El evento que tuvo esta semana el presidente Petro y buena parte de su gabinete en Apartadó estuvo lleno de polémicas: no solo su cuerpo de seguridad le requisó la maleta al gobernador Andrés Julián Rendón, en lo que muchos consideraron una provocación, sino que dijo que ese encuentro ya hacía parte de la Asamblea Nacional Constituyente que recién propuso, amenazó al Clan del Golfo con destruirlos si no dejaban el narcotráfico y, como si fuera poco, dijo que los habitantes de El Poblado eran los culpables de la violencia en la región y que varios de ellos eran, o habían sido, paramilitares.
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El presidente Petro dijo que el origen del conflicto armado en el Urabá pudo darse cuando los “grandes capitales de El Poblado” se encontraron con las etnias y culturas de la región cuando empezó el negocio de la exportación bananera.
“¿Cómo se encontraron, bien o en choque? En mi opinión se encontraron en choque. El gran capital de El Poblado se convirtió en bananeros en el Urabá, usaron el territorio, la mayor parte de la tierra, por tanto, del agua y el mar, y se convirtió en uno de los grandes negocios y ramas productivas de Colombia: el banano y la exportación de banano”, cuestionó el presidente.
Petro aseguró que en lugar de “mirar” y “habitar” el territorio urabaense, ese gran capital había “usado” el suelo mientras seguía viviendo en El Poblado. “¿Cómo ve a la gente del territorio, cómo la miraron, como una fuerza de trabajo a usar o como una gente que merece desarrollarse como seres humanos cultural y económicamente?”, enfatizó el mandatario.
Afirmó además que en su opinión el origen del conflicto se había dado porque debido a ese supuesto desprecio del capital de El Poblado con la población del Urabá, esta se organizó, exigió y quiso tener una mejor vida, lo que habría llevado a la presencia de grupos guerrilleros como el EPL.
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Esa insurgencia, dijo el presidente, afectó al empresariado bananero (que él llama de El Poblado) que reaccionó “paramilitarizando”. Ahí el mandatario matizó un poco los señalamientos y aclaró que no habían sido todos. “Siempre habrá excepciones, pero más o menos fue así la historia”, dijo.
Luego, aseguró que el Estado y los gobiernos previos al suyo, en lugar de mediar y producir espacios para pacificar el territorio y darle solución al conflicto, decidieron aliarse con el paramilitarismo que “ya usaba este territorio para exportar cocaína”.
Y es que llamar a algunos de sus opositores como aliados del paramilitarismo parecer ser una de las recientes estrategias discursivas del mandatario. Justo esta mañana, en su cuenta de X dijo que muchos de los que se oponen a su propuesta de reformar la constitución del 91 son “amantes de la gobernanza paramilitar y el régimen de corrupción que, después de expedida la Constitución, se impuso de facto en el país”.
Por su parte, el gobernador Andrés Julián Rendón, que estuvo sentado por primera vez en un evento público en Antioquia con el presidente Petro, calificó a las declaraciones del presidente como un ataque para estigmatizar a Medellín y a Antioquia.
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“Un gobernante debe entender que lo que hay que acabar es con la pobreza y no con la riqueza; una bien construida, equitativa, generadora de empleo y posibilidades”, le escribió Rendón a Petro en X.
Para Rendón, la diferencia entre él y el presidente es que mientras Petro piensa que la confrontación armada se puede justificar por las “causas objetivas de la violencia” y ve a los insurgentes como rebeldes, Rendón los ve como criminales. “En su lógica marxista, él ve a los empresarios como explotadores, yo los veo como generadores de riqueza”, remató el gobernador.