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El secreto mejor guardado de Medellín cumple 65 años

Fraternidad Medellín, creada en 1957, por primera vez realiza hoy un evento de celebración.

  • En el año 2007, la fundación Fraternidad Medellín compró el colegio San José a La Salle para, posteriormente, donarlo a la ciudad. Allí se abrieron luego las puertas de una de las sedes del Instituto Tecnológico Metropolitano (ITM). FOTO cortesía
    En el año 2007, la fundación Fraternidad Medellín compró el colegio San José a La Salle para, posteriormente, donarlo a la ciudad. Allí se abrieron luego las puertas de una de las sedes del Instituto Tecnológico Metropolitano (ITM). FOTO cortesía
  • El Centro Educativo Rural -CER- La Oculta, de Támesis, municipio del Suroeste antioqueño, se levantó con aportes de la fundación. La idea es llevar educación a las zonas rurales. FOTO cortesía
    El Centro Educativo Rural -CER- La Oculta, de Támesis, municipio del Suroeste antioqueño, se levantó con aportes de la fundación. La idea es llevar educación a las zonas rurales. FOTO cortesía
  • El secreto mejor guardado de Medellín cumple 65 años
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  • El secreto mejor guardado de Medellín cumple 65 años
25 de agosto de 2022
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No es un cuento, pero sí una historia: en 1957 en Medellín nació una “niña” a la que solo se le conocerá la cara este jueves, 65 años después, en medio de un evento musical en el cual también se les rendirá un homenaje a sus 50 fundadores, un grupo de hombres del que cada uno puso una cuota para su creación y aunque ya casi no queda ninguno, la “bebé”, ya adulta, no está huérfana sino que sigue viva y visible en las miles de obras que ha logrado ejecutar a lo largo del tiempo.

Más o menos así es la historia de Fraternidad Medellín, una fundación creada en los años 50, cuando la ciudad tenía una población cercana a los 360.000 habitantes, pero registraba índices de crecimiento tan elevados, que en solo 15 años casi que duplicó su número al contar, ya en 1964, con 772.887 personas, según los registros del Dane provenientes de esa época.

“Era una Medellín a la que estaba llegando masivamente gente del campo, y la ciudad aún no tenía la infraestructura suficiente para atenderla”, recuerda Magdalena Restrepo Arango, directora general de la entidad, que nació precisamente para solucionar los problemas de vivienda que empezaba a vivir la capital antioqueña con la irrupción de miles de familias que llegaban a la urbe a buscar, más que fortuna, oportunidades.

Eran personas que venían unas expulsadas, unas por la violencia política que se vivía en los campos y otras en busca de empleo, educación y con el sueño de construir futuro ante el olvido que campeaba en sus pueblos y en las zonas rurales.

Lo mínimo, para entonces, era acceder a un pedazo de tierra y levantar un rancho para, con el tiempo, poner muros y construir casas para criar la prole con los mínimos de la dignidad humana.

Pero a la par con esa ciudad de pobrezas había otra que avanzaba en la construcción de infraestructuras: nacía EPM, ya había tren, tranvía y hasta vías y una alianza creada de manera espontánea entre el sector público y el privado para construir desarrollo. Es decir, un frente común para mejorar el nivel de vida de los ciudadanos, no para crear desigualdad. Fue el contexto en el que nació Fraternidad.

Ayuda a ayudar

Cómo no recordar hoy a ciudadanos que dedicaron su vida a esta iniciativa y que la pusieron, incluso, por encima de su actividad empresarial. Entre los 50 fundadores estuvieron seis líderes visibles del sector productivo de la época: Santiago Mejía Olarte, Ricardo Ángel Villa, Darío Navarro Ospina, Darío Londoño Villa, Eduardo Uribe Botero y Guillermo Londoño Mejía.

Cada uno puso una cuota de 20 mil pesos, en ese tiempo una suma muy importante de dinero, y el primer foco de su actividad fue la construcción de viviendas. Lo hicieron en silencio, sin buscar aplausos y evitando salir a escena. Su idea era que nadie supiera quiénes estaban detrás de la entidad aplicando el dicho aquel de que “haz el bien sin mirar a quien” o el que pregona “que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda”, que tanto arraigo han tenido en las tierras paisas.

“La consigna de los aportantes fue que quienes se iban a encargar de administrar esos dineros los cuidaran mejor que a sus propios recursos o los de sus empresas”, afirma la directora Magdalena, que tiene muy clara la filosofía y el legado de los fundadores.

Fraternidad, como tal, no nació para ejecutar obras sino para aportarles a las entidades solidarias que trabajaban en beneficio de las personas más necesitadas en temas de vivienda, educación y otros campos de la actividad social. En otras palabras, ser la torre de control de las organizaciones cívicas de la ciudad.

Su primera gran obra fue la construcción de 1.000 viviendas en los barrios Campoamor, El Estadio y La Candelaria, solo por mencionar algunos, levantadas en el mismo año de su fundación.

Para 1973, Fraternidad tomó la ruta que guiaría su misión hasta la actualidad bajo el lema “ayudar a ayudar”, con la consigna de aportarles recursos a fundaciones y entidades que venían trabajando en temas como arte y cultura, salud y rehabilitación, capacitación y educación, infancia y juventud con internado, empresarismo social, nutrición, infraestructura, tercera edad y bienestar comunitario, que hoy suman más de 400 organizaciones.

Fraternidad en sí no ejecuta proyectos ni realiza obras sociales, pues su lema es apoyar a las entidades que lo hacen y lo hacen bien, con calidad, seriedad, ética y compromiso.

Salir al mundo

Una pregunta que surge es por qué, luego de 65 años, por primera vez Fraternidad se deja conocer públicamente en un evento masivo, el cual se realizará esta noche en la plazoleta cultural del MAMM (Museo de Arte Moderno, en Barrio Colombia), con acceso gratuito para el público de la ciudad. (Ver Informe)

La directora Magdalena expone que se ha respetado la idea de mantener oculto el perfil de la entidad porque así lo quisieron y plantearon sus fundadores. Sin embargo, los tiempos modernos exigen mostrar valores que la sociedad necesita para transformarse y marchar en dirección al desarrollo, la justicia y la equidad.

“Queremos que este proyecto sea inspirador para otras personas; lo que a través de un grupo de jóvenes, que vieron el sufrimiento de tantas personas por las necesidades, se convirtió en una solución concreta”.

Fraternidad, como paradoja, sin proponérselo, resultó invirtiendo su objetivo misional: antes buscó crear infraestructura para acoger a los campesinos que llegaban a la ciudad como víctimas del desarraigo y desorientados hasta para buscar en dónde vivir.

“Ahora nos interesa promover la educación en el campo, el foco de atención está en generar oportunidades en primaria y secundaria rural y a nivel superior, que ellos entiendan la importancia de quedarse en su territorio y generar desarrollo en sus municipios”, expone Magdalena.

Precisamente en lo educativo, Fraternidad valora como uno de sus máximos aportes la donación a Medellín, en el año 2007, del campus del colegio San José de la Salle, que se convirtió en el Campus Fraternidad de la Institución Universitaria ITM, que actualmente alberga a más de 13 mil estudiantes convirtiendo a esta en la segunda institución pública de educación superior del departamento después de la Universidad de Antioquia.

Es por esta razón, adicional a la celebración de esta noche en el MAMM, que se hará otra el viernes en este campus, en Enciso, con apertura para la comunidad de la zona.

Otros logros de la fundación en sus seis décadas y un lustro son la entrega de 3.090 becas para educación superior a jóvenes en distintas universidades públicas y privadas y su llegada a municipios de las regiones Oriente, Suroeste y Urabá, en el marco de la estrategia de desarrollo integral de las veredas, donde ha construido y adecuado 106 infraestructuras educativas, además de escenarios deportivos, parques educativos y centros de desarrollo infantil que impactan a 1.300 docentes y 35 mil estudiantes de las comunidades rurales a las que llega en compañía de aliados públicos y privados.

A futuro, Fraternidad Medellín está inspirada en los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU, que hablan del fin de la pobreza, hambre cero, salud y bienestar, trabajo decente y crecimiento económico, entre otros, porque no solo hay que soñarlo, hay que creerlo, como lo hicieron hace seis décadas y un lustro los 50 antioqueños que le dieron vida a esta hija que hoy sale a celebrar el cumplimiento de sus grandes metas

Walter Ramírez, violinista filarmed

El secreto mejor guardado de Medellín cumple 65 años

Este joven soñaba con ser músico y aunque integró varios grupos en su adolescencia, su mejor desarrollo lo logró tras ingresar a la Filarmed, orquesta con la que obtuvo el apoyo para realizar una maestría en interpretación de música clásica y contemporánea en Barcelona. “Le doy gracias a Fraternidad por este apoyo que me permite volver a la ciudad a retribuir lo aprendido a niños, jóvenes y adultos”.

Alcinia Chamí, estudiante emberá

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Esta joven es estudiante de la Institución Educativa Emberá Atrato Medio, construida con recursos de Fraternidad en Vigía del Fuerte, Urabá, aspira a terminar bachillerato e iniciar estudios superiores para ser la primera abogada indígena de Bojayá. “Gracias a Fraternidad que nos ayuda mucho aquí en el colegio Emberá”, es mensaje para la institución en sus 65 años de vida.

Andrés Aguirre, director hptu

El secreto mejor guardado de Medellín cumple 65 años

“Fraternidad significa hermandad y hermandad es ser sensible al otro, en el que puedo encontrar un amparo y refugio para mi fragilidad”, sostiene Andrés Aguirre, director del Hospital Pablo Tobón Uribe, donde también llega el apoyo de la fundación. Aguirre habla de las bondades de su institución y asegura que “Fraternidad ha sido el vehículo para multiplicar la acción social del hospital”.

$20.000
fue la cuota que puso cada uno de los 50 líderes que crearon Fraternidad.
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