El año pasado, justo un día después de las elecciones regionales, en Antioquia se tomó una decisión muy importante: fue elegida como directora de Corantioquia la administradora Liliana Taborda, quien lleva casi 13 años de trabajo alrededor de la corporación.
Taborda llega a una institución con 460 funcionarios de planta y un presupuesto de 164.000 millones de pesos, que debe ocuparse de los problemas y retos ambientales de 80 municipios del departamento (están por fuera los de las subregiones Oriente y Urabá); pocos días después de su nombramiento tuvo que tomar las riendas de una papa caliente como pocas: el lío de basuras en el vaso Altair, crisis que fue desatendida durante años por Emvarias.
Hablamos con ella sobre los retos de su administración.
¿Cómo la tomó el regreso a Corantioquia, entidad donde usted trabajó tantos años, y la cual ahora dirige?
“Siempre es bueno regresar a la casa. Mi tránsito en la institución ha sido lleno de resultados bonitos. Tuve la fortuna de ser jefe de varias oficinas territoriales, subdirectora también en varias direcciones, contratista, muchos roles en casi trece años de trabajo. Ha sido maravilloso encontrar unos funcionarios prestos siempre a escuchar y a trabajar con el director que llegue. Corantioquia tiene una capacidad técnica muy valiosa. Yo le tengo un respeto profundo a todos mis compañeros”.
Usted llegó al cargo y tuvo que resolver el problema de disposición de basuras que tiene Medellín y el área metropolitana, ¿qué encontró?
“Corantioquia advirtió con mucho tiempo que el vaso Altair no tenía más capacidad, sin embargo, eso no fue escuchado por la anterior Alcaldía, pese a que allí disponen las basuras hoy cerca de 50 usuarios, 43 de ellos que son municipios del departamento. Y bueno ya venían haciendo las respectivas advertencias; desde el año 2022 Empresas Varias tiene la modificación de licencia para un nuevo vaso que se llama la Piñuela, sin embargo, desconozco la razón por la cual Empresas Varias no construyó el vaso lo que hoy nos tienen en aprietos a todos, porque nos tocó buscar otras alternativas”.
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¿Hubo desidia por parte de la Alcaldía?
“No sé si desidia, pero en este caso sí fallaron los procedimientos. No sé si de contratación, no sé si de la operación del relleno, pero en la planificación se nota que hubo errores, porque el vaso la Piñuela tendría que estar en operación. Lo que le puedo decir es que encontré que Corantioquia sí hizo varios controles de advertencia de parte de la institución. Nos hemos puesto a disposición de EPM; la semana pasada tuve una reunión con el gerente John Maya y establecimos una mesa de trabajo para hacerle frente a la contingencia. Ahora se adecuó un sector del vaso Altair para usarlo durante algunos meses. Esperamos que el vaso la Piñuela quede listo para el último trimestre del año”.
El sindicato de Emvarias alertó el año pasado sobre la presión que la basura estaba haciendo en el dique del relleno sanitario, ¿qué pasó con eso?
“La institución se pronunció también sobre el tema e hicimos unos requerimientos en los que ellos están trabajando; han venido haciendo entregas parciales, hasta diciembre nos entregaron los ajustes técnicos que estaban realizando para bajarle presión al dique que, obviamente, nos interesa que la masa de residuos no se desplace, porque correría el riesgo de llegar al río Medellín”.
¿Cuál es su prioridad en el tema minero, ahora que la Secretaría de Minas perdió su papel de autoridad minera?
“Para nosotros hay un capítulo fundamental e importantísimo y es acompañar los procesos de formalización y legalización minera. Queremos acompañar estos procesos en territorio, porque creemos que son completamente necesarios para ayudarnos a cuidar nuestro patrimonio ambiental. Ahora el gremio minero tiene altas preocupaciones (con la decisión de la Presidencia) y queremos acompañarles con responsabilidad institucional, que ese gremio sienta que estamos cerca y que hay que ajustarse a las nuevas reglas de juego”.
Hablemos del tema de formalización minera, ¿qué estudios tienen ustedes?
“El reto nuestro está en cuatro de las siete subregiones: Bajo Cauca, Nordeste, Occidente y Suroeste, en esta última subregión encontramos minería de metales en el municipio de Andes, un tema del que poco se habla, y esto pasa desde hace mucho tiempo. En este momento tenemos pendientes para evaluar cerca de 50 solicitudes de legalización. Ahora estamos haciendo visitas a los territorios para adelantarnos a las solicitudes. La mayoría de mineros le temen a este acercamiento termine en una persecución, pero no es así”.