No se puede saber con certeza si los 65 menores de edad y 85 adultos que resultaron quemados por pólvora entre diciembre de 2023 y enero de este año se habrían librado de padecer esas lesiones (ocho de ellos sufrieron amputaciones), de vivir de esa angustia semejante si hubieran recibido a tiempo y de manera efectiva un mensaje convincente que los disuadiera, que disuadiera a quien se las vendió, a quien la compró para estallarla a mitad de una cuadra, a los padres que se lo permitieron o desatendieron a sus hijos, y facilitaron así que esa pólvora llegara a sus manos y detonara cerca a su presencia.
Lo que sí se sabe con certeza es que para las autoridades es obligación intentarlo, hacer todo a su alcance para prevenirlo. Así lo establece el Protocolo de vigilancia en salud pública por lesiones por pólvora pirotécnica, actualizado en junio de 2024, donde se determinan las estrategias de vigilancia y las responsabilidades por niveles entre entidades, que incluye la obligación de establecer planes integrales de prevención y monitoreo que deben ser sostenidos a largo plazo, tal como si se tratara de planes contra cualquier otra enfermedad o problemática de salud pública.
Por eso, lejos de ser cantaleta, los reclamos de ciudadanos y prensa por la histórica negligencia de alcaldías y gobernaciones tienen completo asidero, pues en contravía con las recomendaciones de las autoridades de salud para hacerle frente a una práctica enquistada, las administraciones se acostumbraron a salir del asunto con alguna campaña a última hora; algunas vallas en las calles o algún video en redes sociales en víspera de la infortunada alborada, cuando ya el conteo de quemados va en alza día tras día.
En los últimos dos años el panorama fue el mismo. Una semana antes de la alborada, los lesionados por pólvora ya se acercaban al medio centenar en Antioquia (la mitad de ellos en Medellín) sin que ninguna alcaldía hubiera lanzado a esa altura ninguna campaña de prevención, pedagógica o sancionatoria.
Todo eso pasó mientras Antioquia aumentaba vergonzosamente sus cifras de quemados: 70 en la temporada decembrina de 2020-2021, 108 en la 2021-2022, 103 en la 2022-2023 y 150 en la 2023-2024.
Desde hace semanas la pólvora estalla nuevamente en los barrios y municipios, otra vez sin una respuesta anticipada en cuanto a pedagogía y estrategias de control y sanciones y la temporada decembrina está a la vuelta de la esquina.
En la única parte donde entendieron la necesidad de anticiparse y planear una campaña de prevención real fue en Envigado. En el municipio del sur del Valle de Aburrá iniciaron desde hace casi dos meses la campaña “Que tu fuego no apague mi luz”, acogiéndose a la idea de la popular frase: “desde septiembre, se siente que viene diciembre” para llamar a la conciencia de manera anticipada.
La idea, según señalan desde la alcaldía, surgió desde el Comité de Prevención al Uso de Pólvora del municipio, en alianza con la Policía Metropolitana y los Bomberos de Envigado.
El fuerte de la campaña ha sido volcarse a las calles y colegios, las juntas de acción comunal, las sedes comunitarias con talleres, charlas y tomas culturales en los que han logrado, según plantea la administración, que calen entre la población y sobre todo entre los jóvenes mensajes como “Yo cuido a mis mascotas, no quemo pólvora”, entre otros.
En Envigado los gestores de buenas prácticas de convivencia de la Secretaría de Gobierno se instalaron en el corredor de la Calle de la Buena Mesa para socializar la campaña con la gente y también se están adelantando diálogos en las unidades residenciales para la promoción y generación de conversación sobre la prevención y el cuidado.
¿Y Medellín el resto qué?
Medellín viene de un pasado 1 de diciembre caótico como pocos en su historia, con seis quemados y cuatro incendios forestales causados por la pólvora. Aunque el Distrito volvió a quedar colgado con las campañas anticipadas, teniendo en cuenta que aporta casi el 40% de los lesionados por pólvora en el departamento, sobre el papel podría recuperar terreno y tener un plan más eficiente, pues por primera vez en muchos años la alcaldía, Gobernación de Antioquia y el Área Metropolitana tendrán una campaña conjunta contra la pólvora, según lo confirmaron desde el Distrito y la Gobernación a EL COLOMBIANO.
Eso sí, no entregaron detalles sobre la campaña que pondrán en marcha y que serán anunciados, según precisaron desde la Alcaldía, este martes 12 de noviembre por parte del alcalde Federico Gutiérrez y el gobernador Andrés Julián Rendón. Lo que sí se espera es que la posibilidad de hacer un plan conjunto les permita recuperar el tiempo perdido con un mayor alcance, presupuesto y metas para hacer una pedagogía intensiva y un monitoreo y control fuertes en Medellín, el Valle de Aburrá y en los municipios más críticos.
El desafío que tienen entre manos es mayúsculo. A la práctica enquistada de utilización de pólvora en época decembrina, se le suman nuevos ingredientes como los retos virales que aparecen en redes sociales. El año pasado las autoridades alertaron sobre la reinvención de la famosa candelada del diablo, que consiste ahora en alimentar enormes bolas de fuego a mitad de vía pública con pólvora y hasta gasolina, todo para hacerla lo más “espectacular” para grabarla y subirla a redes. El año pasado se registraron casos así en lugares como Barrio Antioquia.
Un problema devastador
La utilización de pólvora es considera un gran problema de salud pública en Colombia por las terribles secuelas que deja, muchas de ellas insospechadas por la gente. Están, por supuesto, las lesiones.
El calor generado por el contacto con la pólvora incandescente puede causar daños irreparables en la piel, provocar daño severo en la función del hígado, daño cerebral por la acumulación de toxinas que el cuerpo no podría liberar al tener el hígado afectado y lesiones en los huesos que minarían la calidad de vida.
Pero hay más: según la toxicóloga de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, María Gabriela García, la inhalación prolongada de ese humo puede causar daño neurológico como alteraciones cognitivas o en la memoria.
El material particulado y los gases de azufre pueden detonar un grave deterioro del sistema respiratorio en niños, adultos mayores y mujeres gestantes, según el profesor de la Facultad de Salud Pública, Alexánder Cubaqué.
Y aunque se ha hablado ampliamente de los impactos sufridos por las mascotas, que van desde cuadros de ansiedad, hasta daños neurológicos, cardiacos y muertes súbitas, poco se habla del daño en animales de granja y, en consecuencia, del impacto en la disponibilidad de alimentos.
Juan Gonzalo Ochoa Zuluaga, médico veterinario y docente de Fauna silvestre de la Facultad de Ciencias Agrarias de la U.deA., señala que incluso es probable que posterior a la alborada, en las zonas rurales de Medellín y en otras partes del departamento, se afecte o altere la producción avícola o de leche, por el estrés que causan las masivas detonaciones en los animales.
