Este territorio se localiza sobre la orilla del poderoso río Cauca, sobre todo en su discurrir por el Valle del Tonusco. De la subregión hacen parte 19 municipios como Abriaquí, Anzá, Armenia, Buriticá, Caicedo, Cañasgordas, Dabeiba, Ebéjico, Frontino, Giraldo, Heliconia, Liborina, Olaya, Peque, Sabanalarga, San Jerónimo, Sopetrán, Uramita, así como la ciudad madre Santa Fe de Antioquia.
Varios de estos territorios están cruzados por grandes elevaciones, por lo que cada una de ellas se puede convertir en un inmenso mirador que da cuenta de la riqueza del paisaje. Mientras que otros fueron “bendecidos” con otras riquezas naturales y arquitectónicas que también los hacen llamativos para el turismo, una de las principales actividades económicas por las que resalta la subregión.
Pese a su cercanía con Medellín, y ser considerado uno de los principales balnearios del departamento, el Occidente antioqueño posee un desierto, que en algo hace recordar al que tuvo que atravesar la sagrada familia en su periplo hasta Belén hace ya más de 2000 años, conocido como el Desierto de Occidente y que se extiende por Santa Fe de Antioquia, San Jerónimo, Sopetrán y Anzá.
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El Occidente también resalta económicamente hablando en actividades como la ganadería, el cultivo de frutas, así como granos como el frijol, el café y el maíz. De igual forma, la minería resalta abiertamente en el territorio y por su impulso fue la ciudad más importante que tuvo el departamento en sus primeros años.
En esta zona se encuentran varios de los principales sitios turísticos del departamento, como son el cañón del río Cauca y los parques naturales Las Orquídeas y Paramillo. Así mismo, son muy populares el Puente de Occidente y la histórica Santa Fe de Antioquia, que cuenta con varios templos donde se viven con fervor las fiestas religiosas.
En las consideraciones de la Novena Navideña, en su día quinto se lee que, ante la cercanía del nacimiento, “María no cesaba de aspirar por el momento en que gozaría de esa visión beatífica terrestre; la faz de Dios encarnado. Ella estaba a punto de ver aquella faz humana que debía iluminar el cielo durante toda la eternidad. Iba a leer el amor filial en aquellos mismos ojos cuyos rayos deberían esparcir para siempre la felicidad en millones de elegidos. Iba a ver aquel rostro todos los días, a todas horas, a cada instante, durante muchos años. Iba a verle en la ignorancia aparente de la infancia, en los encantos particulares de la juventud y en la serenidad reflexiva de la edad madura”.
En estos tiempos de vacaciones, es bueno siempre visitar a la madre, sobre todo si es la subregión cuna de la ciudad primigenia del departamento. Para que, antes de entregarse a los gozos que traen los balnearios y las fincas de recreo de la zona, también se celebre el gozo del nacimiento del hijo de Dios.
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