Por gustavo ospina zapata
A Marialex Bello Berrío la felicidad le brota, la cubre en una aureola que envuelve sus 1,70 de estatura y que aflora en su sonrisa constante. Ella, afrodescendiente, costeña e integrante de una familia de San Onofre (Sucre), a cargo de una madre que se gana la vida como empleada doméstica, cumplirá algo que apenas hace 15 días veía como imposible: ingresar a la universidad.
Lo hará gracias a que se postuló a una beca y cuando sentía que no iba a ser beneficiaria y le tocaría luchar muy duro para hacer una carrera, la fortuna tocó a sus puertas y hoy se alista para iniciar estudios superiores, un sueño que alimenta desde hace cuatro años, cuando empezó a pensar en serio que, pese a sus dificultades económicas, tenía derecho a ser profesional.
Hasta antes de noveno grado Marialex era una estudiante normal, iba a clases, compartía bien con compañeras y maestras y ganaba los años, pero no se lucía. “Ella de niña no era apasionada por estudiar, cogía una tarea y decía que no iba a ser capaz, yo le decía que cómo que no si ni siquiera había empezado”, cuenta su madre, Tarcilia Berrío Torres, que además tiene otros dos hijos: uno en jardín y otro de diez años.
Marialex añade más cosas: “Yo hasta séptimo perdía materias, en octavo igual, los profesores me decían que me estaban dañando las compañeras con las que andaba, pero ellas eran buenas, ganaban todas las materias, yo les decía a ellos que no, que era culpa mía”. Al iniciar noveno grado, Marialex se trazó un propósito: en ese año cumpliría con tareas, trabajos y costara lo que le costara iba a ser una estudiante ejemplar.
“Empezó superjuiciosa, toda el día era sentada en la mesa haciendo tareas, trabajos, hasta por la noche era pegada del estudio”, recuerda Tarcilia, que hace unos años quedó sola a cargo de sus tres hijos y por eso cargaba la angustia de que tal vez su hija mayor no podría estudiar en una universidad.
¡A celebrar!
Era 2020 y la muchacha apenas tenía 14 años. Al final ocupó el primer lugar de su grupo y en décimo y once repitió su periplo exitoso en el colegio Merceditas Martínez Gómez, ubicado en la comuna oriental de Medellín, en donde se graduó como la mejor bachiller de la institución educativa en diciembre de 2022. “Yo no podía creer cuando llegué al colegio y todos los profesores me felicitaban, a la vez fue muy difícil, porque pensaba en cómo iba a hacer para pagarle la universidad”, recuerda la madre.
Sin embargo, ya su hija, con pinta de basquetbolista pero amante del voleibol, había dado pasos en búsqueda de sus anhelos: conoció el programa de becas de la Fundación Grupo Argos y se postuló para una, al tiempo que se inscribió en el Sena para Contaduría Pública y se metió a una técnica en Diseño Gráfico.
Como de Argos le habían dicho que en diciembre le darían noticias, el mes acabó y nunca le sonó el celular para decirle si había pasado o no. En enero tampoco, había desánimo, hasta que el martes 7 de febrero a las puertas de su casa llegó una fiesta: “Trajeron papayera, bombas, cámaras y me dijeron que había ganado la beca”.
Marialex dice que fue el día más feliz de su vida, pues aunque no subvalora el trabajo de su madre y lo considera tan digno como el de cualquier profesional, quiere acceder a un mejor nivel de vida, como tener una casa propia y recursos para vivir con dignidad.
La familia vive en una casa en arriendo en el barrio Pablo Escobar, donde predomina la escasez y viven con lo justo. En ese panorama, acceder a la educación superior iba a ser casi imposible para Marialex.
La beca de Argos le permitirá entrar a la universidad que desee, pública o privada, y elegir la carrera que quiera. Le pagarán un aporte periódico de 10,5 salarios mínimos para cubrir gastos de matrícula y manutención.
“Lo hacemos con becas porque para nosotros la educación es un motor de transformación social en beneficio de jóvenes de estratos uno y dos”, explica María Camila Villegas, directora ejecutiva de la Fundación Grupo Argos
Añade que el proceso de selección incluye un filtro con criterios como el estrato, el nivel académico y el liderazgo humano, “que los jóvenes sean referentes de su comunidad educativa”. No hay que olvidar que Marialex era la representante estudiantil de grado 11 y del colegio en general.
A esta joven de 17 años apasionada por el estudio le quedan unos meses para elegir la carrera. Aún no tiene claro cuál será, pero lo hará a plena conciencia y sabiéndose una privilegiada entre los 27 jóvenes de 12 departamentos de Colombia que este año ganaron la misma beca. En su sencillez de adolescente resume su emoción en una frase: “Gracias por ayudarme a cumplir mis sueños”. La idea es iniciar clases en julio próximo.
Las cifras del programa
En la actualidad, un total de 143 jóvenes de distintas regiones y departamentos estudian en universidades públicas y privadas las carreras de su preferencia a través del programa Becas para el Desarrollo Regional de la Fundación Grupo Argos. El programa está desde 2015 y ya suma 290 beneficiarios, que son básicamente de los estratos 1 y 2. En los ocho años las estadísticas indican que hay un nivel de retención de 94 %, lo que se evalúa como muy positivo, ya que en el país el 50 % de los jóvenes que inician estudios de educación superior abandonan las instituciones. Hasta el momento se han invertido $10.000 millones en este programa.