Antes de adentrarse en la montaña buscando encontrar el significado de los misteriosos y masivos grabados sobre piedra que convierten a Támesis en el municipio con mayor concentración de petroglifos en Colombia, los investigadores Juan Pablo Arteaga y Esteban Ardila Espinosa, acompañados por el sabedor indígena Cristian Zapata Certiga, le pidieron permiso a las rocas, que no son solo rocas, sino los seres espirituales, esa puerta que en la cosmogonía indígena permanece abierta para conectar a los seres que habitaron hace 1.000 o 2.000 años, con el mundo actual.
Desde hace años, y gracias a un arduo trabajo de antropólogos y comunidades indígenas del Suroeste que han sido guardianes de ese legado se tiene una robusta georreferenciación de estos petroglifos, las extrañas formas talladas sobre enormes rocas que convierten a Támesis en uno de los museos a cielo abierto más impactantes de Colombia. Son 124 rocas con 805 grabados en un área de 14 km2. Una densidad de 58 petroglifos por cada km2. Sin embargo, según apuntan Juan Pablo y Esteban, ha persistido en todos estos años desde la academia un vacío enorme sobre los significados de los mismos. ¿Qué es lo que dicen esas figuras?
Con ese desvelo, los investigadores buscaron a la comunidad indígena del resguardo indígena emberá chamí La Mirla, y pidieron su mediación para que los espíritus que habitan en la montaña los recibieran y así poder crear el primer diccionario de petroglifos en Colombia. El asesor indígena Cristian Zapata fue quien hizo la avanzada necesaria para informar a los seres espirituales cuál era la razón de la visita de los investigadores. Esto es fundamental, según Zapata, porque las rocas no son solo rocas grabadas, como puede entenderse en la cultura occidental, sino que están marcadas para advertir que allí habitan los espíritus de los ancestros y por eso es necesario una preparación adecuada, un respeto, para poder acercarse.
Con los recorridos y el arduo trabajo que lograron con la comunidad de La Mirla, los investigadores lograron seleccionar 30 de estos símbolos y dotarlos de la interpretación que les da la comunidad indígena. En ese proceso descubrieron que los mensajes allí grabados están tan vigentes como lo estuvieron hace dos milenios.
“Descubrimos, por ejemplo, que esos grabados en los que aparecen figuras humanas y animales abiertos de pies y manos para ellos (los embera) significan una posición de resistencia, la resistencia que defiende los ríos y las montañas. Y es una interpretación que está muy conectada con lo que ocurre actualmente y todas las luchas relacionadas por ejemplo con la defensa del territorio de la minería, porque Támesis y Jericó han sido como el alma de esas resistencias y vemos que es algo que se ha mantenido a lo largo de los tiempos”, apunta Esteban.
Algunas de las figuras más emblemáticas que ahora están dotadas de una interpretación son dos figuras abrazadas con una inquietante sonrisa. Está ubicada en la piedra del Piru, en la vereda El Rayo. En la interpretación de los embera de hoy este petroglifo representa “la dualidad del cuerpo y del universo. Nada fue creado solo, siempre hay dos energías en la vida que se complementan. La conexión de estos dos mundos representa el equilibrio de la naturaleza”.
Otro llamativo es el del Pensamiento Celestial, esta figura en particular ha causado todo tipo de reacciones y revuelos y conjeturas pues aparenta ser una especie de ser de otro planeta. Está ubicado en El Pencal, en la vereda Pescadero y según el diccionario de Petroglifos simboliza el poder del jaibaná para traer espíritus del mundo astral a la tierra. “En la figura se encuentra el médico tradicional conectado por la cintura con el origen, a través de la espiral de los ciclos de la vida. En la cabeza conecta sus pensamientos y su espíritu con la rana gigante del cielo, encargada de tocar los tambores en el firmamento para llamar a las nubes, la lluvia y los truenos”.
Para Juan Pablo este trabajo se convierte en un hito fundamental en el territorio, porque no buscó solo rescatar un conocimiento ancestral para la comprensión de la academia occidental sino que hizo un aporte importante para que se preserve ese conocimiento en las propias comunidades. Y es que uno de los hallazgos más preocupantes que realizaron es que las nuevas generaciones no solo de este resguardo sino de otros en la zona ubicados en Andes, Jardín y Valparaíso se encuentran ya altamente desconectados en el irremediable proceso de occidentalización, por lo que este diccionario, al traducirse también al embera, es un elemento de salvaguarda importante.
Tras la materialización de este inédito diccionario, un proyecto que fue financiado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y Saberes, ahora se espera que detonen nuevos proyectos como la posibilidad una nueva sala en Támesis dedicada a los petroglifos, así como la estructuración de un macro plan de turismo arqueológico en el Suroeste, que atraiga a personas de todo el mundo y particularmente a expertos en antropología y ciencias afines, pues los expertos que llevan años estudiando estos grabados y otros hallazgos que datan de más de 1.500 años, sostienen que el potencial arqueológico que tiene esta subregión la puede elevar a referente mundial.
