La tecnología cripto aún está en sus etapas iniciales y va a resistir la prueba del tiempo, de acuerdo a Noelle Acheson, jefe de investigación de CoinDesk y Genesis Trading, quien explica que en el mundo tecnológico la evolución puede tomar décadas antes de convertirse en algo masivo y global.
Un buen ejemplo al respecto es el teléfono celular. Fue inventado por Motorola en 1973 pero pasaron 21 años antes de que llegara el primer teléfono considerado “inteligente” en 1994. Apenas en el año 2000 se vendió el primer celular con cámara. Los smartphones como los conocemos, con acceso a Internet, aparecieron en 2001, 28 años después de que hicieran aquella primera llamada desde un celular del tamaño de un bloque en una calle de Nueva York.
De esta manera, la tecnología ha probado que los vencedores son aquellos capaces de tener paciencia y evolucionar. “Arpanet, precursora del Internet actual, envió su primer mensaje en 1969. El html y los primeros sitios web accesibles a escala mundial no aparecieron hasta 22 años después”, explica Acheson. “Sólo llevamos 14 años en la senda de desarrollo que se inició con el procesamiento de la primera transacción de Bitcoin en 2009. Imagínense dónde estará el sector en 2031, 22 años después del “primer mensaje” equivalente de blockchain, y qué tipo de descalificaciones seguirá recibiendo siete años después. Aún es pronto”, agrega.
Las “matan” pero no mueren
Aunque una parte de la sociedad ha mantenido una actitud pesimista frente a las criptomonedas lo cierto es que la “predicción” sobre su desaparición hasta ahora no se ha cumplido. Se anuncia el fin de las cripto pero nunca llega. La “muerte” de Bitcoin ha sido “decretada” al menos 469 veces, pero su evolución continúa.
Sobre este tema, la historiadora y economista Carlota Pérez explicó el ciclo de adopción de las tecnologías, que detalla la forma en la que un invento pasa a ser usado por la mayoría. Desarrolló una teoría que divide la historia del avance tecnológico en cinco oleadas. Cada una de ellas iniciada por un “big-bang”: una tecnología disruptiva que aparece para cambiar todo el campo de juego.
Cada oleada está compuesta por cinco fases. Primero viene la fase de instalación, en la que se construye la infraestructura, se diseñan los procedimientos, se crea todo desde cero. Luego viene la fase de despliegue, que es cuando la tecnología se adopta ampliamente.
Con respecto a las criptomonedas, Pérez señala: “evidentemente, estamos lejos de la adopción generalizada: ni siquiera nos ponemos de acuerdo sobre lo que eso significa. No sólo estamos todavía en la fase inicial de instalación, sino que también estamos intentando establecer una nueva base tecnológica con iniciativas fragmentadas que persiguen casos de uso emergentes en un escenario global y fragmentado”.
Pérez agrega que es esperable que al tratarse de finanzas, una tecnología tarde más en evolucionar, porque hay mucho en riesgo. La percepción de que es un ecosistema nuevo puede ser visto como una amenaza para quienes controlan el poder, y con miedo a lo desconocido por los inversionistas curiosos lo que también puede ralentizar la adopción masiva.
Crisis y nuevas criptomonedas
Los periodos de instalación suelen durar entre 20 y 30 años y culminan en una crisis, que es la tercera fase. Ese punto de quiebre es el que genera los cambios necesarios para que la tecnología perdure en el tiempo. Por ejemplo, si el criptoinvierno fuera la crisis necesaria para entrar en la tercera fase, las nuevas criptomonedas (como por ejemplo Unicoin) podrían ser la respuesta a la crisis: cripto respaldado en activos reales que disminuyan la volatilidad y den seguridad a los inversionistas. Es entonces que llega la cuarta fase, la sinergia, en la que el mercado innova y se expande, se introducen nuevos sistemas y se actualizan los existentes, para llegar a la madurez, que es la fase final.
La economista Pérez concluye su teoría en que “nada importante ocurre sin un crash”. A quienes se preguntan cuándo el cripto dejará de ser nuevo, su respuesta es que eso ocurrirá cuando la cobertura de la corriente dominante se centre tanto en la adopción y las nuevas aplicaciones como en los movimientos del precio de los activos. Otra señal de que ya se ha establecido ocurrirá cuando la tecnología deje de intimidar a los curiosos de las criptomonedas, y se vuelva más accesible. El tercer factor que determinará su éxito futuro es que “los reguladores vean las nuevas aplicaciones financieras como oportunidades y no como amenazas”.