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Las pesadillas de las familias continúan después de la caída de los cuatro edificios en el Aburrá

Demandas y problemas de toda índole siguen afectando a los propietarios de los cuatro edificios que fueron demolidos porque tenían fallas en sus estructuras.

  • Ángela Ramírez al frente de lo poco que quedó del edificio Babilonia, en Itagüí. Los propietarios están a cargo del terreno. Ellos mismos pagan su mantenimiento. FOTO jaime pérez
    Ángela Ramírez al frente de lo poco que quedó del edificio Babilonia, en Itagüí. Los propietarios están a cargo del terreno. Ellos mismos pagan su mantenimiento. FOTO jaime pérez
  • CONTINENTAL FUE DEMOLIDO DESPUÉS DE 9 AÑOS DE ESPERA
    CONTINENTAL FUE DEMOLIDO DESPUÉS DE 9 AÑOS DE ESPERA
  • SPACE FUE EL PRIMERO EN CAER
    SPACE FUE EL PRIMERO EN CAER
  • BERNAVENTO, DE 18 PISOS, CAYÓ DE LADO
    BERNAVENTO, DE 18 PISOS, CAYÓ DE LADO
  • A BABILONIA LO DESMONTARON PISO POR PISO
    A BABILONIA LO DESMONTARON PISO POR PISO
11 de diciembre de 2022
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Las historias se repiten, casi calcadas. Primero, una pared que se desconcha, un muro que se agrieta. Angustia. Reclamos. Alegatos. Después, un desalojo imprevisto. Huir sin rumbo. Sacar de casa lo que queda. Pasado el tiempo, con la esperanza perdida, ver el desplome, al que sucede una nube de polvo. Y termina siempre igual, en los estrados, en líos jurídicos de años.

Ese párrafo resume las cuatro historias de este artículo. Los edificios Space, Bernavento, Babilonia y Continental Towers fueron demolidos en los últimos ocho años. Unos más, otros menos, pero todos amenazaban ruina. Los medios de comunicación detallaron cada momento y transmitieron en vivo las estruendosas demoliciones. Más allá del espectáculo, una vez disipada la polvareda, queda abierto un drama que pasa de agache.

En esta nota retomamos cómo las cuatro demoliciones afectaron, casi hasta el punto del no retorno, la vida de cientos de ciudadanos.

Queda un fantasma

Ángela Ramírez mira el lote donde alguna vez estuvo el edificio Babilonia, una mole de 13 pisos. El terreno está invadido por helechos que crecen entre losas de cemento. El lote está circundado por una malla metálica que se han robado varias veces y que instalaron para que nadie entre. Sin embargo, dice Ángela, sin quitar los ojos de los trozos de baldosa desperdigados, cada tanto se meten personas a “habitar”. Entran en las noches y se refugian ahí, en las ruinas.

Babilonia quedaba en Itagüí, frente al Éxito. Ángela fue la primera en mudarse allí, en 2015. También fue la primera, solo unos meses después, en ver las anormalidades: los ascensores se llenaban de agua y las paredes se desconchaban sin razón. Los propietarios reclamaron a la constructora Ruiz Sánchez & Asociados Propiedad Raíz. “Ellos iban y hacían algunas reparaciones, pero no pasaba nada de fondo. Entonces, decidimos ir a la administración municipal para poner de manifiesto la situación. Pero ya ves, nada se solucionó”, comenta Ángela.

La suerte estaba echada. El 28 de junio de 2018 se ordenó la evacuación del edificio, que tenía riesgo de desplomarse. “Funcionarios del municipio nos sacaron a la fuerza, pateándonos las cosas que nos dejaron sacar. Salimos con la esperanza de regresar, pero eso nunca pasó”. Babilonia no tenía remedio y, como estaba pegado a otros edificios, tuvo que ser demolido piso por piso, a mano, pues implosionar era un riesgo.

Han pasado más de tres años desde que terminó el desmonte. Como en las otras tres historias, el paso del tiempo no soluciona nada. Los 36 propietarios han interpuesto tres demandas para recuperar lo perdido. Como Ángela, la mayoría había comprado sus apartamentos con los ahorros de toda la vida, incluso endeudándose con bancos. Un proceso en la Superintendencia de Industria y Comercio les fue favorable, pero aún no han recibido ningún resarcimiento. La pretensión es que les devuelvan lo que invirtieron, la plata que perdieron en los apartamentos.

Como si eso fuera poco, tienen que estar al tanto del lote. Los propietarios son los dueños del terreno. “Solo ha sido un dolor de cabeza. Nos toca hacerle mantenimiento, echarle ojo para que no se metan y no tiren basura. Es un desgaste para todos”, dice ella.

El lote, después de caído el edificio, se convierte en un fantasma que atormenta a los propietarios. Y el problema no es solo metafórico. Aunque el edificio no esté allí, los propietarios tienen que seguir pagando impuesto predial y, si no se ha disuelto la personería jurídica, deben pagar la cuota de administración.

Uno más

En la ciudad hay un nuevo lote disponible, ya puesto a la venta. Este jueves fue derribado Continental Towers, evacuado el 29 de octubre de 2013. El edificio fue detonado y cayó en tres segundos, dejando solo una polvareda que en minutos se disipó. Con cara compungida, Emperatriz Ospina, una de las propietarias, vio derrumbarse el edificio en frente suyo. Sus viejos vecinos la abrazaron, tratando de consolarla.

Andrea Echeverri, otra de las propietarias, cuenta que la invadió una contradicción de sentimientos. Primero sintió tristeza al ver el edificio deformándose y cayendo; después, cuando la nube de humo se levantaba, un alivio se apoderó de ella. “Es una sensación muy extraña. Pensé en los sueños, en el apartamento. Por otro lado, es como un alivio, soltar esto ya”.

Como en Babilonia, los de Continental han emprendido acciones judiciales para recuperar lo perdido. En curso hay una demanda contra el constructor, la empresa CDO, que también incluye a los calculistas, a la Curaduría Urbana Segunda y al Municipio de Medellín por “omisión en el proceso de control”.

Ahora que el terreno está baldío, los propietarios van a liquidar la personería jurídica y decidieron vender el terreno. De esa manera, aunque sea de manera parcial, pueden recuperar algo de lo perdido, mientras los procesos judiciales avanzan con lentitud. “Queremos dejar claro que este lote sí se vende y no tiene ningún problema. Es una forma de salir de este problema de nueve años que acabó con matrimonios, que acabó con vidas”, dice Andrea.

El caso de Continental está ligado al más polémico y sonado, el del edificio Space, que también fue construido por CDO. El Space fue implosionado en dos etapas en 2014 tras el colapso de la torre 6 el 12 de octubre de 2013, hecho en el que murieron 12 personas.

Sobre Space hay un fallo del Tribunal Administrativo de Antioquia del pasado 14 de septiembre, en el que CDO y la Alcaldía de Medellín fueron condenados a hacerse responsables por el desplome de esta estructura. Ambos deberán pagar 30.891 millones de pesos, de los cuales 27.255 millones de pesos son por la pérdida de 41 inmuebles; 3.000 millones de pesos por la pérdida de muebles y enseres; 581 millones de pesos por los cánones de arrendamiento que pagaron los afectados al dejar sus apartamentos; y otros 55 millones de pesos para los que tenían contratos de arrendamiento por los cuales no pudieron recibir dinero.

La sentencia condenó a Pablo Villegas Mesa, gerente de Lérida CDO; Álvaro Villegas Moreno, gerente suplente; y Juan José Restrepo Posada y Emilio Restrepo Posada, integrantes de la junta directiva de la sociedad. Afirmó que incumplieron sus deberes legales y sociales, “pues frente a la presunción legal de culpa que pesa en su contra, ninguno realizó esfuerzo alguno para demostrar diligencia y cuidado a fin de desvirtuar su responsabilidad en los hechos”.

Sin embargo, Alejandro Rivas, quien tenía su apartamento en la torre 3 de Space, asegura que tras este fallo no han tenido ninguna respuesta por parte de los responsables de CDO ni tampoco ha entrado un peso a su cuenta bancaria procedentes de esta obligación adquirida. Aún debe 40 millones de pesos por un apartamento que ya no existe.

Para conocer su versión, EL COLOMBIANO se contactó este viernes con Pablo Villegas Mesa a su número celular a las 10:11 de la mañana. Insistimos en cinco oportunidades sin ninguna respuesta. Posteriormente, Villegas regresó la llamada y se presentó con su nombre, a las 10:21 a.m., pero al saber que era un medio de comunicación no respondió más y colgó. Insistimos con otras tres llamadas, pero no volvió a contestar para responder sobre los cuestionamientos al respecto.

Un drama de muchos

Al occidente de Medellín, pasando el río, se vive el mismo drama, casi calcado. El 13 de junio de 2018 fue demolido el edificio Bernavento, construido entre 2008 y 2009 en la Loma de los Bernal. Tenía 18 pisos y 44 apartamentos.

Solo un año después de concluido, Bernavento comenzó a mostrar las primeras fallas. Según el reporte de la Alcaldía de Medellín, en 2013 los habitantes de la unidad residencial pidieron una evaluación a la estructura y en 2015 se detectó un estado de vulnerabilidad del edificio, es decir, tenía problemas en los cimientos que lo amenazaban. Finalmente, en junio de 2016 fue evacuado de manera voluntaria por sus propietarios.

Desde eso comenzó un calvario que no termina. El lote, de 1.764 metros cuadrados, está a nombre de los propietarios. Sin embargo, Diego Arredondo, el administrador de la junta de propietarios, dice que están a la espera de que la Defensoría del Pueblo, como ya lo ordenó un juez, les desembolse un dinero para contratar a un perito que evalúe el lote. “Nosotros no tenemos la plata para contratar el estudio. Necesitamos eso para que evalúe el terreno y se estimen los daños ocasionados por la construcción”, comenta el administrador.

28 propietarios entablaron una acción de grupo contra la Alcaldía de Medellín y la constructora del edificio, Promotora Bernavento S.A., en la que piden una indemnización por los perjuicios. Además, precisa Arredondo, hay una denuncia penal contra el constructor.

El problema de Bernavento es tan real como simbólico. Como no pueden hacer nada con el lote hasta que no haya un avalúo y se resuelva la situación, el terreno está hoy en el limbo, repleto de maleza. Los 2.300 vecinos del espacio, residentes de seis unidades y un centro gerontológico, están preocupados por la situación. El lote baldío no solo afecta el sector, sino que se convirtió en un problema de seguridad.

Mientras la situación judicial no se resuelva, como en las otras tres historias de este artículo, la maleza seguirá creciendo. Los cuatro edificios cayeron y ahora no son más que polvo. Solo quedaron los problemas .

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