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Un elefante rosado y un cuento con el que la animan: entrevista a niña que cruza el Darién

Elianis, de 8 años, viajó hasta Necoclí con su mamá, su papá, su hermano menor y un elefante de peluche que nunca abandona. Sus padres le han hecho creer que está en un cuento de hadas en el que es una princesa con la misión de reunir a su familia.

  • Elianis y Jeremías llegaron a las playas de Necoclí el pasado 27 de febrero. FOTOS WILLIAM SANTAMARÍA
    Elianis y Jeremías llegaron a las playas de Necoclí el pasado 27 de febrero. FOTOS WILLIAM SANTAMARÍA
31 de marzo de 2023
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“¿Puedo contarles un cuento?”: Eso fue lo primero que dijo Elianis cuando vio desfilar a dos periodistas, con cámaras y micrófonos al hombro, por las playas de Necoclí, en el Urabá antioqueño.

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Eran las 5:30 de la tarde y el partido de voleibol, que disputaba con sus amigos, quedó suspendido mientras ella atendía al medio de comunicación. La niña tiene 8 años y no recuerda el día en el que le tocó salir de su casa en Venezuela.

Antes de encender la grabadora, presentó a su fiel acompañante: un elefante rosado, que todavía no tiene nombre, pero que la ha acompañado en todas sus caminatas. Es su juguete favorito, el único que pudo llevar. Por eso exigió la compañía del peluche.

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Elianis es una de las 7.1 millones de personas que han migrado de Venezuela hasta febrero de este año, según la ACNUR, la Agencia de la ONU para los refugiados.

Las mejillas de Elianis descaspaban las quemaduras que el sol ha dejado en su piel. Sus zapatos tenían un par de agujeros. Son las evidencias de los viajes a pie, en tractomula y en bus que ha emprendido por 1.365 kilómetros desde su casa en Táchira hasta Necoclí.

Llegó a la playa el pasado 27 de febrero y todos los días estudia ciencias, matemáticas y lee cuentos en una carpa, que hace las veces de escuelita, dispuesta por la Cruz Roja.

—¿Qué cuento quieres contar?

—Había una familia muy feliz en el mundo hasta que vino una señora bruja y arruinó sus vidas. La bruja dijo que había que empacar la ropa en una maleta y el papá tuvo que salir de la casa primero porque ella decía “a esa familia no la quiero ver más acá”.

El corazón de los papás quedó separado en varios países. Tenían una hija princesa, que al principio lloró porque la familia tenía un hechizo.

La niña creció y creció y caminó y caminó. Ella usaba unas camisas muy bonitas. Se llamaba Rapunzel y era respetuosa con la gente. Ella quiere ser reina y reunir a su familia.

—¿Quién te contó esa historia?

—Mi papá me lo contó.

Las aventuras de Rapunzel, contaron los padres de Elianis, son una serie de cuentos que son narrados, todas las noches, a la niña y su hermanito Jeremías antes de dormir. Es la versión infantil del drama de la migración.

—¿Vas a la escuela?

—Ahora estudio por acá. Antes estaba en cuarto y ahora pasé a segundo.

—¿Recuerdas a tus compañeros?

—Sí. Se llaman Antonella, Sofía, Adelay y otro se llamaba Jeremías como mi hermano. Eran mis compañeros, pero ahora estoy en esta aventura.

—¿Qué piensas de esta aventura?

—Siempre me ha encantado la aventura.

—¿Has disfrutado?

—Sí. Me ha gustado ver los atardeceres desde el camión y ahora he ido a la playa a disfrutar. He visto mucha naturaleza.

—¿Qué no te gusta?

—Creo que no han cuidado la naturaleza, si no la cuidan puede ser cochina. Hoy me estaba bañando en el mar y vi algunas basuras y un tubo partido. Hay que cuidar la naturaleza.

—¿Qué extrañas de tu casa?

Extraño a toda mi familia y a mi abuela que está en Chile. Vive muy lejos y el camino es muy largo para llegar a ella. También dejé algunos juguetes como barbies, gafas, ponys y una casa de cocinera. Pero me traje mi elefante que lo quiero mucho.

—¿Qué cosas te preocupan?

—Que no tengo botas para la selva, porque vamos para la selva. Pero hay que seguir hasta que los pies me pongan lejos de aquí.

Antes de lanzar la siguiente pregunta, Elianis interrumpió la entrevista de manera unilateral. Salió a correr porque sus padres la habían llamado a comer.

Elianis, su papá, su mamá y su hermano llegaron hasta las playas de Necoclí. Ese será su hogar mientras recogen los 300.000 que vale cada tiquete para ir a Capurganá (Chocó), paso obligado de los migrantes que se atreven a cruzar los 5.000 kilómetros cuadrados de espesa selva en el Darién. Sus esperanzas son llegar a Panamá y así continuar el viaje hasta Estados Unidos.

Unicef alertó que más de 9.700 niños, niñas y adolescentes atravesaron en enero y febrero de 2023 la selva del Darién.

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