La imagen es lamentable. Una montaña de escombros crece sin control hace meses a un costado de la quebrada La Iguaná, a la altura de la Universidad Nacional, y ha causado, incluso, la disminución del cauce del afluente. El basurero está en el barrio que lleva el mismo nombre de la quebrada, pero se aprecia también desde el sendero peatonal de Carlos E. Restrepo.
El bulto de escombros es cada día más grande y parece que en cualquier momento puede caer al agua, lo que tiene en alerta a personas que creen que ello causaría un represamiento que derive en una tragedia.
Carlos Serna, presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC) de Carlos E. Restrepo, revivió la semana pasada el llamado a la Alcaldía de Medellín para que haga algo pronto. Y espera que esta vez sí atiendan la situación con contundencia, pues aunque denunció el problema el 13 de enero pasado, cuando la montaña de residuos era casi mínima, esta siguió aumentando cada día hasta llegar a un punto que requiere intervención urgente.
“Tememos por una tragedia”
El primer mensaje de Serna fue respondido en Twitter por Emvarias aquel 13 de enero. “Trasladamos a la Secretaría de Medio Ambiente de la Alcaldía de Medellín, quienes atienden las riberas de la ciudad. La denuncia ante Policía también es fundamental para contrarrestar este penoso caso”, le dijeron. Pero el pasado 8 de julio, seis meses después, Serna volvió a lamentarse en Twitter: la situación empeoró.
Vidrios, madera, llantas, yeso, tejas, adobes quebrados han alimentado el morro de escombros que es aprovechado por quienes se dedican al reciclaje de chatarra para subsistir. Por ello, también el sitio se convirtió en epicentro de quema de objetos para sacar cobre u otros elementos que pueden ser vendidos. Y para las comunidades aledañas, estos son atentados sistemáticos al medio ambiente que no concuerdan con la línea estratégica de Ecociudad, una bandera del plan de desarrollo.
La preocupación latente no es solo por ese punto. EL COLOMBIANO recorrió parte del tramo y encontró, un poco más arriba de los escombros que la quebrada está cada vez más invadida, allí se ven los inicios de un nuevo asentamiento. Por donde debe correr el agua hay arena, piedras y una pila de costales rellenos que invaden los espacios que necesita el afluente.
Y, cuenta Serna, esto no es gratuito. Metros más arriba, desde el puente que cruza La Iguaná, en la carrera 65, también puede verse cómo la vegetación se apoderó de parte de la quebrada. El líder dice que allí se ha acumulado material orgánico por los procesos naturales de la quebrada, pero que la falta de mantenimiento hace ya muchos meses aporta a que el cauce sea cada vez más estrecho.
La situación de solo ese tramo es un síntoma de lo que sufre la quebrada, explicó Rosalba Piedrahíta, lideresa del barrio El Pesebre, también aledaño a la quebrada La Iguaná, en jurisdicción de la comuna 13. Dijo que muchos ciudadanos se sienten inconformes porque la solicitud de una intervención continuada no ha surtido efecto real.
“Desde 2018 venimos denunciando las anomalías, arbitrariedades, falta de sentido de pertenencia, presencia de basuras, escombros y deslizamientos alrededor de La Iguaná. En el Pesebre hemos sufrido las consecuencias de la quebrada. Solo atienden con pañitos de agua tibia y se aparecen cuando ocurre una emergencia; llegan a tomar fotos, hacer videos, dar entrevistas, traer un colchón o una olla y llevarse a los damnificados para un albergue, pero no son acciones de raíz”, dijo Piedrahíta, quien agregó que si ocurre una tragedia, será una anunciada.
La lideresa aseguró que a lo largo de la quebrada no es raro encontrar situaciones similares como la que se presenta en cercanías del Carlos E. Restrepo. Por ello, el temor convive con los habitantes.
Y a esto se suma, como lo ha reiterado la administración, la falta de cultura ciudadana que lleva a que se tiren basuras y escombros en lugares prohibidos. EL COLOMBIANO consultó a la Alcaldía de Medellín su postura para esta nota, pero no fue posible recibir una respuesta.
Sin embargo, para Serna, hay que tener en cuenta que no es solo gente sin cultura ciudadana, sino también la evidencia de fallas administrativas y políticas que concluyen en situaciones fuera de control, como la montaña de escombros que sigue creciendo y que esperan que sea retirada antes de que sea demasiado tarde.