En 2011, Geidys Blandón Rentería fue víctima de la violencia en Turbo; ella, en compañía de sus tres hijos, huyó de las personas que asesinaron a su padre. Con las manos vacías, sin dinero y sin conocer a nadie llegó a Medellín.
Durante tres meses vivió en un hotel en el centro de la ciudad, donde pagaba 17.000 pesos por noche. Después de buscar ayuda y contar su situación, la Alcaldía de Medellín le entregó un mercado y 640.000 pesos.
Geidys buscó un lugar para vivir con sus hijos, en el barrio Aranjuez, alquiló una pequeña vivienda, pero meses después tuvo que desalojar. La casa en la que vivía fue comprada. Para su fortuna, una amiga que reside en el sector de Nuevo Occidente le propuso que se fuera a vivir con ella y Geidys aceptó.
Cerca a su casa está ubicado el Centro de Desarrollo Zonal San Cristóbal, lugar donde fue en busca de oportunidades. Allí le hablaron de una convocatoria para jóvenes afrodescendientes e indígenas de Medellín en situación de vulnerabilidad. De inmediato, Geidys empezó el proceso para acceder a tal beneficio. Al principio sintió temor, porque muchos jóvenes al igual que ella querían ser beneficiados con esa beca.
En el paso final, que es la entrevista con la sicóloga, le preguntaron si de verdad quería estudiar, Geidys no dudó y respondió que su ilusión era el Secretariado Ejecutivo, inmediatamente le dieron el cupo, le regalaron un cuaderno y ese mismo día empezó clases.
Pero ahí no terminaron los problemas de Geidys, este año, una moto atropelló a su hijo de siete años y le quebró los dos pies. Desesperada, pensó en dejar sus estudios, pero sus profesores no se lo permitieron, así que le enviaron todos los talleres y actividades de clase para que estudiara desde su casa.
“Tengo que luchar por mis sueños, para darle mejor calidad de vida a mis hijos y superarme en lo personal como en lo profesional”, dijo Geidys.