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Informe revela los puntos críticos y las obras urgentes que requiere Hidroituango

Es la principal conclusión del informe realizado por Pöyry. Añade que la obra es recuperable pero aún tiene alto riesgo. La Anla tendrá la última palabra.

  • EPM se mantiene en el compromiso de empezar a generar energía con dos unidades en el segundo semestre. FOTO ESTEBAN VANEGAS
    EPM se mantiene en el compromiso de empezar a generar energía con dos unidades en el segundo semestre. FOTO ESTEBAN VANEGAS

Las 432 páginas del informe final de las condiciones de estabilidad de Hidroituango, rendido por la empresa de consultoría chilena Pöyry como requisito para que la Anla levante las restricciones y la futura central pueda generar la energía prometida este año, trae una conclusión capital: la única alternativa para gestionar el alto riesgo que tiene la obra es ponerla a funcionar cuanto antes.

El estudio, contratado hace tres años y cuya entrega fue pospuesta por diferentes razones, entre ellas el alto volumen de documentos que debía analizar la firma chilena, es crucial para saber si el proyecto puede retomar las obras finales, que consisten en poder producir la energía y lograr la interconexión eléctrica.

La decisión final la tendrá la Anla, que deberá sopesar los riesgos críticos que persisten en la megaobra, advertidos con detalle por Pöyry, con la única salida viable que tiene Hidroituango, que es prender las turbinas para que el agua tenga una salida diferente al vertedero.

Pöyry señala, a su vez, que pese a que la emergencia iniciada en abril de 2018 generó daños muy significativos a la infraestructura de la obra, incluidas afectaciones enormes por erosión y socavación hidráulica, el proyecto es técnicamente recuperable.

“Un abandono (o desmonte) del proyecto no representa una solución válida y además factible con respecto a los riesgos involucrados. En su mayoría la recuperación es posible mediante técnicas convencionales de ingeniería y construcción”, acota.

Sin embargo, a pesar de mejoramientos en los diversos frentes, Pöyry sostiene que por los daños sufridos, la exposición del proyecto a riesgos catastróficos ha aumentado en varios aspectos, en comparación con su diseño original. El mayor peligro sigue siendo un aumento considerable del nivel del embalse por un gran deslizamiento en el valle del río Cauca aguas arriba del sitio del proyecto.

Mientras el diseño original contaba con el vertedero, conductos para aguas turbinadas, una importante capacidad de descarga y la posibilidad de bajar el nivel del embalse, este ya no es el panorama actual, por lo menos no hasta la puesta en marcha de las ocho unidades de generación.

Dice textualmente el informe: “Un todavía peor escenario constituye un daño progresivo del vertedero mismo (similar o peor como ocurrió en febrero de 2017 con el vertedero de la presa Oroville en California, EE. UU.), lo cual podría resultar en una pérdida total de la presa Ituango, con consecuencias catastróficas. Este riesgo existe y es elevado, debido a la operación continua y dificultad de ejecutar reparaciones mayores, sin contar con otro elemento para evacuar avenidas torrenciales. Este riesgo se reducirá progresivamente con cada nueva unidad de generación puesta en operación, lo cual permitirá bajar el nivel del embalse, sin solamente depender del vertedero”.

Los hallazgos más problemáticos podrían potencialmente resultar “en una rotura de la presa, la cual sería un evento catastrófico que se debe evitar de todas maneras”.

Estos puntos críticos son los daños en el muro de cemento-bentonita en la parte superior de la presa, daños de la losa del vertedero, taludes en el cuenco amortiguador, la zona derrumbada en el estribo derecho de la presa y el citado aumento inusitado del nivel del embalse por deslizamientos.

Otra de las conclusiones importantes es que la consultora, contrario a la intención manifiesta del alcalde Daniel Quintero de cambiar los contratistas, afirma que se debe evitar la sustitución de los actores principales porque esto significaría importantes retrasos (mínimo un año) y reduciría la trazabilidad en la recuperación de la obra. Además, aumentará el costo global y se perdería responsabilidad para el diseño y la ejecución.

A continuación, tres claves para entender el informe.

Semáforo con los riesgos principales

Con el color rojo fueron categorizados los riesgos muy críticos que requieren atención urgente por el potencial de consecuencias catastróficas. Entre estos se cita que se debe poner en operación urgente una descarga intermedia adicional en la margen contraria al río que permita bajar el nivel del embalse en caso de daños.

Otro frente es la pantalla de la presa: los elementos rígidos dentro del cuerpo del muro están reduciendo la seguridad de la misma en comparación con el diseño original. Existe incertidumbre en el estado del muro de cemento-bentonita, especialmente en lo que respecta a las propiedades del material y la geometría. El muro de cemento-bentonita es el punto débil de la presa y requiere una atención especial.

El vertedero es otro de los dolores de cabeza. Su operación continua imprevista ha generado agrietamientos en la losa y los muros, además de un salto insuficiente, debido a una operación de las compuertas y canales por debajo de lo óptimo.

Asimismo, está entre ojos el cuenco amortiguador del agua que sale del vertedero, porque presenta avance de una erosión descontrolada en el fondo.

Pöyry revisó una extensa lista de documentos proporcionados por EPM y sus empresas colaboradoras (asesoría, interventoría, junta de expertos y otros), y sostuvo diversas reuniones con distintos actores del proyecto. “Por la cantidad de documentos (más de 40.000 archivos) ha sido imposible revisar la totalidad de información”, explica.

Una claridad que trae el informe: solamente se evaluaron las soluciones permanentes definidas y presentadas hasta al final de la redacción del mismo, debido a que la definición de soluciones permanentes del proyecto se encuentra aún en diseño o bien construyéndose por parte de EPM. Se basaron en las condiciones de obras encontradas durante la última visita en septiembre de 2021.

Las medidas de mitigación a corto plazo

El diagnóstico de Pöyry se complementa con una serie de recomendaciones a corto (2022), mediano (2023-2025) y largo plazo (2026-2029). Consignamos aquí las urgentes para este año:

• Se debe actualizar el estudio de rompimiento de presa con base en los resultados de un estudio sobre efectos de fallas de procesos, extendiendo el área de investigación hacia aguas abajo de Nechí.

• Debido a la gran cantidad de centros poblados potencialmente afectados por una eventual inundación y la magnitud del riesgo relacionado, no se debe esperar la finalización de la actualización del estudio de rompimiento de la presa e inundaciones, sino proceder sin retrasos con la inclusión provisional en el plan de acción de emergencia de los centros poblados ubicados en la Llanura del Caribe al sur de la confluencia con el río Magdalena.

• Se debe verificar y actualizar el sistema de alerta temprana y adelantar la verificación y actualización de los alcances del sistema de monitoreo y vigilancia, además, será importante proceder con el cierre definitivo de los túneles de desvío y de la Galería Auxiliar de Desviación, reduciendo el riesgo de destaponamientos y por lo tanto, inundaciones aguas abajo de la presa.

• Prioridad número uno: las obras que permitan la puesta en marcha de las unidades 1 y 2, incluyendo la rehabilitación de las conducciones verticales con la instalación del blindaje de protección.

• Mientras que las obras del proyecto sigan en ejecución se debe limitar el nivel máximo del embalse a 408 msnm. En caso de crecidas es recomendable anticipar la ola y reducir el nivel del embalse en la medida posible para poder amortiguar el incremento.

• Adecuación de sistema de monitoreo de filtraciones de la presa para que puedan retener sedimentos (detección de erosión interna), de acuerdo con los comentarios emitidos por Pöyry en las primeras visitas.

¿Cuál es la trascendencia del informe?

Para comprender la importancia del informe Pöyry hay que remontarse al 1 de junio de 2018, cuando la Anla expidió la Resolución 820, la cual ordenó suspender los trabajos de Hidroituango a raíz de la emergencia que embargó al proyecto. Pese a restringir en su artículo primero todas las actividades relacionadas con las etapas de “construcción, llenado y operación del embalse”, la adición de un parágrafo en el que se daba permiso para seguir con los trabajos necesarios para mitigar el riesgo permitió a EPM continuar con las obras más importantes, como terminar la presa, poner a funcionar el vertedero y recuperar la casa de máquinas.

No obstante, una de las condiciones más importantes demandadas por esa resolución fue la de contratar un perito que emitiera un dictamen en el que se definiera la estabilidad de la obra.

Este documento será el insumo principal que analizará la Anla para emitir un pronunciamiento de fondo sobre la hidroeléctrica y determinar si levanta esa restricción para acabar la obra.

Con este informe se busca garantizar que las soluciones tomadas para superar la crisis y operar esta central sean suficientemente confiables, asegurando la estabilidad de la presa y del sistema de obras subterráneas. Estas medidas, además, deberían asegurar que no existe una afectación negativa del medio ambiente y de la comunidad en la zona de presa y aguas abajo.

Aunque para cumplir con ese requisito, EPM contrató a Pöyry y anunció que el dictamen se estaría conociendo a finales de 2019, su entrega fue postergada varias veces, bajo el argumento de que aún faltaba información para emitir el documento final y luego por las restricciones que trajo la pandemia.

Finalmente, el documento fue radicado ante la Anla el pasado 29 de diciembre. La entidad le dijo la semana pasada a EL COLOMBIANO que para su revisión cuenta con un equipo técnico de profesionales nacionales e internacionales de diferentes disciplinas y especialidades y que, además, realizará varias visitas de campo y mesas de trabajo para tomar una decisión.

En respuesta a un requerimiento formulado por este diario, EPM señaló que la decisión que adopte la Anla es crucial para saber si el proyecto puede retomar las obras que no estén estrictamente asociadas a mitigar el riesgo. “Con base en sus propios análisis, la Anla definirá si lo consignado en el documento de Pöyry cumple con lo solicitado para un eventual levantamiento de la medida preventiva impuesta a Hidroituango”, expresó.

El cronograma de EPM prevé que las dos primeras unidades se enciendan antes del 30 de noviembre, justo cuando se vencen los compromisos ante la Creg. Con base en ese panorama, al que se suman los interrogantes que plantea Pöyry sobre la estabilidad de la obra, los tiempos incrementarían la presión para conocer un dictamen definitivo este mismo año

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