La comunidad del barrio El Progreso N° 2, en la comuna 6, se juntará hoy para abrazar a la Institución Educativa El Progresar, y con este gesto aferrarse a ese oasis, hoy amenazado, ubicado dentro del colegio en el que durante 28 años han construido su memoria colectiva transformando el dolor del conflicto en arte.
Tallerarte nació en la mente y las manos del artista Guillermo Villegas Mejía y evolucionó hacia una proyecto comunitario. En 1993 llegó a El Progreso N° 2 y se convirtió en un entorno clave donde la paz buscó abrirse paso en medio de la violenta cotidianidad de la comuna 6. Allí, por ejemplo, se firmó en 1996 un pacto entre milicianos y miembros de diversos grupos que se disputaban con balas el territorio.
Hoy entre sus paredes reposa una enorme obra que relata el conflicto en la zona noroccidental de la ciudad; el legado artístico del maestro Guillo, obras escultóricas creadas por jóvenes asesinados y un vasto legado documental a través de relatos, ensayos y prosemas de la transformación que vivieron allí cientos de jóvenes.
Por eso para Camila Flórez, hija de Tallerarte desde niña y hoy líder del proyecto, la ciudad podría perder un lugar patrimonial único.
Resulta que desde marzo pasado la rectoría del colegio inició ante la Secretaría de Educación el trámite para solicitarle a Tallerarte la entrega del espacio. Según explicó a EL COLOMBIANO la secretaria Alexandra Agudelo, lo que buscan es ampliar la cobertura en la zona pues se ha incrementado allí la matrícula y el lugar que hoy ocupa el Taller podría usarse para dos aulas que atiendan a cerca de 70 estudiantes de transición y primaria.
La secretaria dice que le hicieron una propuesta con seis alternativas, entre estas, prestar su servicio a la comunidad en horarios nocturnos o fines de semana que no coincidan con horario escolar. Pero Camila dice que esta propuesta implica de todos modos la desintegración de toda la obra que alberga.
La propuesta de la Corporación es que la Secretaría entregue en comodato el espacio y coordinar con la institución y diferentes secretarías estrategias pedagógicas de construcción de paz que se vinculen al Proyecto Educativo Institucional –PEI– del colegio y se trasladen a todo el territorio, como de hecho lo hizo durante años.
Y es que, según cuenta Camila, la labor formativa y pedagógica de Tallerarte cubre varias dimensiones del día a día de niños y jóvenes y la convierte en una estrategia complementaria con el quehacer educativo del colegio.
“Cientos de niños y niñas recién llegados de Venezuela o desplazados de otras zonas de Antioquia, e incluso quienes llevan ya tiempo en el barrio pero pasan gran parte del día solos porque sus padres trabajan encuentran en el Taller un oasis para sus cuerpos y sus mentes”, declara.
Sin embargo, aunque la secretaria Agudelo reconoce la importancia del proyecto dice que otro camino, como la opción de comodato e integración con la oferta del colegio, no es posible porque –recalca– hay que “entender que los colegios están para dictar las clases académicas”.