A veces, cuando llovía fuerte, el arroyo arrastraba desde el morro donde está el cementerio pequeños trozos de oro. Ese recuerdo acompaña desde niña a doña Morelia Luna y hace parte del repertorio de historias que ordena en su memoria para contar a todo quien quiera escucharlo, cada vez que cruza esa misma callecita, ahora empedrada, para abrir la iglesia que está en pie desde hace 500 años y cuyas llaves guarda devotamente.
San Nicolás de Bari es un corregimiento del municipio de Sopetrán, al cual se llega a través de un desvío justo antes de cruzar el puente amarillo que da la bienvenida a Santa Fe de Antioquia. Tiene poco más de 30 hectáreas de titulación colectiva otorgada por el Incora en 2003, pues los nativos de ese pequeño punto a orillas del río Cauca tienen como ancestros a los esclavos que llegaron desde diferentes puntos del Occidente en busca de libertad.
“Nosotros no sabíamos que éramos afrodescendientes, desde que lo descubrimos y gracias a que nos organizamos en un Consejo Comunitario encontramos un sentido diferente a todo”, dice doña Morelia.
Jenifer Chanci, una joven que a raíz de la pandemia dejó Medellín, donde residía, y regresó a su tierra, cuenta que históricamente San Nicolás de Bari se ha beneficiado residualmente del turismo gracias a su cercanía con Santa Fe, a su emblemática iglesia, la quebrada Seca – apetecida para tirar charco– y el encanto del Cauca que fluye a orilla del corregimiento.
Sin embargo, hace cuatro meses recibieron un impulso que podría convertir al llamado “Puerto escondido del Occidente” en un destino crucial en el mapa turístico de la subregión.
En septiembre pasado, el Ministro de Comercio, Industria y Turismo, José Manuel Restrepo, que andaba junto a una comitiva del Gobierno en correría por la zona, se dejó seducir por las bondades que el alcalde de Sopetrán, Diego Villa, le describió de San Nicolás, al punto que, camino a Santa Fe de Antioquia y tarde en la noche, decidió hacer una visita no programada.
“Quedó encantado con la historia del corregimiento, comprobó el potencial que tenemos y se fue con el compromiso de ayudarnos a hacer realidad un muelle con malecón que permita desarrollar un proyecto comunitario apoyado en al atractivo de Cauca”, cuenta Jenifer, una de las gestoras de las iniciativas turísticas que buscar ver la luz.
Tareas pendientes
Motivados por la promesa del Ministro se pusieron manos a la obra. Lo primero que hicieron fue crear la Corporación Náutica, abierta para los miembros de la comunidad.
El propósito de la Corporación, cuenta Wilmar Vélez, quien la coordina, es crear a través de esta todo el ecosistema necesario para estar a la altura de la formalización de la oferta turística. Esto incluye, por ejemplo, establecer alianzas para capacitar a integrantes de la comunidad en un segundo idioma, manejo y reparación de embarcaciones, logística, entre otras.
“Tenemos la obligación de garantizar que esto sea para el beneficio de la comunidad, a través del Consejo Comunitario, y el reto es cogerle rápido el ritmo a la exigencia”, dice Wilmar, pues hace un par de semanas tuvieron una probadita del alcance que puede tener el proyecto.
A través de Fontur, la empresa Air Board llevó a San Nicolás de Bari un hidrodeslizador, propiedad de dos excapitanes de la Armada, que según Vélez sería el único en el país que ofrezca paseos al público.
La noticia de la llegada de la embarcación, el 15 de enero, difundida por la cuenta de Twitter de la alcaldía de Sopetrán, atrajo al día siguiente una decena de entusiastas que llegaron desde Liborina en busca de aventuras en el río, aunque realmente aún están pendientes las pruebas de navegabilidad para dar luz verde.
Hay otra tarea más importante y para la cual tienen el tiempo en contra. El Ministerio, que a través de Fontur financiará el 80 % del muelle (la alcaldía deberá gestionar el 20 % restante) puso como plazo la segunda semana de febrero para que se defina, mediante estudios, la figura jurídica del espacio donde se realizará el proyecto.
“Hay dos opciones: que sea un baldío y entonces se podría proceder, pero si pertenece a la titulación colectiva habría que pedir unos permisos. En ambos casos es viable, pero Fontur nos pide solucionar rápido, pues tienen otras regiones haciendo fila en busca de recursos”, explica.
Los estudios topográficos ya los levantaron y esperan respuesta en los próximos días.
Wilmar dice que esperan entregar todos los requisitos juntos y en regla, entre los que se incluyen el concepto ambiental de Corantioquia.
Giovanni Herrera, enlace de Turismo de la alcaldía de Sopetrán, piensa que la realización de este muelle impactaría no solo a San Nicolás, sino a la zona entera.
“El turismo náutico no se desarrolla sobre el río Cauca, salvo una pequeña oferta informal que se hace sin seguridad para el turista y sin logística alguna. Ahora tenemos una posibilidad de formalizar esta oferta. Dispondríamos inicialmente, además del hidrodeslizador, de tres botes para hacer recorridos que permitan contemplar la fauna y flora del río. Además, en una mirada más amplia, hablamos de reabrir la conectividad entre los municipios ribereños de Occidente”, señala Herrera.
Del ministerio de Comercio, Industria y Turismo responden que esperan que el proyecto en San Nicolás de Bari se materialice, pues “ofrece uno de los mejores ejemplos del turismo comunitario que el país debe impulsar para ampliar destinos”.
Y aunque es una apuesta fuerte, no es la única carta que tiene San Nicolás para “tomar las riendas de su futuro”, como dice doña Morelia.
Mabel Chanci, representante del Consejo Comunitario, habla con orgullo de las iniciativas que han nacido y persistido gracias al esfuerzo común.
Tareas pendientes
Motivados por la promesa del Ministro se pusieron manos a la obra. Lo primero que hicieron fue crear la Corporación Náutica, abierta para los miembros de la comunidad.
El propósito de la Corporación, cuenta Wilmar Vélez, quien la coordina, es crear a través de esta todo el ecosistema necesario para estar a la altura de la formalización de la oferta turística. Esto incluye, por ejemplo, establecer alianzas para capacitar a integrantes de la comunidad en un segundo idioma, manejo y reparación de embarcaciones, logística, entre otras.
“Tenemos la obligación de garantizar que esto sea para el beneficio de la comunidad, a través del Consejo Comunitario, y el reto es cogerle rápido el ritmo a la exigencia”, dice Wilmar, pues hace un par de semanas tuvieron una probadita del alcance que puede tener el proyecto.
A través de Fontur, la empresa Air Board llevó a San Nicolás de Bari un hidrodeslizador, propiedad de dos excapitanes de la Armada, que según Vélez sería el único en el país que ofrezca paseos al público.
La noticia de la llegada de la embarcación, el 15 de enero, difundida por la cuenta de Twitter de la alcaldía de Sopetrán, atrajo al día siguiente una decena de entusiastas que llegaron desde Liborina en busca de aventuras en el río, aunque realmente aún están pendientes las pruebas de navegabilidad para dar luz verde.
Hay otra tarea más importante y para la cual tienen el tiempo en contra. El Ministerio, que a través de Fontur financiará el 80 % del muelle (la alcaldía deberá gestionar el 20 % restante) puso como plazo la segunda semana de febrero para que se defina, mediante estudios, la figura jurídica del espacio donde se realizará el proyecto.
“Hay dos opciones: que sea un baldío y entonces se podría proceder, pero si pertenece a la titulación colectiva habría que pedir unos permisos. En ambos casos es viable, pero Fontur nos pide solucionar rápido, pues tienen otras regiones haciendo fila en busca de recursos”, explica.
Los estudios topográficos ya los levantaron y esperan respuesta en los próximos días.
Wilmar dice que esperan entregar todos los requisitos juntos y en regla, entre los que se incluyen el concepto ambiental de Corantioquia.
Giovanni Herrera, enlace de Turismo de la alcaldía de Sopetrán, piensa que la realización de este muelle impactaría no solo a San Nicolás, sino a la zona entera.
“El turismo náutico no se desarrolla sobre el río Cauca, salvo una pequeña oferta informal que se hace sin seguridad para el turista y sin logística alguna. Ahora tenemos una posibilidad de formalizar esta oferta. Dispondríamos inicialmente, además del hidrodeslizador, de tres botes para hacer recorridos que permitan contemplar la fauna y flora del río. Además, en una mirada más amplia, hablamos de reabrir la conectividad entre los municipios ribereños de Occidente”, señala Herrera.
Del ministerio de Comercio, Industria y Turismo responden que esperan que el proyecto en San Nicolás de Bari se materialice, pues “ofrece uno de los mejores ejemplos del turismo comunitario que el país debe impulsar para ampliar destinos”.
Y aunque es una apuesta fuerte, no es la única carta que tiene San Nicolás para “tomar las riendas de su futuro”, como dice doña Morelia.
Mabel Chanci, representante del Consejo Comunitario, habla con orgullo de las iniciativas que han nacido y persistido gracias al esfuerzo común.
“Iniciamos hace año y medio con apoyo de la Secretaría de la Mujer de la Gobernación una huerta en la que doce compañeras cosechamos alimentos para nuestras familias; tenemos un galpón con 100 gallinas, estamos vendiendo actualmente 33 canastas de huevo diarias; y el Consejo tiene un proyecto piscícola, con dos lagos, uno con 10.000 alevinos y otro con 8.000 para pesca deportiva. Esperamos poner en marcha próximamente un invernadero que tiene un costo de $485 millones, cuenta Mabel.
Adicional a esto, como parte de la compensación exigida por los impactos derivados de la construcción de la doble calzada, Devimar construyó un restaurante, el primero en San Nicolás, que ahora el Consejo piensa poner en marcha.
Mabel dice que la herencia que quieren dejar es la certeza de que es posible echar raíces aprovechando ese pedazo de tierra bañado por el Cauca, tal como lo pensaron los que llegaron buscando la libertad y quienes oculto en los morros dejaron el oro que llevaban consigo.
La diferencia es que, ahora no tienen motivos para esconderse, al contrario, quieren que todos sean testigos del progreso del que son capaces
296
personas, distribuidas en unas 90 familias, viven en San Nicolás de Bari.
11
pioneros conforman la Corporación Náutica creada con apoyo de la Alcaldía.