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Emergencias en el Valle de Aburrá mojan prensa pero nadie las soluciona

Un recorrido por las heridas abiertas que han dejado varias emergencias en los últimos meses en el Valle de Aburrá.

  • En el barrio Villa Lía, de Itagüí, todavía hay pantano. Los habitantes se quejan, además, de los charcos. Muchos, sin embargo, han recibido ayudas por parte de la Alcaldía. FOTO camilo suárez
    En el barrio Villa Lía, de Itagüí, todavía hay pantano. Los habitantes se quejan, además, de los charcos. Muchos, sin embargo, han recibido ayudas por parte de la Alcaldía. FOTO camilo suárez
  • El agua entró a las casas de Boston por debajo e hizo daños. Ocho casas tiene recomendación de evacuar. FOTO camilo suárez
    El agua entró a las casas de Boston por debajo e hizo daños. Ocho casas tiene recomendación de evacuar. FOTO camilo suárez
  • En Palos Verdes, Manrique, la tierra está abierta desde el 27 de junio, cuando un derrumbe se vino. FOTO camilo suárez
    En Palos Verdes, Manrique, la tierra está abierta desde el 27 de junio, cuando un derrumbe se vino. FOTO camilo suárez
07 de octubre de 2022
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Los titulares de prensa duran unas horas, a lo sumo un día; luego, caen en el olvido. Generalmente utilizan palabras como “drama”, “emergencia” o “tragedia”. Pero, así como llegan, se van, y nadie vuelve a acordarse de ellos. Villa Lía, el barrio de Itagüí, copó los titulares el 20 de septiembre, cuando una avalancha de barro y piedras bajó de una montaña y se llevó todo, todo por delante. Pasó un día y la opinión pública se olvidó de lo sucedido; los habitantes de ese barrio, en cambio, pasan noches en vela, recordando el horror.

La escena se repite en otros barrios: la furia de las lluvias, o de una riada, dejó heridas que no sanan. En Manrique, en el sector Palos Verdes, todavía está abierto el derrumbe del 27 de junio. En ese barrio se siente el temor de que la tierra se venga abajo y por eso la comunidad ha exigido que se cierre la vía, pues el paso de carros grandes puede acelerar el desgajamiento del talud.

Volviendo a Villa Lía, la Alcaldía de Itagüí ha entregado auxilios habitacionales por 750.000 pesos a las familias afectadas. A las casas, por su parte, se les arreglarán los daños que dejó la avalancha. Aunque los funcionarios van con regularidad a la zona, los vecinos se sienten desesperanzados.

“La Alcaldía dice que estamos bien, pero no es verdad. Hay lodo, charcos que pueden generar enfermedades. Hay gente que pasó hasta dos semanas sin servicios públicos. Que no digan que estamos bien, porque no es verdad”, dice Jenny Natalia.

Aunque casi todo el lodo ha sido retirado, hay piedras enormes que arrastró la avalancha y, en efecto, charcos con agua estancada. Es tanto así que Jenny Natalia usa botas pantaneras todos los días: “Por acá toca andar así. Ahora, le cuento, que llevamos 20 días sin trabajo. Teníamos una distribuidora y perdimos toda la mercancía. Por eso no nos va a responder nadie, pero además tuvimos que pagar para que nos reconectaran los servicios. Estamos abandonados”.

Mientras Jenny Natalia hablaba, un funcionario llegó a medir las puertas de su casa, que serán reemplazadas. Como está en una esquina, su vivienda recibió gran parte del golpe de la avalancha y tres carros quedaron contra la fachada. Una piedra enorme, cuenta, reventó la puerta. Como las alcantarillas siguen obstruidas, el agua no drena en la casa. Pero lo más grave, dice la mujer, es que pasa las noches en vela, pensando en que otra avalancha los sorprenda en la madrugada.

Ulises Hoyos, un vecino de Jenny Natalia, perdió todos los enseres de su casa. Está recibiendo el auxilio habitacional que ofreció la Alcaldía, pero también se siente solo: “A uno le toca estar encima para que hagan las cosas. No han vuelto a preguntar cómo estamos ni cómo nos sentimos”, dice.

Pero el drama, como se dijo, se repite en el Valle de Aburrá. En el barrio Boston, de Medellín, el 29 de septiembre sucedió lo impensado. Del suelo comenzó a brotar agua y la gente no entendió por qué. Lo que vino después fue la catástrofe. “Se hizo violento y botó las baldosas hasta el techo”, comenta un español que había comprado, justamente, su casa hace 15 días. Nadie le dijo que debajo de ella pasaba una quebrada. Al parecer, esa quebrada se obstruyó y causó la inundación.

Según el informe del Dagrd, ocho casas fueron evaluadas y se recomendó la evacuación. Una de ellas es la de Josefina Palomeque, que vive en Boston hace 10 años. Como en la del español, su vivienda se llenó de agua de manera imprevista. Hoy tiene su cama sobre ladrillos, no vaya a ser que vuelva a suceder. Aunque el hecho fue noticia, hoy se sienten olvidados. Otro vecino advierte que tomarán vías de hecho y bloquearán una vía para pedir ayuda a la alcaldía. “No solucionan nada. No es posible que hayan pasado 15 días y ni hayan recogido los escombros que quedaron”, alega Josefina, que solo quiere que el problema trascienda de un titular de prensa.

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