Una noche de angustia y dolor vivieron los recolectores de café que quedaron en la finca La Gabriela, en el municipio de Betania (Suroeste), donde en la madrugada del domingo fueron asesinadas 10 personas. Tienen pocas palabras para explicar lo que sucedió. Incluso, varios de ellos, mientras relatan lo que vivieron, parecen no dar crédito a lo acaecido.
De los 48 que recogían el grano la semana pasada, ayer solo cinco estaban trabajando. “Anoche no podía dormir, me sudaban las manos. Los perros ladraban y pensaba que venían de nuevo. La Policía se fue a las siete y nos quedamos solos. ¿Qué pasa si volvían a matarnos?”, se preguntó uno de los trabajadores de la finca.
Todas las víctimas eran hombres y provenientes de otras regiones del país. En el lugar murieron siete de ellos; tres más perecieron en hospitales de Medellín, a donde habían sido remitidos.
En la mañana de ayer, los caficultores, con sus propias manos, limpiaban los restos de sangre del suelo. Para ello tuvieron que sacar los colchones donde dormían sus compañeros asesinados. Otro de los trabajadores, a quien llamaremos Alirio por razones de seguridad, pidió que no se estigmatice a las víctimas: “Eran personas sanas. Ni siquiera tenían vicios, no fumaban cigarrillo. Uno de ellos había venido a trabajar para arreglar las ventanas de su casa, que eran en madera. El vicio de otro era darles de comer a los perritos”, relató Alirio.
Los hechos
El ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, presidió un Consejo de Seguridad este domingo desde el municipio del Suroeste. “El gran enemigo de Colombia es el narcotráfico (...) El hecho obedece a un ajuste de cuentas entre miembros del grupo ‘clan del Golfo’”, expresó el ministro.
Los homicidas entraron caminando a la finca, según Carlos Mario Villada, alcalde de Betania. Allí abrieron fuego contra los caficultores, que departían tras su jornada laboral. Según el Ejército, los asesinos iban por alias ‘El Monstruo’, quien distribuía drogas en la finca cafetera. “Es una fracción del ‘clan del Golfo’ que está enfrentada por las rentas, por eso se dio el hecho. Tenemos un problema y es que las fincas se volvieron expendio de drogas”, precisó el mandatario local.
Luz Dora Estrada, secretaria de Gobierno de Betania, le dijo a EL COLOMBIANO que el expendio de estupefacientes está “desbordado” en el municipio. Los grupos armados, como el ‘clan del Golfo’, han migrado las plazas de vicio hacia la ruralidad. “Eso nos ha llevado a una violencia sin precedentes en la ruralidad. Hemos combatido el asunto y en la estación de Policía tenemos 26 capturados en este momento, la mayoría por venta de drogas”, reveló Estrada.
Zozobra y temor
Un día posterior a la masacre, el parque principal de Betania estaba semivacío. Un comerciante que lleva 20 años gerenciando un negocio le dijo a EL COLOMBIANO que los índices de seguridad se vienen deteriorando hace años a causa del microtráfico. “Todo es culpa del vicio. El ambiente en el pueblo está muy pesado, se nota en las calles. Mi negocio está vacío, todo el mundo está triste y tiene temor por lo que pasó”, expresó el comerciante.
El domingo rigió toque de queda en la localidad para prevenir más hechos de violencia. La medida se impuso entre las 6:00 de la tarde de ese día y las 5:00 de la mañana de ayer.
En una esquina del parque departía un grupo de comerciantes. Dijeron que se sentían “tristes y desconcertados” con la masacre. “Esto le hace mucho daño a Betania, que es un pueblo tranquilo. Nunca habíamos vivido una cosa así, ni en los tiempos de la guerrilla y los paramilitares”, dijo uno de ellos.
Medidas a tomar
Luego del Consejo de Seguridad, Trujillo anunció una recompensa de $200 millones por alias ‘Rubén’, el cabecilla del ‘clan del Golfo’ en el Suroeste. Además, hay hasta $ 50 millones para quien dé información del paradero de los responsables de la masacre.
La secretaria de Gobierno agregó que el Grupo de Operaciones Especiales de la Policía (GOES) está patrullando para brindar seguridad. “El GOES y los carabineros nos estarán acompañando por tiempo indefinido. Y la Dijín investiga el hecho para dar con los responsables”.
Además, en el municipio se adelantarán consejos de seguridad en las veredas y el Mindefensa se comprometió con un plan de choque para atacar los expendios de vicio en las fincas cafeteras.
A pesar de los anuncios, los caficultores se sentían abandonados por las autoridades. “Para salir a trabajar voy a necesitar unos 1.500 soldados. Si no, no salgo”, dijo uno de ellos utilizando una hipérbole. “Si nos dejan solos, como ha pasado, nos matan unas 20 veces”, se lamentó otro.