“Me han hecho desembarcos con diferencias de un mes o mes y medio, con una fuerza militar grande, como meterme nueve helicópteros. En el último operativo se llevaron a mi mujer, incluso un combatiente fue extraditado. Todo hace parte de ese afán de mostrarme como un súper putas y darles a los americanos un trofeo”.
De esta manera se jactaba ante los medios de comunicación Víctor Ramón Navarro Serrano, alias “Megateo”, el líder de una disidencia del Epl llamada frente Libardo Mora.
En la región del Catatumbo tenía fama de ser indestronable. Sobrevivió al embate de la Fuerza Pública en sus días de subversivo; a los ataques de los paramilitares en la guerra contra las Auc y se las arreglaba para escapar de cada operación que las autoridades planeaban ahora que se volvió narcotraficante.
En emboscadas y con francotiradores ordenó las muertes de 24 miembros del Ejército, Policía y DAS, por lo que detenerlo, vivo o muerto, era cuestión de honor para el Estado.
Durante más de dos décadas, los agentes infiltrados documentaron sus movimientos. Conocieron su fascinación por las joyas y el oro, los millones que gastaba en rumbas y en mujeres, a quienes mandaba a tatuarse en la piel el rostro de su “dueño” y operarse el cuerpo para ganar voluptuosidad.
Se registraron sus alianzas con las demás estructuras criminales en la frontera con Venezuela (Farc, Eln, “los Urabeños” y “los Rastrojos”), con quienes logró tratos para comercializar coca, repartirse las áreas para extorsionar y regular el contrabando desde y hacia la nación vecina.
Por eso al dar un parte de victoria, el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, dijo: “Esta es una buena noticia para el hemisferio, para Venezuela y sobre todo para los habitantes del Catatumbo, que hoy son más libres que ayer”.