Aunque la piedra del Peñol existe hace más o menos 80 millones de años, este martes 16 de julio se va a celebrar el cumpleaños número 70 de este que es, desde hace ya siete décadas, uno de los principales atractivos turísticos, no solo de Antioquia, sino del país.
Este 16 de julio no solo es el Día de la Virgen del Carmen. También se cumplen 70 años desde que Luis Eduardo Villegas, quien años atrás había comprado los predios donde se encontraba la gran roca, la escaló por primera vez en compañía de un par de amigos aventureros de nombre Pedro Nel Ramírez y Ramón Díaz.
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La conquista de la piedra de 220 metros de altura y de más de 700 escalones ocurrió después de una misa. Según cuentan los historiadores, en medio de una eucaristía en julio de 1954, el entonces párroco del pueblo, el padre Alfonso Montoya Velásquez, dijo: “¿Será que los hombres de Guatapé son de la familia de los sapos? Porque sapo no sube piedra”.
Lo que Villegas entendió como lo que era: una provocación. Al terminar el ritual, Villegas, que ya era el propietario del terreno, abordó al cura y le dijo: “Si no la escalé antes es porque no encontré alguien que me diera moral para hacerlo. Usted lo logró”.
Villegas empezó la subida el 12 de julio de 1954 y la terminó, cinco días después, el viernes 16. Para ese entonces, por supuesto, la piedra no tenía escaleras, tan solo una grieta con la que la naturaleza parecía marcar el camino. De manera que tuvieron que ascender con una escalera que les prestó el cura provocador y con unas tablas de madera que fueron cuñando, una a una, mientras subían por la ranura.
Hasta 1970, la piedra tuvo escaleras de madera que ese año fueron reemplazadas por las de concreto que sobreviven hasta hoy. Son 715. Desde entonces, especialmente tras el llenado del embalse de Guatapé en 1978, miles, quizás millones, de antioqueños, colombianos y turistas de todas las nacionalidades han escalado a la cima de la piedra para divisar desde allí uno de los más majestuosos paisajes de toda la región.
Una vista imponente que ya era apetecida desde antes de que existieran las redes sociales y la adicción a las fotos.
“Villegas, más que un alpinista, era un negociante que vio la oportunidad de compartir su experiencia con el mundo”, dicen sus descendientes.
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En un día malo, a la piedra suben 200 personas. En uno bueno, la cifra puede llegar a 600. El precio por sufrir la subida y disfrutar la panorámica está en $25.000. Además, los propietarios han invertido en otras atracciones para completar la experiencia: hace un par de años pusieron un helipuerto para que los turistas puedan ver la piedra y el embalse desde más arriba. En internet, se consiguen planes turísticos de un día completo en los alrededores de Guatapé y El Peñol que cuestan hasta $200.000
“Hoy, la Piedra del Peñol no solo es un destino turístico, sino un símbolo de la historia y la resiliencia de los antioqueños. Su belleza incomparable sigue atrayendo a miles de visitantes cada semana, quienes suben sus 715 escalones para disfrutar de las vistas panorámicas y la rica historia que la rodea”, agregan sus propietarios.
Por esto, este martes 16 de julio en la piedra realizarán una serie de actividades culturales en conmemoración del aniversario de la primera escalada épica de Villegas.
Cumpleaños además que será especial porque en los últimos meses la piedra sufrió uno de los traspiés más importantes en su historia: en noviembre del año pasado, la atracción estuvo cerrada al público durante una semana después de que desde la parte alta se desprendiera parte de la roca y otros materiales que dejó lesionadas a 17 personas.
Tras las evaluaciones de las entidades de gestión del riesgo, se determinó que el desprendimiento de material vegetal, ramas y tierra, se debía a un proceso de descomposición natural que no representaba riesgos significativos para los escaladores.
Mitos y origen de la piedra
La piedra del Peñol (ahora algunos la llaman el peñón de Guatapé) es apenas una pequeña parte del Batolito antioqueño. Este es, a su vez, una masa rocosa subterránea que tiene más de 7.000 kilómetros cuadrados (hasta siete veces el Valle de Aburrá) que se extiende bajo el suelo del oriente del departamento. Ese Batolito se formó, dicen los científicos, hace 80 millones de años y el fragmento de más de 200 metros de alto que se levanta sobre la tierra es producto de la erosión y de movimientos tectónicos.
Antes de que Luis Eduardo Villegas comprara y escalara la piedra, que es apenas la punta de un iceberg gigantesco bajo tierra, los agricultores y pobladores de la región la veían como un obstáculo para el desarrollo de la agricultura. Era una roca llena de maleza a la que casi nadie le prestaba atención. No obstante, de acuerdo con los historiadores de la región, la piedra hace miles de años era adorada por los indígenas tahamíes (una etnia de la familia de los chibchas que habitaba lo que hoy es el oriente, nordeste y bajo Cauca antioqueño). Vestigios humanos que datan del siglo V a.C. indican que este lugar fue un centro de rituales.
Sobre la grieta por donde se construyeron las escalas, se decía que había sido un “arañazo” del diablo que quería llevarse la tierra.
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La marca de la discordia
Sobre la piedra del Peñol se alcanza a leer a la distancia dos letras de 30 metros de alto de color blanco: una G y una I, que pocos saben lo que significan. En 1988, los propietarios de la piedra y la alcaldía de Guatapé habían acordado que se inscribiera sobre la roca el nombre del municipio: “Guatapé”. Sin embargo, el gobernador de ese entonces, Antonio Roldán Betancur, ordenó suspender la pintura cuando apenas habían empezado con la letra U, amparado por una ley de ese entonces que prohibía firmar formaciones naturales. Y así se quedó.