Hace dos décadas nadie hubiera creído que en San Javier, Comuna 13 de Medellín, habría un Ecoparque con piscinas naturales, canchas, paseos a caballo, animales de granja y hasta cuatrimotos.
“Bienvenidos al corazón de la Comuna 13, el secreto mejor guardado de Medellín”, reza el letrero que recibe a los visitantes de ese particular sitio que, ahora, es el nuevo atractivo turístico de esa comunidad que ha resurgido de asesinatos sistemáticos y masacres como la de la Operación Orión, en 2002.
James Zuluaga, administrador y fundador del Ecoparque, cuenta que la idea surgió a raíz de sus propias experiencias con la violencia que atormentó a esa Comuna durante la época más álgida del conflicto armado. Recuerda que de pequeño iba por esos mismos lados a disfrutar de los charcos, pero la violencia les quitó la posibilidad de volver.
“Con este parque, lo queremos es devolverle a los habitantes de la 13, y de Medellín, un espacio que nos habían arrebatado de las manos”, dice Zuluaga.
Nace el Ecoparque
James convenció a los dueños del terreno de la necesidad de construir allí un espacio turístico que recibiera a los visitantes de la Comuna 13, un lugar que se ha posicionado como uno de los espacios más visitados en Medellín por actividades como el graffitour y las famosas escaleras eléctricas de San Javier.
En la finca, que tiene más de 300 hectáreas, empezaron las primeras construcciones desde hace unos tres años. Al principio, según cuenta James, la entrada costaba 200 pesos y solo había una piscina natural. “Pero poco a poco fuimos recolectando más dinero y comenzó la construcción de todo lo que ahora existe”, continúa.
La pandemia fue la oportunidad perfecta para organizar bien el lugar y afinar los detalles necesarios para que fuera un Ecoparque que atrajera la atención de los habitantes de la Comuna 13 y sus turistas, cuenta Arley Zuluaga, uno de los hermanos de James que también colabora con la construcción y administración.
El Ecoparque ya ha cumplido parte de su propósito: regalarle un espacio a los habitantes de ese territorio para resignificar un contexto de violencia.
Beatriz, una habitante de la Comuna 13, cuenta que tras el asesinato de su hijo en ese territorio sale poco, teme que la maten a ella o a sus seres queridos. “Pero mi otro hijo ha encontrado en ese parque un lugar para ir con los muchachos sin correr peligro y sin estar por ahí haciendo cosas malas”, dice.
La voz de las víctimas
A pesar de las personas que ven el Ecoparque como un sitio para resignificar el temor de caminar por esas calles, algunas víctimas también piden que se tenga en cuenta su dolor y su esperanza de encontrar alguno de los cuerpos que les quito la violencia.
“El parque está en Altos de San Juan, en un lugar que es conocido como La Escombrera, donde siempre hemos tenido sospechas de que ahí podrían estar enterrados los cuerpos de víctimas del conflicto armado”, cuenta Luz Elena Galeano, vocera de la Organización Mujeres Caminando por la Verdad, de la Comuna 13.
Tan es así que el 12 de agosto de 2020, la Justicia Especial para la Paz (JEP) delimitó dos polígonos de búsqueda en La Escombrera y La Arenera, dos terrenos aledaños al Ecoparque, sin encontrar cuerpos hasta la fecha.
Galeano afirma que las víctimas no están en contra de este tipo de iniciativas, pero que sí exigen que se busque antes de permitirlas.
“Acá no nos oponemos a que busquen, al contrario, toda la construcción ha sido levantada pensando en que si se deben adelantar labores las hagan, solo pedimos que nos dejen trabajar y seguir con esta idea”, concluye James Zuluaga