales han sido trasladados a lugares seguros y millares de personas, presas de la angustia, se salen a mitad de los patios, de las calles, de los solares, temerosos de perecer bajo los edificios que se desploman.  Las compañías ferrocarrileras han puesto trenes expresos para los habitantes que abandonan la ciudad; en los templos las gentes se disputan los puestos de los confesionarios; el Congreso no se reunirá hoy.  Las pérdidas no son apreciadas todavía pero se consideran enormes. Después de las dos de la tarde se hizo sentir otro temblor menos fuerte que los anteriores.  La ciudad continúa despoblándose, lo cual aumenta la ansiedad general. En Chapinero, la muchedumbre devota reza consternada ante las imágenes de los santos que han logrado salir ilesas del desastre. Anuncian los sabios que habrá un nuevo y terrible temblor, por lo cual se ha suspendido el servicio de tranvías y el de la luz eléctrica con el fin de evitar mayores calamidades.  Cerca de cuarenta mil personas han abandonado Bogotá y es materialmente imposible conseguir vehículos para salir.  Los carros, coches, trenes, tranvías y automóviles han sido invadidos por la multitud, que se apresura a huir.  Los habitantes, temiendo entrar en las casas, permanecen a la intemperie en las calles, plazas, parques y paseos, a pesar de la constante lluvia.

Por
María Teresa Valenzuela A.
mariatval@hotmail.com
Fuente: Archivo CIP ©El Colombiano


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