Trece privados de la libertad que pagan condena en la cárcel La Paz de Itagüí probaron un pequeño sorbo de libertad gracias a su buen comportamiento y ahora se encargan de embellecer las calles del municipio como parte de su programa de resocialización.
La iniciativa fue posible gracias a un convenio que firmó la Alcaldía con el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC) que busca que las personas que están próximas a cumplir su condena puedan salir varias horas a trabajar en las labores de mejoramiento de las zonas verdes y espacios públicos del municipio. La estrategia se llama ‘Delinquir No Paga’ y arrancó con 13 privados de la libertad que además de estar próximos a recobrar su libertad, se ganaron la oportunidad a punta de buen comportamiento. Fueron ellos quienes en los últimos días pusieron bonito el parque de las Chimeneas para dignificar esta zona ampliamente concurrida por familias.
Denser Francisco Calvache, uno de los privados de la libertad que participan en el programa, dijo sentirse honrado de ayudar al municipio mientras disfruta de un poco de libertad que para ellos se convierte en un oasis en medio de tanto encierro, “sin ver gente, sin ver la calle”. De paso aprovechó para enviarle un “pórtense bien, la libertad es lo más lindo que hay”.
Esta iniciativa comenzó este mes y se extenderá hasta el próximo mes de diciembre. Gracia a esta, una o dos veces al mes los detenidos participantes podrán salir de cárcel y adelantar labores en compañía de funcionarios de Medio Ambiente, Seguridad y la empresa Interaseo, custodiados por el Inpec.
El alcalde Diego Torres resaltó la posibilidad que tienen todas las personas de tener una segunda oportunidad y en el caso de los privados de la libertad, recibir una resocialización digna que los aleje de los círculos nocivos que los llevaron a prisión.
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Otro componente importante como parte de la pedagogía de este programa será la posibilidad de que estudiantes desde el grado noveno de instituciones educativas se unan a estas jornadas y conozcan de primera mano las historias y contextos que llevaron a estar personas a perder su libertad, es una campaña que refuerza las acciones de prevención que se adelantan en el municipio para reducir los riesgos de los niños, niñas y adolescentes de caer en círculos de delincuencia y drogadicción.
Ropa y artesanísa “made in prison”
En días recientes EL COLOMBIANO contó también las historias cómo nacieron un taller de confecciones en el patio 9 de la cárcel de Pegregal, donde condenados, muchos de ellos importantes integrantes de estructuras criminales, diseñan y elaboran prendas sostenibles al tiempo que se teje un proceso de reconciliación casi único en un pabellón de mediana y máxima seguridad de centros penitenciarios del país. Las máquinas de coser de este taller están ocupadas a diario por los 45 internos que forman parte de un proyecto con el que buscan confeccionar bolsos, carteras, chaquetas y pantalones y que ya cumplió 20 meses.
Otra iniciativa para resaltar es la de “Mede in prison”, una iniciativa de Juliana Zuluaga, una emprendedora cuyo padre pagó nueve años de cárcel y que les enseña a personas privadas de la libertad a hacer artesanías al tiempo que adelanta con ellos una labor de resocialización. Los productos se han vendido incluso al exterior. En medio de la iniciativa los privados de la libertad producen manillas, portavasos, bolsos, salidas de baño tejidas, camisetas y otras prendas, atrapa-sueños y mochilas que venden a través de redes sociales. La forma artesanal de hacerlos resulta también garantía de tener un objeto único. La intención es que los internos vean en esto una manera posible de conseguir el sustento cuando salgan libres; de hecho ya tres de ellos comenzaron a tramitar sus marcas.
