Las amenazas han terminado en desplazamientos y hasta intentos de homicidio.
Los profesores en la subregión de Urabá atraviesan por una compleja situación que tiene a varios en riesgo y que ha sembrado zozobra generalizada para seguir con su labor.
Según denunció el sindicato de educadores de Antioquia, Adida, entre el año pasado y 2025 van ocho denuncias por amenazas a profesores, solo en Turbo, en medio de casos que han incluido amenazas de muerte, retenciones, acoso, agresiones físicas y verbales y daño a la propiedad privada.
Uno de los casos que ya está bajo investigación por parte de la Fiscalía es el de un docente en el corregimiento El Dos, en el municipio de Turbo, quien fue retenido y hallado una semana después en Carepa, con un grave cuadro de desorientación y con estrés postraumático, por lo cual tuvo que ser separado del cargo de manera indefinida para recuperarse.
Julio Parra, subdirector de Adida Turbo, manifestó que además de las amenazas de grupos armados, están aumentando las agresiones y amenazas de padres de familia.
“El llamado en la atención al estudiante hoy en día se ha convertido como que en un problema. Ya los estudiantes hoy quieren hacer lo que les da la gana en el establecimiento educativo, dentro o fuera. Algunos quieren, incluso, atropellar a otros y se les llama la atención. Algunos padres de familia, no decimos todos, pero hay algunos padres de familia intolerantes que no entienden esa parte”, expresó el representante gremial.
Parra aseguró que es tal el nivel de intimidación, que en Adida saben que existe un enorme subregistro, pues saben que muchos docentes están atravesando por situaciones similares de riesgo a su integridad y por miedo no han sido capaces de denunciar. El vocero regional de Adida asegura que entre enero y febrero se presentaron casos graves que están bajo investigación, como el de un docente que fue retenido y apareció dos días después muerto en Currulao. También el de un educador que fue amenazado por padres de familia luego de llamarle la atención a un estudiante.
“El señor (padre) se ofendió porque el niño le contó a su manera y en vez de utilizar los canales adecuados, de llamar al rector para dialogar y preguntar qué pasó, se fue una vez a las vías de hecho amenazando al docente, no conforme, porque el docente manifestó eso, volvieron e hicieron una llamada y ahora el profe denuncia que no solamente es el padre, sino que ahora el padrastro y la mamá también, o sea es algo que se le sale a uno de las manos”, aseveró.
Otro profesor también sufrió un atentado. Primero recibió amenazas de que atentarían contra su vida, pero la educadora pensó que se trataba de una calentura de momento. Un par de meses después le quemaron la vivienda donde residía y tuvo que salir huyendo de la zona. Otro profesor también tuvo que abandonar su labor luego de que la comunidad lo intimidara, señalándole que no querían verlo más allí.
De los ocho profesores amenazados en Turbo, tres ya lograron ser reubicados. Cuatro educadores se acogieron el año pasado al comité de amenazados, dos de ellos en Carepa y uno más en Necoclí, también tuvieron que ser reubicados en otras subregiones.
