Todavía no ha llegado la Navidad, pero Samuel está repleto de juguetes. Dicen que casi 10.000 llegaron a sus manos aunque no los ha tocado todos. Tampoco se quedará con tal cantidad, sabe que muchos terminarán entre los tesoros de otros niños y niñas que, como él, quieren pasar un diciembre feliz.
Esta es la primera Navidad en mucho tiempo que Samuel pasará tranquilo, sin incapacidades, con su familia que siempre lo ha rodeado. Y eso lo tiene tan feliz como los miles de regalos que gente que ni siquiera conoce le ha hecho llegar en menos de un mes. “Vaya tranquilo que el otro año hablamos”, le dijo hace poco el médico y así selló la certeza de que su nueva cirugía será aplazada y no le interrumpirá su diciembre, como sí pasó en los tres últimos años, que los pasó en silla de ruedas.
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Los regalos que le enviaron fueron donaciones con las que los ciudadanos se sumaron a la campaña “Dar, la magia de recibir”, que su madre Paula Andrea González emprendió desde octubre pasado para recoger juguetes nuevos o usados, pero en buen estado. La idea era venderlos después y recoger el dinero que necesita para pagar el costoso medicamento que deben aplicarle a su hijo cada semana como tratamiento a una compleja enfermedad que les cambió la vida hace ya tres años.
Cuando Samuel fue diagnosticado con Legg-Calvé-Perthes, una enfermedad huérfana que afecta el flujo sanguíneo en la cabeza del fémur, debilita el hueso y complica la capacidad de movilizarse, Paula se dedicó de lleno a cuidarlo. Todo comenzó con dolores en la pierna y poco a poco los síntomas se fueron complicando. Los juegos, la escuela, la diversión de un niño sano y alegre se vieron interrumpidas por citas médicas, cirugías, terapias e incapacidades. Pero ambos han sido valientes, fuertes, y no han perdido nunca la esperanza. Y Luna, la perrita que ella le regaló, ha sido para él un impulso, una inspiración que le da amor y apoyo.
Al principio, a Samuel se le empezaron a perder algunos juguetes. Al percatarse, se acercó a su madre con la intriga de qué estaba pasando con ellos. “Tuve que confesarle que la ‘ladrona’ era yo”, dice Paula. Ella, simplemente, los vendía para recoger la plata y pagar los costosos medicamentos que requieren este tipo de enfermedades. La respuesta cariñosa y comprensiva del niño los llevó a maquinar la idea que hoy tiene a Samuel dichoso por la solidaridad de la gente.
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Hablaron con otras familias para que les regalaran los juegos que sus hijos ya no usaban o por los que ya no sentían interés. Paula empezó a vender los que estaban en mejor estado en el almacén de su mamá, ubicado en Sabaneta. Los que no estaban tan buenos, Samuel los limpiaba y restauraba, muchas veces para regalarlos a otros niños que conoció en el hospital en este proceso, ahora sus amigos. La iniciativa se convirtió casi que en un emprendimiento al que le pusieron por nombre “Tu reblujero es mi tesoro”. Así, tal cual, lo que a otros menores de edad ya no les servía para ellos valía oro.
Pero llevarían la iniciativa a otro nivel cuando la Alcaldía de Sabaneta los apoyó divulgando y promoviendo la gran campaña de donación “Dar, la magia de recibir” e, incluso, dispuso de un lugar oficial para que la gente donara.
Fue esta semana, menos de un mes después de que se lanzara la campaña de recolección, que también se hizo en colegios y otros lugares del municipio, cuando Samuel y Paula supieron que por lo menos 10.000 juguetes habían llegado por esta buena causa. Superó todas las expectativas, pero lo ven como la gran oportunidad para seguir vendiendo y recogiendo el dinero semanal de los medicamentos, que deben aplicarle en casa, y para que familias de menos recursos económicos puedan comprar los regalos de sus hijos para esta Navidad mucho más baratos que lo que les costaría en un almacén normal.
“Mejor dicho, estamos enloquecidos con tanto juguete, se recogieron cajadas, cajadas de juguetes que la alcaldía nos hace llegar al almacén de mi mamá. La empatía de la gente es muy grande, donando, pero también comprando”, cuenta Paula, quien lleva ya dos semanas sin preocupaciones porque ha tenido como pagar el medicamento a punta de las ventas.
Han llegado donaciones de juguetes para todas las edades, incluso coches para bebés y bicicletas. Cosas que podrían costar hasta $300.000 ella se las vende a otras personas en $80.000 o $100.000, porque también les interesa ayudar a otros un poco. Por eso, también tienen una parte que se irá a donaciones para niños y niñas que los necesiten.
Samuel sigue disfrutando entre juguetes, cuando el dolor le da tregua, mientras clasifica aquí y allá, en el almacén o en la sala de su casa. Espera, con su madre, mantener Tu reblujero es mi tesoro como un emprendimiento duradero. “Lo logramos, mamá”, repite con la sonrisa que no ha perdido pese a todo, que espera que esté la noche de Navidad, cuando su mamá tampoco le permitirá poner a grabar a escondidas el celular para pillar a Papá Noel mientras entra con los regalos.
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