Juan Manuel Restrepo y Mónica Suárez no pueden escuchar cómo suena un “te amo”, aunque se lo hayan expresado mil veces el uno al otro. Su amor no es sonoro, pero los embarga de una forma tan genuina como única. El pasado jueves 14 de diciembre lo sellaron con un beso y se sonrojaron porque los estaban mirando. No oyeron los aplausos ni la algarabía de quienes celebraron su matrimonio civil, uno de los pocos de dos personas sordas que se han hecho en Colombia y el primero en Antioquia.
Desde las 5:00 p.m., familiares y amigos se congregaron en la Notaría Tercera de Bello, donde se hizo la ceremonia civil para cumplir el sueño de los novios de casarse como lo hace cualquier ciudadano oyente. El evento no fue de poca importancia: representa la lucha por la inclusión y la igualdad en medio de una historia de rezagos en materia de derechos para la población con discapacidad.
Allí, sentados uno al lado del otro, Juan Manuel y Mónica pudieron entender todo lo que decía el notario Mauricio Gómez, quien presidió la ceremonia. Detrás de él y frente a ellos estaba una pantalla que proyectaba a la intérprete que convirtió en señas las palabras protocolarias de la unión y, a su vez, tradujo a palabras lo que ellos decían por medio de señas.
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Así, supieron cuándo entregarse las argollas, cuáles son los derechos y deberes que tienen como pareja casada y cuándo darse el beso de rigor que les causó tanta pena, mientras familiares lloraban y reían al mismo tiempo.
“Es la primera vez que en estos tres años de carrera notarial me toca celebrar un matrimonio de personas con discapacidad auditiva, fue una ceremonia conmovedora y bonita, el lenguaje universal es el amor y no hay limitación alguna para contraer matrimonio”, dijo el notario Gómez, quien estaba tan emocionado que hasta preparó un pequeño brindis tras casarlos.
La historia de amor
Juan Manuel nació en Cali, Valle del Cauca, y Mónica en Aguadas, Caldas. Ambos llegaron al mundo sordos. No obstante, él puede leer los labios, mientras que ella solo se puede comunicar por medio de lengua de señas.
Desde muy niño, a Juan Manuel lo llevaron al Instituto de Ciegos y Sordos, en su ciudad natal, donde afianzó el lenguaje.
Cuando tenía 8 años la familia se trasladó a Medellín, donde accedió a educación personalizada, aprendió lengua de señas y conoció a varias personas sordas que se convirtieron en amigos del alma, unidos por los temores, los dolores y las alegrías de una condición que los convierte en minoría. Fue así que conoció a uno de sus primeros amores, una mujer también sorda con la que tuvo a su hijo Alejandro, hoy de 15 años.
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Mónica nació en el campo y, como es común por las marcadas brechas respecto a las zonas urbanas, no tuvo las mismas oportunidades de acceso que su esposo Juan Manuel. Comenzó a estudiar siendo ya una adolescente y le costaba mucho comunicarse con las personas oyentes, pues no sabía lengua de señas. La aprendió en Cali, a donde se mudaron para que pudiera ingresar a la educación.
Después llegó a Medellín, donde conoció el amor. Los esposos se enamoraron cuando trabajaban juntos. Fue complicidad a primera vista. Ella, que lo vio llegar recién contratado, lo reconoció porque él había tenido varios cargos en la Asociación Antioqueña de Personas Sordas (Asanso), una entidad sin ánimo de lucro que trabaja por esta población.
Las señas, incomprensibles para la mayoría de sus compañeros, les permitieron reírse, desahogarse y comunicarse sobre temas laborales y personales, sin saber que eso los uniría tanto.
Decidieron irse a vivir juntos hace unos dos años y medio, recordó Elsy Restrepo, tía de Juan Manuel, quien contó que ambas familias se pusieron felices hace dos meses, cuando les dieron la noticia de que se iban a casar. Fue ella quien les ayudó a averiguar cómo era el trámite y así llegaron hasta la Notaría Tercera de Bello.
El notario Gómez relató que fue a finales de noviembre pasado cuando hicieron la solicitud formal, también por medio de un intérprete de señas de la Unión Colegiada del Notariado Colombiano, que firmó un convenio con la Federación Nacional de Sordos de Colombia (Fenascol) para realizar estos trámites de inclusión.
“Ya la norma nos permite que las personas con este tipo de discapacidades se pueden casar, es muy poco común, muy poco común. Que yo sepa, este es el primero en Antioquia del que se tenga registro”, expresó el notario, para quien este es un gran paso que se suma a otros que se han dado en el país, como el matrimonio igualitario.
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Según datos de la Unión Colegiada de Notarios de Colombia, estos trámites están sustentados en la Ley 1996 de 2019, que estableció “el régimen para el ejercicio de la capacidad legal de las personas con discapacidad mayores de edad”. Esto quiere decir que dicha población no puede ser excluida de negocios o procesos jurídicos, médicos, familiares o personales sin son capaces de manifestar su voluntad y sus deseos, aun cuando tengan que tengan que apoyarse en recursos como un intérprete.
En el caso de las personas sordomudas es clave que esté el intérprete, para que se tenga la certeza de que los novios entendieron y consintieron todo lo que casarse por lo civil implica. Es por esto que el intérprete es certificado por Fenascol, como el que se conectó por videollamada el pasado jueves a la ceremonia de Juan Manuel y Mónica.
En el acto, los novios también tuvieron al joven Alejandro como el intérprete físico, quien además está muy orgulloso y contento. Fue él quien tradujo lo que expresaron: se sienten felices porque se convirtieron en un ejemplo para la población con discapacidad. “Si yo pude, todas las personas pueden, a pesar de la discapacidad. Es muy importante tener confianza, si hay amor y confianza, todo se puede”, dijo Juan Manuel a través de señas.
Lo que sigue es casarse en una iglesia cristiana a la que ha pertenecido Mónica, donde cuenta con un intérprete de señas que le ha permitido practicar sus creencias. “El matrimonio para mi vida es una cosa nueva, pero estoy muy orgullosa de formar una familia y estar para siempre juntos”, añadió ella, también con señas. El plan es hacer el segundo matrimonio, más simbólico que legal, en abril de 2024.