“A uno lo preparan para bucear, pero no para sobrevivir en la superficie”, dice Jorge Iván Morales, cinco días después de haber sido rescatado del mar Pacífico, donde había naufragado, junto a otros cuatro buzos, en la tarde del miércoles 30 de agosto.
Sentado en un sofá de su casa en Sabaneta, sin sacarse de la mente a Vanessa Díaz y Carlos Jiménez, que siguen desaparecidos, Jorge Iván, que fue rescatado la tarde del viernes junto a su compañero de odisea Hernán Darío Rodríguez, descubre sus piernas para descansar del roce con el pantalón, pues tiene ronchas enconadas que le dejaron las aletas en el tiempo que estuvo en el océano.
No sabe aún qué enseñanza le dejó su estadía y sobrevivencia como náufrago más de 48 horas, donde todo el tiempo estuvo latente la posibilidad de no haber sido rescatado y de un desenlace fatal.
“En lo emocional no sé todavía. Pero sí tengo claro que antes de emprender cada aventura, uno debe tener un plan a, plan b y plan c, estar preparado para los riesgos”.
Sostiene que a los buzos los capacitan para bucear y para ser preventivos, mas no para encarar una situación de riesgo como la que les tocó vivir a él y sus compañeros.
A veces calcula cada palabra. Recuerda que al principio de su naufragio ni siquiera era consciente del riesgo que vivían, pues veían la isla de Malpelo a menos de 300 metros, el barco que los llevaría a la isla a 500, el zodiac que los conduciría al barco, a cien metros, y él y sus cuatro compañeros en un radio de no más de un metro de distancia entre cada uno. En suma, una situación que veían manejable.
Pero lo peor del episodio se desató cuando Vanessa entró en una especie de pánico porque observó un cardumen de tiburones. Entonces, Jorge Iván, Hernán y Peter Morse se sumergieron a jugar con los animales para darle calma. Tras esa inmersión, que sería la última, se sucedieron varios oleajes que terminaron por irlos separando y en un lapso de minutos, ya el grupo estaba totalmente fragmentado.
Peter se había ido nadando hacia la roca, Vanessa y Carlos se dejaron llevar por la corriente y Jorge y Hernán decidieron nadar primero hacia el barco y luego hacia la isla. Cuando ya no se veían ni barco, ni zodiac ni isla ni Peter ni Vanessa ni Carlos, entonces entendieron que ahí empezaba la odisea de la supervivencia y la espera de un rescate.