El miedo que siente hasta el más curtido de los conductores de tractomulas o buses cuando atraviesa ese pedazo de la vía hacia la costa Atlántica, entre Yarumal y Valdivia, está completamente justificado.
Según la plataforma Finn, que mide la seguridad vial a nivel internacional, Colombia se encuentra entre los cinco países con las carreteras más peligrosas del mundo, solo superado por Arabia Saudita, Tailandia, Malasia y Kuwait. De acuerdo con el reporte, el país tiene un índice de 15,42 muertes en carretera por cada 100.000 habitantes. Y en ese panorama, que ya es desolador, Antioquia juega un papel protagónico. El informe señala que entre las cinco vías más peligrosas del país hay dos que atraviesan el departamento. Y, por supuesto, ahí está ese tramo específico entre Yarumal y Puerto Valdivia, aunque transportadores y agremiaciones aseguran que los peligros de ese corredor se extienden hasta Caucasia.
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La otra vía en Antioquia que figura en la aciaga lista es la vía Medellín-Urabá, aunque sobre esta no recaen alertas de un tramo en específico, solo se limita a señalar que la ausencia generalizada de mantenimiento en todo el corredor incrementa los riesgos que ya en sí son considerables teniendo en cuenta las dificultades topográficas. La lista la completan la vía entre Saravena (Arauca) y Pamplona (Norte de Santander), el tramo entre Loboguerrero y Buenaventura y en el primer lugar está el “trampolín de la muerte”, la carretera que de Mocoa conduce a Pasto, 85 kilómetros de abismos que cortan la respiración, derrumbes por doquier, asfaltos deteriorados y caminos angostos, que el famoso explorador Wade Davis, acostumbrado a lidiar con los terrores desconocidos de la Amazonia, calificó como una de las peores pesadillas.
Ahora bien, ¿qué convierte a esos casi 100 kilómetros que unen a la Antioquia montañosa con las tierras bajas en una carretera mortal? Carlos Mario Vélez Patiño, un transportador de carga que lleva 25 años manejando mula por todo el país, asegura sin titubeos que en este tramo se juntan todos los males posibles que aquejan el transporte terrestre en el país. “Uno va subiendo Ventanas y el cuello empieza a entiesarse siempre. A los días de haber empezado a manejar mula, me tocó ver a uno de mis compañeros muerto después de volcarse ahí en la Frisolera. ¡25 años! Imagínese, y pasar por la Frisolera, Candelaria o El Socorro sigue siendo un suplicio igual que siempre”, sostiene.
Defencarga y la Asociación de Transportadores de Carga han hecho la lista de problemáticas que azotan a este corredor. En el listado están las condiciones antitécnicas de una vía llena de curvas peligrosas, condiciones agravadas por la inestabilidad geológica y por la falta de mantenimiento. A comienzos de este año, cansados de buscar por la vía del diálogo las soluciones para la intervención de los tramos críticos, los habitantes del sector se atrincheraron en la vía para pedir soluciones, luego de que un bus con 42 pasajeros se volcara por cuenta de una curva con asfalto levantado cuando empezaba el descenso en Ventanas. Fue un milagro que el accidente no dejara una tragedia.
Las difíciles condiciones climáticas también figuran en ese listado. Vélez considera que la niebla con la que tienen que lidiar allí es la más densa y peligrosa que la de cualquier otra vía en el país. También la humedad incrementa el riesgo de accidentes.
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Pero además de todo esto, las agremiaciones de transporte de carga señalan también los peligros de seguridad. Después del dominio histórico de los frentes 18 y 36 de las Farc, además del frente Héroes de Tarazá, del ELN, que tuvieron que padecer en los peores años del conflicto y hasta 2016 cuando el Acuerdo de Paz pacificó en parte ese corredor, ahora, además del ELN, son el Clan del Golfo y las disidencias los que se disputan el “derecho” a sembrar el terror entre conductores y viajeros. En el último paro armado del Clan del Golfo ocurrido en 2022, 97 vehículos terminaron convertidos en un amasijo de fierros chamuscados tras ser incinerados en plena vía.
También ese tramo es considerado como un punto caliente de hurto y saqueo a vehículos de carga. Una de esas modalidades es la de “cesárea”, cuando los ladrones aprovechan la cola de mulas que ascienden Ventanas y, amparados por la niebla, cortan las lonas de los vehículos para extraer la mercancía. Los saqueos a vehículos accidentados también han sido un problema histórico, según Vélez, sobre todo en la Frisolera, Ventanitas, San Fermín y Valdivia. Él mismo señala haber sido víctima de saqueos tras quedar varado allí.
Y para rematar, el año pasado confirmaron otro problema más. Después de meses de advertencias de conductores y habitantes del sector que no fueron atendidas, en mayo de 2023 Invías tuvo que cerrar la operación de la vía a la Costa, a la altura de Tarazá, por la socavación en la vía provocada por los túneles utilizados para la minería ilegal. Son tres los sectores que presentan socavaciones gigantes, entre Yarumal y Caucasia, algo que de no frenarse a tiempo pondría en jaque 4.000 viajes diarios que se mueven por allí, entre transporte de pasajeros y carga.
Desde el año pasado la Gobernación de Antioquia, Invías y la ANI se han sentado a hablar de recursos para priorizar la intervención de la vía entre Yarumal y Caucasia, pero hasta ahora no han pasado de reuniones.
