Los cuerpos de bomberos de Antioquia, que en lo poco que va de este año han sido exigidos al máximo para apagar más de 600 incendios y que en todo el 2023 atendieron más de 48.000 emergencias, están prácticamente abandonados a su suerte.
De acuerdo con la secretaria de Asuntos Institucionales, Lina Cuartas, en todo el departamento hay 118 de estas agrupaciones, de las cuales 104 cuentan con personería jurídica vigente y con 2.435 socorristas (1.784 hombres y 651 mujeres).
Entre tanto, hay 14 más que existen en el papel pero están inactivos en los municipios de Betulia, Campamento, Carolina del Príncipe, Caracolí, Ebéjico, Montebello, Murindó, Peque, San José de la Montaña, Tarazá, Tarso, Valparaíso, Vegachí y Vigía del Fuerte. Y solo cinco municipios no tienen bomberos: Cáceres, Maceo, Giraldo, Abriaquí y Uramita.
Las condiciones de trabajo de cada una son disímiles. Están desde los bomberos de Envigado que son reconocidos como de los mejores con sus máquinas y equipos sofisticados, hasta algunos que carecen incluso de machetes y uniformes. Todo depende de factores como su capacidad de gestión y el apoyo que reciban de las autoridades locales, pero la generalidad raya con la precariedad.
Siendo los Municipios los responsables de la gestión del riesgo a nivel de sus territorios, son a los que les corresponde firmar los respectivos convenios o contratos con los bomberos para delegarles esa labor a cambio de una remuneración, pero casi nunca los montos son consecuentes con la importancia del servicio (que es considerado esencial, como la salud o la educación) ni con el riesgo que asumen.
El capitán Luis Morales, delegado de los bomberos del departamento a nivel nacional y comandante del cuerpo voluntario de Envigado, pide que estos acuerdos sean dignos, porque conoce por ejemplo casos en los que alcaldes les ofrecen cinco millones de pesos anuales para la prestación del servicio, a cambio de atención 7/24 los 365 días del año, con equipos idóneos, personal calificado y cumplimiento de todas las normas laborales y prestacionales; un verdadero exabrupto.
“En Argelia, por ejemplo, en el periodo anterior tenían un contrato de 15 millones por año para garantizar su servicio y es algo insuficiente porque equivale a poco más de un millón de pesos mensuales para sostener combustible y tener personal de manera permanente; en Anzá eran como 10 millones de pesos”, relata el oficial.
Muchas veces se escudan en el sofisma de que son voluntarios, pero resulta que “voluntario no significa gratis, porque este personal se denomina de esta manera por no tener una relación contractual con el Estado”, según aclara el oficial.
De resto son pocas las posibilidades de aporte oficial ya que la naturaleza jurídica de los cuerpos de bomberos es la de empresas sin ánimo de lucro y por tanto el Estado no les puede transferir recursos de manera directa.
Aunque existe una Junta Departamental de Bomberos que depende de la Gobernación y un fondo para promover su labor, se trata de una bolsa a la que apenas le ingresan 200 millones de pesos anuales, es decir que en promedio, si se les fuera a distribuir de manera igualitaria, solo habría lugar a transferir menos de dos millones de pesos en promedio para cada uno. Ello contrasta tanto con la fama de departamento rico que tiene Antioquia en el país como con las necesidades reales, pues un proyecto de mejoramiento de un solo cuerpo de bomberos puede involucrar entre 800 y 900 millones de pesos cuando menos, porque sus maquinarias y equipos son especialmente costosos.
Es más, si se fuera a un caso extremo, adaptar un cuerpo de bomberos a las condiciones óptimas podría valer más de 20.000 millones de pesos, una cifra impensable para las condiciones de la región y el país.
Y si de tener otro parámetro de comparación se trata a nivel nacional, existen departamentos menos boyantes y con menos cuerpos de bomberos que atender, con 3.000 a 4.000 millones de pesos, según resalta el capitán Morales, u otros en el lado contrario, como Caquetá, donde ese fondo solo se nutre de 12 millones de pesos al año.
En la actualidad en ese bolsillo Antioquia posee $513 millones de recursos no ejecutados en otros periodos y se espera la llegada de los 200 millones correspondientes a 2024.
Solo los de Medellín y Guarne son cuerpos de bomberos oficiales, lo que quiere decir que dependen directamente de las alcaldías, algo que puede convertirse en ventaja o desventaja, dependiendo de los vaivenes de cada administración.
No es un secreto por ejemplo el deterioro que sufrieron los bomberos de la capital antioqueña en la anterior administración debido a un manejo que estuvo mediado por intereses políticos y ubicación de cuotas en los puestos directivos, y la consecuencia fue el que hubieran tenido que sortear dificultades como tener que trabajar con uniformes en mal estado, recorte de personal y hasta el tener al mismo tiempo 14 máquinas varadas por la falta de presupuesto para repararlas.
Quién lo creyera, pero los avatares de la vida doméstica en los municipios es otra incertidumbre que atraviesa el trabajo de los “apagafuegos”. Fuentes conocedoras de este problema mencionan el caso de los bomberos de La Unión, donde circuló la versión de que el comandante le hizo campaña a un candidato perdedor en las pasadas elecciones y por eso no se habla siquiera con el alcalde ganador, con consecuencias fatales para la labor de todo su grupo.
Morales recuerda también a un alcalde que no le firmó al comandante de bomberos ni un solo contrato en cuatro años, porque cuando estaban jóvenes y estudiaban juntos en el mismo colegio le había quitado a la novia y se casó con ella; por lo tanto fue un cuatrienio en que los bomberos locales no recibieron un solo peso de la administración.
Entre los bomberos es legendario también el caso de Ebéjico, donde lo que se extinguió no fue el fuego sino el propio cuerpo de bomberos porque los manejos controversiales llevaron a romper relaciones con la Alcaldía y sectores de la comunidad. Hoy la única máquina que poseían está guardada en un parqueadero y cada que se reporta una emergencia les toca llamar a los socorristas de San Jerónimo.
Al ser preguntada sobre esas situaciones, la secretaria Cuartas no se refirió a ninguna de manera particular, pero resaltó la importancia de blindar esas relaciones institucionales, más allá de las agendas políticas.
“La ideología no debe definir la gestión del riesgo en el departamento; se trata de salvar vidas, de tener una adecuada gestión del riesgo más allá de cualquier otro asunto”, recalcó.
Tener estos cuerpos en armonía y a punto para actuar resulta fundamental debido a que todavía el país no supera los riesgos derivados del aumento de temperatura por el fenómeno de El Niño y está diagnosticado que el segundo semestre lo marcaría la llegada de La Niña, con lo cual la posibilidad de que las innumerables fuentes de agua que hay en la región se desborden. De manera que los bomberos seguirán siendo indispensables en cualquier tiempo y lugar, pero a esta fecha solo se han suscrito los contratos respectivos entre los cuerpos de bomberos locales y las alcaldías en 15 de los 125 municipios de Antioquia.
Buscan apoyo internacional
La secretaria de Asuntos Institucionales, Lina Cuartas, anunció que la Gobernación, a través del Dagran (Departamento administrativo de Gestión de Riesgo de Desastres) buscará financiación internacional para apoyar la dotación y fortalecimiento de los bomberos en esta sección del país.
Así pretende subsanar la precariedad de los recursos de que dispone ya que, según informó el presupuesto total de inversión este año son apenas 189.000 millones de pesos, con los cuales tiene que cubrir innumerables frentes y llegar a 125 municipios que comprenden su jurisdicción.
La Junta Departamental de Bomberos, desde donde se manejan estos asuntos, está conformada por el Gobernador o su delegado (en este caso la Secretaria de Asuntos Institucionales), 3 comandantes de bomberos voluntarios, uno de los bomberos oficiales, el director del Dagran y el director regional de la aeronáutica Civil o un delegado. Ellos definen el uso del Fondo designado para promover a las agrupaciones de este tipo, que resulta exiguo para las necesidades.